El temor a impagos, la prórroga de la ley antidesahucios hasta el 31 de octubre, la inseguridad jurídica a la que se sienten sometidos los propietarios con la nueva Ley de Arrendamiento y el tirón de las viviendas vacacionales este verano se convirtieron en un coctel molotov para quienes tienen un piso en alquiler. En plena quinta ola la oferta de viviendas para arrendar ha vuelto a caer, una tendencia que se mantiene desde que estalló la pandemia, y que ha convertido en una misión prácticamente imposible encontrar un inmueble. Los que hay o son ya antiguos con necesidad de alguna reforma o están a precios desorbitados. La demanda en Galicia, en especial en las ciudades, ha aumentado y la tendencia de la oferta ha sido a la inversa, hasta llegar a mínimos: hoy solo hay en el circuito de comercialización 4.250 viviendas en alquiler, casi un 11% menos que los 4.750 registrados al cierre de 2020, según datos de la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias (Fegein).

Detrás de esta nueva fuga de propietarios del mercado tradicional de arrendamiento está la incertidumbre económica provocada por el COVID, con cada vez más retrasos en el pago de las rentas, y la estampida al mercado vacacional este verano por el boom de reservas en el sector en detrimento de los establecimientos hoteleros.

“La nueva Ley estatal de vivienda se ha convertido en una espada de Damocles; con ella el Ejecutivo ha espoleado la inseguridad jurídica creando una batalla política con el mercado de alquiler de viviendas”, cuestiona el presidente de la patronal inmobiliaria, Benito Iglesias.

Las ciudades no son ajenas a la merma de esta oferta de viviendas en arrendamiento. En solo ocho meses, las urbes sufrieron una nueva reducción en su cartera de inmuebles disponibles. En concreto, un 3,3% menos: frente a los casi 2.900 en el circuito de comercialización en diciembre del año pasado, en la actualidad se ofertan 2.775. A la cabeza de esta caída se coloca A Coruña, con un 20% menos; seguida de Pontevedra (-16,6%), Lugo (-11,7%) y, finalmente Santiago (-8%). La excepción en estos meses han sido Vigo, (7,6%), Ferrol (5,2%) y Ourense (35%) que atrajeron a más propietarios el mercado del arrendamiento.

Demanda

Tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la opción del alquiler cobró fuerza frente a la vivienda en propiedad. La crisis del COVID no ha hecho más que fomentar la demanda del mercado del arrendamiento, una opción más accesible que la compra. En la actualidad el 14% de los hogares gallegos viven en régimen de alquiler: más de 172.000 frente a los poco más de 111.000 de hace diez años, lo que supone un 55% más y cinco puntos más de la tasa que representaba entonces en el conjunto del mercado residencial (9%).

En el caso de las ciudades, se pasó de 63.000 pisos arrendados en 2010 a más de 103.000 a día de hoy, un 64% más. Y de las siete urbes gallegas, A Coruña es la que concentra el mayor volumen de hogares en régimen de arrendamiento, el 29% de su mercado residencial con un total de 29.200. Le sigue en el ranking Vigo (28,5%, con 32.850), Ourense (24,5%), Santiago (22,5%), Lugo (21,20%) y Ferrol (20%). Solo Pontevedra se queda por debajo de la barrera del 20% de los hogares en régimen de arrendamiento, con un 16%.

Desde la patronal inmobiliaria advierten de que la clave está en “dar seguridad y certidumbre jurídica al mercado, aumentar la oferta de viviendas y buscar fórmulas de colaboración público privada”.

El sector augura que la demanda en arrendamiento continuará al alza en los próximos años, por ello ve “indispensable” un marco jurídico “estable y favorable”, que no incluya penalizaciones a las viviendas vacías ni regulaciones del precio del alquiler. Frente a esto último, la patronal propone la deducción del 100% en el IRPF y en el IBI a aquellos que alquilen sus inmuebles a un precio por debajo de mercado. “ A diferencia de lo que sucedió en la crisis de 2008, ahora la mayor parte de los desahucios se van a producir en el mercado del alquiler; para solucionarlo no valen moratorias de las rentas ni créditos ICO”, concluye Iglesias.

Sareb, bancos y fondos de inversión tienen en cartera más de 14.500 viviendas

En Galicia apenas hay grandes tenedores, propietarios de al menos diez viviendas: nueve de cada diez arrendadores del mercado tradicional en la comunidad son pequeños propietarios. Y en el caso de los pisos turísticos, el 80% solo tienen un inmueble frente al 20% que gestionan dos o más propiedades, según datos de la patronal inmobiliaria. A la cabeza de las viviendas en cartera en Galicia está el banco malo, la sociedad estatal que se encarga de vender y gestionar los préstamos e inmuebles de las entidades financieras que fueron rescatadas en plena crisis inmobiliaria en la década pasada. Más de 8.000 inmuebles están en manos de la Sareb en Galicia por un valor neto contable superior a los 500 millones de euros y por préstamos que ascienden a más de 1.000 millones. Pero no solo el banco malo acumula un gran volumen de pisos. Hay fondos de inversión como Blackstone, Cerberus, Lone Star y Apollo, con 3.500 viviendas en cartera. A estos inmuebles hay que sumar otros 3.000 que poseen las grandes entidades financieras que no fueron rescatadas.

Promoción pública

“Si estas viviendas se pusieran en el circuito de comercialización en alquiler se abarataría el precio al engordar una oferta que ya se ha reducido considerablemente y que seguirá haciéndolo”, destaca el presidente de Fegein. Ante el actual déficit de pisos disponibles para arrendar en la comunidad gallega, la patronal inmobiliaria propone que los fondos de inversión con mayor cartera de inmuebles en Galicia creen con un 50% de sus propiedades de procedencia bancaria un parque social de viviendas público en arrendamiento como amortización de sus deudas vigente.