Al igual que El Halcón Maltés, el futuro del campo gallego se traza con el material que se forjan los sueños. El camino resulta sumamente complicado: entre los bajos precios de la leche y el imparable incremento de los costes. Pero surgen proyectos para mejorar la calidad de vida agropecuaria. Desde la Cátedra Hijos de Rivera-UDC de Desenvolvemento Sostible, los arquitectos María Carreiro y Cándido López preparan el diseño de granjas igualitarias, adaptadas al entorno y autosuficientes energéticamente. La iniciativa, que aún tendrá que llevarse a la práctica, consiste en pequeñas construcciones prefabricadas de madera. Podrán montarse y desmontarse sin dejar huella, y no necesitarían las licencias de la Ley del Suelo. Y perseguirían el siguiente objetivo: “Queremos mejorar la calidad de vida de los ganaderos”.

¿Qué diagnóstico realizan de la situación actual? “En las explotaciones de una finca grande suelen aparecer casetas de obras sin aseos ni vestuarios específicos, los trabajadores se cambian en sus casas, hacen fogatas para las comidas si están en el monte, si llueve no tienen donde resguardarse”, enumera María Carreiro. Para modernizar las instalaciones agropecuarias, los arquitectos con estudio en A Coruña conversaron con personas del sector: “Y nos apuntaron el inconveniente de la falta de recursos, lo que impide que más gente se dedique a esta actividad”. La propuesta de Carreiro y López pasa por “pequeños elementos prefabricados de autoconstrucción, reversibles para después retirar sin dejar huella”. Sumarían energías renovables con soluciones tradicionales como los inodoros secos, “sin un gran infraestructura colectiva”.

Se trata de un regreso a las raíces, pero con las tecnologías del siglo XXI. La estética sigue los pasos de “las construcciones tradicionales de cuando llevas las vacas al prado a pastar, apoyadas en los muros e integradas en el paisaje... usaremos tablero de madera natural o industrial en vez de chapa metálica...y aunque después queden en desuso se adaptarán al entorno”. Como insiste Cándido, “queremos dotar de dignidad al trabajo de campo y mejorar sus condiciones, adaptar esa labor manual al contacto con la tierra y el sol”.

La adaptación se hace tanto a la geografía y clima gallegos como a los estrictos horarios del campo. Y el interior de estas granjas sostenibles se divide en zonas de almacenaje, las propias instalaciones y el personal: esta última con circuito limpio y sucio. “Llegas, te cambias, trabajas y te vuelves a cambiar para volver a tu casa; dispones de espacios para comer al resguardo o en el exterior si hace sol”, explica María. Y cuenta con todos los servicios para un trabajador externo que no viva en la granja: aseo, ducha y taquillas.

María Carreiro incide en la importancia de “dar respuesta a los tiempos de igualdad, con privacidad para las mujeres que trabajan en el campo, con circunstancias como la menstruación”. Y a la red de servicios, se incorporan paneles fotovoltaicos para la electricidad, aprovechamiento de aguas pluviales y sistemas de depuración natural. Como recalca Cándido, “queremos equilibrar la tecnología punta con la lectura del paisaje y la adaptación a la tradición”.

Viaje a las vanguardias de principios del siglo XX

Tras el diseño, el desarrollo ideal de esta granja sostenible pasaría por un proyecto piloto. Explica Cándido López: “Queremos construcciones reversibles, para reutilizar los elementos en caso de demolición y entrar en la economía circular”. La iniciativa se enraíza en el trabajo agrario, con investigaciones en la Europa central de principios del siglo XX. “Se encontraban en auge las vanguardias arquitectónicas, con la idea de que los obreros tuvieran a su disposición una pequeña parcela para completar su alimentación y evitar la alineación”, analiza María Carreiro. En la propuesta de la Cátedra Hijos de Rivera-UDC, se pasa de la antigua caseta de obra a una edificación de madera que podrá montarse in situ e incorporar piezas como una pérgola. Desde 2013, en Galicia hay que pedir licencia para una pequeña construcción agraria. Pero no se necesitaría en estos elementos reutilizables. Los artífices de las granjas sostenibles quieren ahora implicar a los concellos (Fegamp) y a las asociaciones agrarias.