Bajo una línea del cielo dibujada por grúas cigüeña, duerme Ferrol. Hace más de dos años que no suenan las sirenas de la mejor banda sonora de la ciudad: las que acompañan a cada botadura, donde el buque recién nacido se bautiza en la ría montado por los trabajadores de Navantia y de las auxiliares. La última se celebró en agosto de 2019. Y en los últimos meses, el naval público gallego sólo acumula desocupación. Sin embargo, según pudo saber este periódico, Navantia pisa el acelerador en el programa de las F-110. En marzo del próximo año llegará el corte de chapa del primer bloque piloto de la primera fragata, y en abril se hará lo mismo con la segunda F-110. De este modo, los talleres de los astilleros ferrolanos estarán ocupados en la próxima primavera. Este nuevo horizonte supone un adelanto de un trimestre con respecto a lo previsto inicialmente, ya que esa carga de trabajo se esperaba más hacia el verano.

Atrás quedan meses en blanco para la construcción militar, que afectan sobre todo a las subcontratas con despidos en sus filas. Según indica Navantia, el año dorado llegará a Ferrol en 2023 . En esas fechas, el programa de las cinco fragatas F-110 para la Armada española se encontrará en su apogeo. Y empleará “anualmente a 5.000 personas (empresa pública, subcontratas y suministros)”. Y además se prevén 4.000 puestos de trabajo inducidos (hostelería, servicios). Junto a estos cálculos de 9.000 personas beneficiadas por este macrocontrato de Navantia, la propia compañía destaca “el desarrollo tecnológico que aporta riqueza para este país, con la participación de más de 500 empresas españolas”.

Según marca su calendario, las F-110 se encuentran actualmente en la fase de desarrollo de la ingeniería de detalle. Desde Navantia apuntan que “en un programa tan complejo como el de diseño y construcción debe seguirse la metodología de ingeniería de sistemas de forma rigurosa y minuciosa”. Y el desarrollo de la solución en la fase de ingeniería funcional “tuvo su colofón el pasado mes de mayo, con la superación de la Revisión Preliminar del Diseño (PDR según las siglas utilizadas en inglés)”. Y en junio se realizó la Revisión Crítica del Diseño (CDR), que confirmó la solidez de la planificación de la fragata en un salto tecnológico tanto para la transformación digital de la empresa como para las capacidades de la Armada española.

Ya desde la pasada primavera, la fábrica de turbinas de Navantia Ferrol trabajaba en un gran bloque para el Centro de Integración de Sistemas en Tierra de las F-110 (que tendrá su base en Rota y permitirá realizar ajustes similares al entorno de operación marino). Y continúan los trabajos de contratación de equipos y materiales del navío que revolucionará a la Armada. La empresa pública destaca especialmente “el alto grado de nacionalización de los contratos en el apoyo a la ingeniería (100%) y en la compra de equipos (70%)”.

A pesar de los retrasos iniciales en la ejecución material del proyecto, con repercusión negativa en las auxiliares, la empresa pública señala que las F-110 “están trayendo un gran impacto al desarrollo del sector naval nacional”. Y en cuanto a las tecnologías, aplicables tanto al ámbito militar como al civil, “serán trasladables a otros productos para el mercado español y también para el internacional”.

Aún antes del corte de chapa, el programa ya moviliza en la factoría ferrolana a más de 400 personas (más de 500 en todo el país) “y el impacto multiplicador supera las 2.000 personas”. En términos de contratación, para 2026 se espera el siguiente resultado: “Unos 1.300 recursos propios, 2.100 subcontratados y 3.100 indirectos”.

Importante papel juega en este macroproyecto el Gemelo Digital (réplica virtual que simula los diferentes escenarios con los que se encontrará el nuevo buque militar), fruto de la colaboración con el Ministerio de Defensa (tanto por parte de la Armada como de la Dirección General de Armamento y Militar). Esa alianza también se produce en otras disciplinas como ciberseguridad, sistema de servicios integrados, propulsión híbrida o comunicaciones. Navantia incide en que este avance tecnológico consolidará la posición internacional de Ferrol como “polo de excelencia en el diseño y fabricación de fragatas”.

De hecho, Ferrol nació como ciudad en torno al naval. Y a lo largo de sus últimos 250 años, se coronó en diversas ocasiones como reina del sector a nivel mundial. Con un presente más que incierto, producto de las sucesivas reconversiones y otras decisiones políticas, esta zona industrial vuelve a depender de sus astilleros.

Los astilleros siguen en blanco y sin entrada de las auxiliares

La historia es cíclica. Sobre todo para territorios con monocultivo industrial. Los astilleros alimentan a Ferrol... pero también provocan sus continuas crisis cuando se quedan sin carga de trabajo. Ya en verano, se acumulaban 1.800 despidos entre las auxiliares debido a la carencia de contratos. A finales de mayo, partía hacia Australia el último gran encargo: el buque logístico Stalwart. Y cuando se corte la chapa de la primera F-110, el astillero llevará casi ocho meses sin ocupación en construcción de barcos militares. Desde Navantia indican que “las F-110 proporcionarán una importante carga de trabajo en los próximos diez años”. Pero hoy en día las auxiliares no entran en los astilleros, ante la falta de encargos inmediatos. Y además de la pérdida de empleo en estas subcontratas, una firma como Electrorayma vive días de conflicto. Su dirección presentó una demanda contra Navantia por 4,7 millones de euros, debido a supuestos sobrecostes en los dos buques AOR para Australia. Y sus operarios ven en riesgo su futuro, por lo que han protagonizado protestas como bloqueos a las puertas de la factoría. Justo ayer, entraban en A Coruña en una caravana de coches para reunirse con la subdelegada de Gobierno. María Rivas se comprometió con ellos a alcanzar un acuerdo con las dos empresas.