Comuniones, bautizos y, en menor medida, bodas viven su particular boom de celebraciones durante estas semanas en Galicia. La razón es, hasta cierto punto, lógica. Al año de cancelaciones se ha sumado otro de restricciones y, con la apertura de la hostelería y el (esperado) buen tiempo, las familias se han decidido a celebrar esas ceremonias pospuestas.

Lo primero que se ha reactivado han sido los aplazamientos de pequeños eventos del año pasado. Principalmente comuniones, pero aún con menos aforo y en zonas de jardín con carpas.

Hay más eventos que el año pasado, pero son más pequeños y familiares. A partir de este mes de julio se abren paso las bodas, con las mismas claves. Y no han faltado, tampoco, los festejos de jubilados que han esperado hasta ahora para estar todos vacunados. A estos banquetes clásicos se han sumado graduaciones, cumpleaños y aniversarios de boda pospuestos.

La previsión es que la demanda se concentra a partir de este mes de julio por una mayor confianza en que la situación epidemiológica mejore. Empresas de hostelería y catering consultadas aseguran que ya tienen lista de espera y reservas hasta septiembre.

Mario Roca, del restaurante El Pantano, en Abegondo, reconoce que “poco a poco está habiendo más eventos”. “No es aún lo que debería ser, pero la gente se empieza a animar. Se nota la vacunación y que haya menos casos”, reconoce. Eso sí, recuerda que “son eventos mucho más pequeños. Y como tienes un aforo de los salones también estás obligado a hacerlos más pequeños”. “El gasto medio por comensal es el mismo, lo que pasa es que la facturación media por evento es menor porque hay muchas menos personas”, asegura.

La pandemia ha cambiado el modo de las celebraciones. “Ahora las mesas son de hasta seis personas y en caso de que fuesen convivientes un poco más, pero lo normal son mesas de hasta seis. Lo que están haciendo son mesas por casas. Los que conviven juntos se sientan en la misma mesa”, explica Mario Roca, quien asegura que lo que más tienen son comuniones “y la mayoría son las que se aplazaron del año pasado. Y bodas muy poquitas de momento”.

El Pazo de Vilaboa está especializado, sobre todo en bodas, aunque también realiza otros tipos de eventos como bautizos, comuniones o despedidas. Ana Evia confirma que ha aumentado la demanda de celebraciones de bodas y que están siendo “más o menos como otros años”. “En nuestro caso como funciona por aforo, y es del 50% en el interior y nuestro salón es de 500 personas, podemos hacer bodas de hasta 250. Estamos haciendo bodas de 150 en adelante”, asegura.

Desde el Pazo de Vilaboa la recomendación a los novios es que se usen los jardines lo máximo posible. “Somos partidarios, si el tiempo lo permite de hacerlo todo exterior, excepto el momento de la comida, pero la ceremonia, el aperitivo, la barra libre y la fiesta intentar hacerlos en el exterior”, apunta.

César Ballesteros, del Clúster de Turismo de Galicia, confirma que los jardines de los pazos han sido los grandes solicitados para los banquetes. “Ha habido un pequeño atasco de eventos que se habían retrasado a causa de la pandemia, que se están celebrando como una deuda pendiente, pero en un formato más pequeño, con la familia más allegada”, explica.

También alude Ballesteros a que la casuística (más celebraciones, pero más pequeñas) no favorece la configuración de muchos salones, que se han visto obligados a reconvertirse. Sin baile, eso también. Y con mascarillas, salvo para comer y beber. “La normativa de hostelería ha sido muy estricta. Deslucía, pero las mesas no podían ser de más de cuatro personas”, insiste.

La mayoría de la gente no quiere saber nada de aplazar más sus eventos, su boda, su comunión o cualquier otra celebración. Fueron muchos los que cancelaron varias veces sus eventos y este año la gente quiere celebrar la vuelta a la (casi) normalidad, explican hosteleros consultados, aunque muchas situaciones han cambiado, ya que novios e invitados se han adaptado a exigencias antes impensables: sin barra libre ni baile, con mascarillas... Los cierres de municipios pequeños han sido muy duros. Solo diez casos positivos de COVID podrían obligar a reducir el aforo al 30% en muchos concellos gallegos.

Más comedido se muestra el presidente del Clúster Turismo de Galicia, Cesáreo Pardal, que explica que hay un boom, por supuesto, pero se han perdido ya varios meses de comuniones y el “repunte es aún pequeño con respecto a las cifras de 2019”.

Cita a varios establecimientos en los que aún queda sitio para algunas fechas este año. “Los aforos aún no están al 100%; la gente tiene muchas ganas de fiesta, pero aún queda mucho camino por recorrer”. Para el experto, muchos novios —en el caso de las bodas— no están dispuestos a reducir a 75 personas un evento en el que antes cabían 150.

Con respecto al poder adquisitivo de los comensales, Cesáreo Pardal ha detectado por comentarios del sector que los que van, llegan con mayor presupuesto. “La gente tiene ganas de gastar, los restaurantes están llenos y también los spa”, reconoce.

Otro de los hábitos a los que contribuyó la pandemia ha sido a reservar siempre mesa. “No es concebible ir a un restaurante sin hacer reserva, porque aún hay aforos restringidos y también gente en ERTE”, recuerda.