El sector pesquero gallego y del resto de España despertaba ayer con una de esas noticias que nunca espera recibir. El naufragio del Villa de Pitanxo, un arrastrero congelador con base en Marín que se hundió este martes en aguas de Terranova, a 250 millas náuticas (unos 460 kilómetros) de la capital, St John’s. En torno al mediodía, cuando la información trascendió de la industria a la opinión pública, los peores temores se convirtieron en tragedia: de los 24 tripulantes del buque, tan solo se encontraron a tres con vida: el capitán, Juan Padín, su sobrino Eduardo Rial y un tercer superviviente, integrante de la dotación del pesquero, cuya identidad no ha sido confirmada hasta este miércoles, cuando ha trascendido que se trata de un marinero vecino de Marín y natural de Ghana.

La tripulación del "Villa de Pitanxo"

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Los marineros del 'Villa de Pitanxo' LOC

El resto de desaparecidos: Francisco De Pazo (Marín), Pedro Herrera Couso (Marín), Ricardo Arís García (Marín), Francisco Manuel Navarro (Canarias), Jonathan Calderón (Perú), Samuel Kwesi Koufie (Ghana), Martín Quino (Perú), Martín P. (Perú), Edemon Okutu (Ghana) y Michael (Ghana).

Los tres supervivientes Se encontraban en una de las balsas salvavidas localizadas por otro pesquero, el Playa Menduiña Dos, cuya tripulación estaba en shock por la recuperación de seis cuerpos más sin vida, presumiblemente debido a la hipotermia.

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Testimonios de familiares y allegados de los náufragos de Terranova: "Nos dicen que se sabrán más datos en dos o tres días" Marta Clavero

El Novo Virgem da Barca, arrastrero portugués, localizó más tarde los restos de otro marinero, mientras que otros tres fueron encontrados más tarde. Ambos barcos, junto con los guardacostas de Canadá y el resto de embarcaciones que se sumaron al operativo, continuaban buscando ayer a última hora a los 11 tripulantes restantes.

El Villa de Pitanxo, de 50 metros y construido en 2004, había salido el pasado 26 de enero del puerto de Vigo con rumbo al caladero comúnmente conocido como NAFO, siglas en inglés de Organización de Pesquerías del Atlántico Noroeste.

A bordo viajaban 24 tripulantes, de los que 16 eran de nacionalidad española y el resto de Ghana (cinco) y Perú (tres). De los nacionales, diez eran españoles de nacimiento: tres de Marín, otros tantos de Cangas, y los restantes de Moaña, Bueu, Huelva (aunque probablemente llevase años residiendo en Galicia) y otro, un observador del Instituto Español de Oceanografía (IEO), era canario, según confirmaron fuentes de la Xunta.

EL NAUFRAGIO

Las alarmas saltaron casi a las 5.30 horas española (después de la medianoche en Terranova). El Centro Nacional de Coordinación de Salvamento Marítimo (CNCS), situado en Madrid, recibió dos alertas que emitía el pesquero al otro lado del Atlántico. Eran las radiobalizas, que al contacto con el agua habían saltado para emitir su posición. Junto al Joint Rescue Coordination Center (JRCC) de Halifax, Canadá, se desplegó un operativo para intentar auxiliar al pesquero tras no obtener respuesta en los intentos para comunicarse con el capitán. Los canadienses enviaron un helicóptero CH149 Cormorant, un avión Hércules y el buque Cygnus.

En medio de la noche y entre olas de 5 a 6 metros, el capitán del Playa Menduiña Dos, de Moradiña, fue avisado para que buscase por la zona cualquier indicio del buque desaparecido. Al llegar al punto de la última posición registrada, lo que se encontró fueron las balsas salvavidas del barco marinense junto a muchos objetos dispersos. En su interior estaban, con síntomas de hipotermia, los tres tripulantes rescatados y seis cadáveres, según confirmaron los guardacostas de Canadá, que avanzaron que en total se hallaron dos balsas en el agua, una de ellas vacía (se lanzaron automáticamente).

EL DISPOSITIVO DE BÚSQUEDA

El Novo Virgem da Barca localizó más tarde el séptimo cuerpo sin vida, según informaron desde Halifax a Salvamento a las 18.52 horas. Tres horas más tarde los canadienses comunicaron el hallazgo de los restos de otras tres personas: dos los localizó el buque Maersk Nexus; el otro, el pesquero luso Franca Morte.

Desde la casa armadora dueña del Villa de Pitanxo, Grupo Nores, emitieron un breve comunicado pasadas las 15.30 horas. A través de la_Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), la firma del histórico armador Manuel Nores explicaba que “todos los esfuerzos” estaban “centrados en el rescate de la tripulación” y que, por el momento, “se desconocen las causas que pudieron motivar el naufragio”. El barco, de hecho, no fue localizado.

HUNDIMIENTO

Fuentes del sector consultadas avanzaron que el hundimiento tuvo que ser “en solo unos minutos”, porque la tripulación no tuvo tiempo ni de saltar a las balsas salvavidas ni de ponerse los trajes de supervivencia, clave para aguas tan frías como las Terranova. Las primeras hipótesis apuntan a una pérdida de estabilidad durante la subida del aparejo, que habría dejado al buque más alzado en la proa y a merced de un golpe de mar. Fuentes cercanas a la tripulación informaban que el arrastrero habría dado dos fuertes bandazos entre las olas antes de darse la vuelta y hundirse.

