Dos años, ocho meses y 26 días. Parece una condena, pero no lo es. O tal vez sí. Es el tiempo que los astilleros de Navantia Ferrol llevan sin recibir un encargo para construir un nuevo buque.

La última vez que ocurrió fue el 3 de diciembre de 2018, cuando el líder del PSdeG, Gonzalo Caballero, anunció que se iban a construir cinco fragatas F-110 para la Armada española en Ferrol con las que se garantizaba carga de trabajo para la próxima década.

Pero hasta que comience la construcción de la primera, en la segunda mitad del próximo año, solo hay desierto. Lo ha habido durante el último año y lo habrá hasta que lleguen las fragatas. El presidente de Navantia, Ricardo Rodríguez, en su primera visita al astillero ferrolano en mayo pasado, aseguró sobre la necesidad de dotar de carga de trabajo a la factoría que “no hay nada y que no ve que en el futuro próximo tengamos actividad”, aseguran desde el comité de empresa.

Es cierto que las cinco fragatas son carga de trabajo suficiente para una década, pero lo serán a partir de mediados de 2022. Aunque esta fecha tampoco parece ser la buena. En mayo pasado, el vicepresidente económico y conselleiro de Economía, Empresa e Innovación, Francisco Conde, advirtió de que no habrá ocupación para las auxiliares en Ferrol hasta el año 2023. La previsión que maneja la empresa es que la primera se entregue en 2026 y la última en 2031.

Desde el anuncio de la construcción de las cinco fragatas, del que hoy se cumplen 1.000 días, Navantia Ferrol ha ido tirando de los dos buques tipo AOR que construía para la Armada de Australia. Pero cada vez la carga de trabajo era menor. Hace un año, el primero de ellos abandonó el astillero, y el segundo lo hizo el pasado mes de mayo. Este había sido botado en agosto del año pasado, por lo que la carga de trabajo ya se había reducido al mínimo. “No tenemos nada que hacer; una banda de música que no toca”, se lamentó el comité de empresa tras la marcha del segundo barco australiano. Como consecuencia, la factoría ferrolana entró en subactividad, ya que no tenía ningún contrato que materializar y sigue sin tenerlo.

También es cierto que la empresa ha participado en este tiempo en más de una docena de pujas para construir nuevos buques, pero al final ninguna ha fructificado.

La única opción que les quedaba a los operarios de los astilleros de Navantia Ferrol para conseguir carga de trabajo antes de que comiencen con la primera de las cinco fragatas es que el Gobierno encargase un nuevo AOR, como los que han construido para la Armada de Australia.

Sería un contrato puente que permitiría compensar ese vacío de casi dos años y medio entre el fin del programa para Australia y el inicio de las cinco fragatas F-110.

En el caso del AOR, todo el trabajo de ingeniería ya estaría hecho (no es el caso de las F-110 que ha tardado un par de años), y solo haría falta que se suministrase el material y el equipamiento para comenzar su construcción en un breve espacio de tiempo. Sería un barco que daría trabajo a toda la plantilla y a una gran parte de las empresas auxiliares. Pero tampoco ha sido posible.

Y mientras, la sangría de puestos de trabajo perdidos en la industria auxiliar no ha parado. “La Administración está tranquila con la garantía de las F-110; el astillero no va a cerrar, pero la industria auxiliar puede que desaparezca y los trabajadores tengan que emigrar”, advierten desde el comité de empresa, que baraja una horquilla de entre 1.200 y 1.500 trabajadores de las auxiliares que en los últimos meses han dejado el astillero debido a la falta de carga de trabajo, una vez se han completados las tareas que cada una de las compañías tenía encomendadas en la construcción de los dos buque australianos. “En Navantia Ferrol están ahora menos de la mitad”, resumen fuentes de los trabajadores.

Cinco presidentes en cuatro años

Imaginemos un equipo de fútbol que cambia cinco veces de entrenador en menos de cuatro años. Sale más de un entrenador por temporada. Esta es la situación que ha vivido Navantia. En los últimos cuatro años han pasado hasta cinco personas por su sillón presidencial. José Manuel Revuelta ha sido el más longevo: cinco años. Entre abril de 2012 y abril de 2017. Después llegó el mugardés Esteban García Vilasánchez, que estuvo en el cargo 15 meses hasta que con el cambio de Gobierno fue sustituido por Susana de Sarria, que estuvo al frente de Navantia dos años y dos meses. Con ella en el cargo, se produjo el anunció de las cinco F-110 por un importe de 4.317 millones que “permitirán la creación de 7.000 puestos de trabajo en Ferrol y su comarca”, según avanzó el Ejecutivo en su momento. Tras ella llegó Belén Gualda, que ha sido la más efímera de todos: solo estuvo cinco meses en el cargo, entre octubre de 2020 y marzo de 2021. Desde esa fecha, el presidente de Navantia es Ricardo Domínguez.