La quinta ola ha puesto de nuevo contra las cuerdas a uno de los sectores más golpeados por la crisis y que tenía todas las expectativas puestas en el verano. Pero el avance sin tregua del COVID y las nuevas restricciones han dejado una vez más la caja de los autónomos en números rojos, una gran parte de los negocios al borde del cierre por la montaña de facturas que arrastran desde el estallido del coronavirus. Desde la Unión de Trabajadores Autónomos (UPTA) advierten de que la nueva onda ralentiza “alarmantemente” la recuperación del colectivo.

Las cifras hablan por sí solas, tal y como refleja una encuesta realizada por UPTA en el ecuador de la campaña estival entre los trabajadores por cuenta propia. La facturación media de los establecimientos de hostelería y comercios es un 60% inferior a la registrada durante el verano de 2019, el año prepandemia.

Analizados los primeros meses de la temporada estival en términos económicos, el sector “sigue en punto muerto”. Con el volumen de ingresos que se ha conseguido en el arranque del verano colectivo manifiesta su preocupación por la situación económica.

La encuesta realizada a autónomos de toda España —en un 30% a trabajadores en Galicia— revela que el 76% manifiesta una bajada de facturación media, en comparación con el mismo periodo del 2019, que se aproxima al 60%.

El 17% dice haber perdido menos del 30% de facturación con respecto al mismo periodo del año preCOVID. Y solo el 7% reconoce una recuperación total de la facturación.

Con estos datos, y a falta de conocer las cifras del mes de agosto, desde UPTA ya han contactado con el Ministerio de Inclusión y Seguridad Social para demandar que se alargue el cese de actividad extraordinario para aquellos autónomos cuyas actividades se ven “seriamente afectadas” por la pandemia.

El presidente de UPTA, Eduardo Abad, advierte de que la cifra de altas en el RETA es un “trampantojo” que “confunde la realidad por la que está pasando el mercado de trabajo por cuenta propia”. “El crecimiento —aduce— se debe más a una ruptura del mercado tradicional de trabajo por cuenta ajena que a la necesidad real de emprender”. Según apunta Abad, esta situación, que parece haberse convertido en algo cotidiano en el mundo del emprendimiento, no goza de los cimientos sólidos para asentar los negocios y —lamenta— la mayoría de ellos desaparecen antes de cumplir los dos primeros años de vida.