SOLIDARIDAD POR LA TRAGEDIA

La tragedia del Villa de Pitanxo invadió los medios de comunicación y las reacciones llegaron de todas partes. Desde la industria, con patronales del sector como la propia ARVI, Cepesca o Conxemar, hasta la clase política, especialmente de la rama pesquera como el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas; la conselleira del Mar, Rosa Quintana, o el comisario de Pesca comunitario, Virginijus Sinkevicius. El último en hacerlo fue el rey Felipe VI, que transmitió su solidaridad al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y a la alcaldesa de Marín, María Ramallo, por el naufragio del pesquero.

Según informaron fuentes de la casa real, el rey transmitió también todo el reconocimiento al sector y al colectivo de la pesca, a las tripulaciones de altura y a las familias ante una tragedia sin precedentes recientes.

Feijóo, por su parte, habló ante los medios después del Comité Ejecutivo del PP, que había comenzado con un minuto de silencio por el “terrible suceso de Canadá”, según fuentes de la formación. El presidente de la Xunta no quiso hacer declaraciones y manifestó que tenía “la cabeza” en el barco gallego que ha naufragado y sus familias “que probablemente han perdido a sus seres queridos”. “No estoy para valoraciones políticas”, zanjó.

La alcaldesa de Marín, de dónde era el buque, señaló por su parte que el suceso era “un golpe tremendo” no solo para el municipio, sino para toda la comarca de O Morrazo.

La Xunta avanzó que se va a declarar hoy el luto oficial en toda Galicia en un consello extraordinario. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también mostró sus condolencias a través de la red social Twitter.

También se ha guardado un minuto de silencio en la Universidad Laboral de Culleredo, de la que fue alumno del Ciclo Superior de Transporte Marítimo y Pesca de Altura el curso pasado Raúl González Santiago, uno de los tripulantes del "Villa de Pitanxo" que continúa desaparecido.

Concentración en la Universidad Laboral en apoyo a los familiares del buque 'Villa de Pitanxo'

Concentración en la Universidad Laboral en apoyo a los familiares del buque 'Villa de Pitanxo' Víctor Echave

Capitanes gallegos, sobre Terranova: “El tiempo allí es malísimo”

La zona en la que naufragó de madrugada el Villa de Pitanxo es conocida entre los capitanes por sus difíciles condiciones climatológicas. Situado frente a la costa este de Canadá, el caladero “es muy duro” para realizar las históricas labores de pesca de la flota comunitaria, principalmente la gallega y la portuguesa, debido a que “el tiempo allí es malísimo”, según explican algunos capitanes que trabajaron en la zona. De hecho, la propia subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba, aseguraba ayer que la temperatura del agua “es terrible”, mientras que patrones en la zona hablaban de olas de 5 metros de altura y 40 nudos de viento.

El área, regulada por la Organización de Pesquerías del Atlántico Noroeste (cuyas siglas, en inglés, son NAFO), es una zona de pesca casi tan mítica para la flota como la de Gran Sol. Sus aguas, otrora ricas en especies de gran valor como el bacalao (antes de que colapsase), fue escenario de la peregrinación de los barcos españoles, tanto del País Vasco como, por supuesto, de Galicia. Con la merma de las embarcaciones bacaladeras, el censo de oficial de este caladero fue también disminuyendo paulatinamente hasta quedar reducido a 20 unidades.

Conocida por la fiereza de sus aguas, en esta época del año la zona tiene una temperatura en el agua que oscila entre los 2º y los 4º, con vientos de más de 30 km/h, rachas que podrían alcanzar los 70 km/h y olas que superan los 5 metros de altura, según lo registrado en la zona del hundimiento, situada a 460 kilómetros desde la ciudad de St. John’s, capital y mayor ciudad de la provincia canadiense de Terranova y Labrador.

"INVIERNOS MUY DUROS"

“Es un caladero con inviernos muy duros”, explicaba ayer un curtido capitán acostumbrado a otras gélidas aguas, algo más al norte y al este del Atlántico norte, en Svalbard. Si algo tienen en común ambos caladeros es la extrema temperatura del agua, en el que la supervivencia, dice, “es cuestión de minutos” si no se lleva puesto un traje de supervivencia, equipación que según las primeras informaciones los marineros del Villa de Pitanxo no tuvieron tiempo de ponerse por lo repentino del naufragio.

Comparado con el otro extremo del Atlántico, al sur, en el entorno de Malvinas, los capitanes consultados explican que NAFO “no tiene nada que ver” en cuanto a su dureza. “No hay un sitio tan duro, no tiene comparación, ni con Malvinas ni con ningún otro sitio, casi”, indicaba otro patrón, ya retirado.

“Allí el mal tiempo es normal, con fuertes heladas, con peor tiempo que, por ejemplo, en Malvinas”, añade otro capitán desplazado precisamente ahora al archipiélago en el que trabajan hasta 40 buques de capital gallego, tanto dentro como fuera de aguas.

CONSTERNACIÓN

Los mismos capitanes se mostraron “consternados” por el fatal accidente del Villa de Pitanxo. “Casi todos tenemos a alguien conocido, porque en un barco u otro siempre acabas conociendo a alguien”, lamentaba un capitán, de Cangas. Otro de un barco de Marín, en este caso de la armadora Pesmar, se sentía aliviado al saber que tanto el capitán, Juan Padín como su sobrino, Eduardo Rial, sobrevivieron. “Los conozco porque son de la zona, ojalá encuentren a los demás”, comentaba entristecido.