El grupo empresarial Sacyr, a través de su filial Tungsten San Finx SL, acaba de presentar un nuevo proyecto de vertido de aguas residuales depuradas para lograr la autorización de la Xunta e iniciar la explotación de su mina de estaño y wolframio en San Finx-Vilacova, en el municipio coruñés de Lousame. Minerales como el wolframio (tungsteno), el cobre o el tántalo (uno de los componentes del coltán), han subido mucho su valor en los últimos años, y ante la actual falta de materias primas a nivel mundial, aún se cotizan más.

Augas de Galicia inició el trámite de exposición pública de la solicitud de Tungsten San Finx SL para verter, anualmente en la fase de explotación, 631.836 metros cúbicos (es decir, 631 millones de litros al año) de aguas residuales tratadas al río Pesqueira o rego de Rabaceiros, en la cuenca de la ría de Muros y Noia.

Tungsten suspendió temporalmente en 2017 su actividad en San Finx tras iniciar los trabajos previos al arranque de la explotación ante la necesidad de contar con las autorizaciones para gestionar todo el volumen de agua que se genera en este tipo de minas.

La empresa había contratado a más de una treintena de trabajadores para esta actividad, muy criticada por las entidades ecologistas por el impacto del vaciado de las galerías y los niveles de metales que se generarían. La exeurodiputada Lidia Senra llevó al Parlamento Europeo en 2016 la falta de estudio de impacto ambiental de la renovada actividad y recordó cómo en los años cincuenta reventó la balsa de esta mina,vaciándose en el valle.

En la fase previa a la explotación de la mina de Lousame, que según la empresa durará año y medio, se verterán 65.000 litros a la hora de aguas residuales industriales de achique, bombeadas; 10.000 litros de residuales industriales de achique conducidas por gravedad; y un caudal máximo de 150 millones de litros al año de residuales industriales de escorrentía procedentes de la zona industrial, tras su depuración.

Las aguas pluviales externas a la explotación, procedentes de las laderas de la mina, se recogerán en las cunetas y se conducirán al rego das Rabaceiras. Las residuales industriales de achique bombeadas, procedentes de varias galerías cuando esté la mina en explotación, se conducirán a una balsa de decantación de 2,2 metros de profundidad y de ahí irán a una planta de tratamiento. Esta depuradora tendrá tratamiento químico con sosa y un reactivo para metales pesados, cuatro tanques donde se producirá la precipitación de los metales pesados, sistema de tres filtros y tanque de aguas filtradas para almacenar. Las aguas fecales generadas en la instalación se recogerán y almacenarán en un depósito estanco de 30.000 litros, un pozo negro.

El proyecto de la empresa estará en exposición pública para que pueda ser consultado durante un plazo de treinta días en las oficinas de Augas de Galicia en Santiago.

Sacyr también es la propietaria de otra mina de wolframio y estaño en Galicia, la de San Juan, en el concello ourensano de A Gudiña.

El oro negro de una mina histórica

La mina de San Finx es tan simbólica para el municipio que es lo primero que se ve, a toda pantalla, al abrir la página web oficial del ayuntamiento. Hoy en día hay un museo y visitas guiadas (se conservaron bien los edificios y la maquinaria, después restaurados). El wolframio fue el oro negro hasta después de la Segunda Guerra Mundial y fue el motor económico del municipio y la comarca, al igual que ocurrió en otros lugares. Los alemanes venían en su búsqueda (como a Monte Neme entre, Malpica y Carballo) porque es el mineral de más elevado punto de fusión, ideal entonces para reforzar los tanques.

San Finx es una mina que comenzaron a excavar empresarios ingleses en la década de 1880 sobre todo por el estaño. A partir de 1930 ya en manos españolas se empezó a extraer wolfram y el auge llegó con la guerra. Se cerró en 1990. En el año 2009 la sociedad Incremento Grupo Inversor la reabrió pero ante la falta de financiación paró en 2013, aunque Valoriza (empresa de Sacyr), la compró dos años después a través de Tungsten e inició trabajos y trámites para adaptar esta mina a las máquinas y técnicas actuales y sobre todo a la actual normativa y exigencias medioambientales de hoy en día. En esta explotación, según la propia Sacyr, existen aún reservas de 800.000 toneladas de mineral, tanto de casiterita (estaño) como de wolframita.

Un reciente estudio de la Universidad de Oviedo indicó que en esta mina existe presencia de uraninita, un derivado del uranio. La Xunta reclamó hace unos días a Tungsten un estudio radiológico por este motivo, a requerimiento del Consejo de Seguridad Nuclear.