El albariño vive un momento dulce. Es de los pocos que han aumentado las ventas en plena pandemia y con la hostelería trabajando a medio gas, y cada vez son más los países en los que se beben estos caldos gallegos, rodeados de una aura de prestigio y calidad. Por ello, no es de extrañar que cada vez más grupos empresariales de fuera de Galicia se fijen en este vino. Una quincena de bodegas de albariño han cambiado de manos en los últimos años, y son propiedad actualmente de empresas de La Rioja, Rioja Alavesa, el Penedès o Murcia, en la mayoría de los casos con una larga tradición vitivinícola.

El mundo del albariño, de hecho, ha llamado la atención de algunos de los gigantes del mundo del vino español, como es el caso de la Familia Torres, que compró el pazo Torre Penelas, de Portas, y ha montado en él una bodega de albariño. La familia Torres es originaria del Penedès (Cataluña), y está vinculada al mundo del vino desde el siglo XVII. Produce caldos en nueve denominaciones de origen de España y vende en 150 países. Otro ejemplo del creciente interés de los inversores por el albariño es la compra de Chan de Rosas (Ribadumia) por Premium Fincas, un grupo financiado por inversores chinos con viñedos en cinco denominaciones de origen españolas. Es el primer proyecto empresarial con financiación asiática en el mundo del albariño que, precisamente, suspira desde hace años por introducirse en China, que es el país con más multimillonarios del mundo.

Nombres históricos del mundo del vino han desembarcado en Galicia con proyectos para producir albariño, como por ejemplo Ramón Bilbao, que adquirió en su día Mar de Frades (Meis). Hoy, ambas marcas pertenecen a un grupo mayor, Zamora Company, propietario también de Licor 43, Gressy o El Afilador.

También es relevante la llegada de Bodegas Familia Chávarri, una empresa que produce vinos desde 1882, por lo que es la bodega más antigua de Rioja Alavesa. Empezaron a comercializar albariño hace dos décadas bajo la marca Lagar de Indra y viendo el interés creciente que despertaba la marca y la propia denominación de origen, decidieron consolidarse mediante la adquisición de una bodega propia. El proyecto cristalizó con la compra de lo que en su día fue Castrocelta, en Sisán (Ribadumia), y Familia Bodegas Chávarri embotellará este año la que será su primera añada de albariño en su nueva bodega.

Otro de los grandes grupos vinateros que han apostado por este vino es González Byass, una familia jerezana que produce vinos desde 1835 y en cuya cartera figuran marcas de primer nivel, como Tío Pepe o Soberano. González Byass adquirió Pazos de Lusco, que pertenece a O Condado. En esta misma subzona de la denominación de origen, Marqués de Vargas ha adquirido Pazo de San Mauro, la corporación Inveravante (de origen gallego, pues perteneció a Manuel Jove) se hizo con Viña Nora, y Bodegas Fillaboa ha pasado a manos del grupo asturiano Masaveu.

En O Rosal, el grupo La Rioja Alta adquirió Lagar de Cervera, incluyendo una plantación de 77 hectáreas. Se trata de otra de las empresas más antiguas del mapa vitícola español, pues produce vinos desde 1890. También en O Rosal, la compañía portuguesa Sogrape Vinhos, dueña del popular Mateus Rose, ha adquirido Santiago Ruiz. Sogrape es el mayor grupo vitivinícola luso, con una facturación anual que ronda los 170 millones de euros.

En O Salnés, Freixenet gestionó en el pasado el pazo de Baión y compró posteriormente Vionta (la antigua Agnus Dei, de Meaño). En la actualidad, la bodega arousana es de una parte de la familia Ferrer, propietarios del fabricante de cava hasta que compró la empresa la multinacional alemana Henkell. Agro de Bazán (Vilanova) pertenece ahora a Bodegas Baigorri; Pazo de Barrantes a Marqués de Murrieta; y Pazo de Cillero a Muriel Wines, todos ellos grupos riojanos. Lagar da Condesa ha sido adquirida por Juan Gil Bodegas Familiares (Jumilla), y Bodegas La Caña es de Jorge Ordóñez (Málaga).