El proceso productivo anual del campo es un ejercicio de supervivencia desde tiempo inmemoriales, pero con la llegada de la pandemia y la guerra todavía más. A este cóctel de circunstancias negativas hay que añadirle unas temperaturas que en Ourense llegaron a los 44º y donde las lluvias escasean desde los meses de invierno, con un año hidrológico histórico por la falta de recursos hídricos. “Mira, como está. Está todo seco, se le nota bien y hay muchos más así, la mayoría de esta zona diría que están así, secos”. Esas son las palabras de Carlos Rivas, de Cereales y Forrajes San Roque, que tiene una extensión de 175 hectáreas de cereal entre las zonas de Allariz y Sandiás.

Carlos Rivas, agricultor de cereal en Ourense. | // IÑAKI OSORIO

Su producción se está reduciendo por el cambio climático que cada vez ataca más al el sector del campo desde la raíz, con un desarrollo evolutivo de los productos que hace que sean de menor tamaño y que se pierda cosecha por la sequía y el abrasamiento de la radiación ultravioleta del sol, cada vez más intensa. Hace que las producciones agrícolas de ciertos tipos de cereales en la provincia se reduzcan. La Asociación de Empresarios, Ganaderos y Agricultores de A Limia (Adegal) es clara al respecto: “En el cereal de primavera, las temperaturas hicieron que la producción se viera muy afectada, estamos hablando del ciclo corto por ejemplo”. Carlos Rivas también incide que “en la producción de secano se está quemando el cereal porque la planta no resiste las altas temperaturas que tuvimos este año en la provincia. El cereal puede resistir hasta 3 grados de temperatura, pero no 40 como hizo en algunos días que eso era insoportable para la producción”. Y añade que “hay una pérdida de la producción de cereal de secano de entre un 60 y un 70%, por que se quema todo”.

Señala a una zona donde el tallo, la hoja y las espigas presentan un color amarillo y de pequeño tamaño. “Todas estas no sirven, están quemadas, sin embargo esas otras tienen un color verde a ver si las recogemos, dentro de un mes más o menos y logramos sacar una buena producción, aunque no será como en otros años”, dice el agricultor. El precio del trigo está a 0,38 céntimos y el del centeno a 0,32 céntimos. Rivas es sincero y dice que “ahora mismo no merece la pena tener el secano porque tienes más costes que antes y menos producción que nunca. Entonces en el secano no te merece la pena”. Y aclara que “en el regadío sí, porque la producción que se está perdiendo de media por estas temperaturas y este clima es de un 20 o un 30% no más, al menos nosotros”.

Buena producción

A pesar de las condiciones climatológicas que está sufriendo el campo ourensano, desde Adegal, en A Limia, destacan una “producción superior a la del año pasado en colza con cerca de un millón de kilos y de trigo y centeno con 48 millones. En líneas generales está bastante bien”. Y añaden que “uno de los grandes descubrimientos fue la colza en este terreno, donde esperamos su implantación definitiva en la comarca que dependerá un poco de los precios. Si estos se mantienen es un producto que vino para quedarse como cultivo alternativo”. Las plantaciones de la que hablan se abastecen de regadío y “a pesar de que este año ha sido un año poco lluvioso, digamos que evitaron que el trigo se secara, todavía así, el ciclo corto si bajó mucho la producción. La situación se compensa un poco con la producción del otro tipo de trigo y con la colza, por eso el balance es positivo durante este año”.

Ganadería afectada

El campo advertía que sus graneros iban a ser uno de los problemas para la producción de este año y que la ganadería sufriría también unas consecuencias que se prolongan en el tiempo, con grandes sobrecostes y adaptación a las nuevas circunstancias. Ecoleia, en Allariz, es una explotación familiar que lleva produciendo leche ecológica desde 2005 con el firme compromiso por el medio ambiente y una forma de producir respetuosa con el campo. Marcos Quintas, Carmen Cid y Carmen Álvarez reflexionan: “Unos meses los llevas mejor y otros peor”.

Ellos han visto como la reducción de los forrajes de su plantación se ha reducido a la mitad: “La hierba seca y el trigo, que cultivamos nosotros, disminuyó en un 50%, eso es así, las cuentas están claras”. La sequía y las altas temperaturas atacan a un campo que sufre también las consecuencias de la inflación y la guerra, con costes por encima de los beneficios de la producción en los primeros meses. “Hubo meses que estuvimos a pérdidas, pero ahora vamos equilibrando la balanza”, dice Carmen.

Producción de miel

A finales de este mes y comienzos de septiembre comenzará la recolección de miel. Este alimento, como los productos de huerta, no pudo evitar el tremendo impacto de meses de sequía y de temperaturas fuera de lo común. “Aquí en Lalín, la primera mitad del año sí hubo una buena cosecha de brezo, pero la segunda, de castaño y silva se vio muy afectada por el calor”, explica David Liñares, apicultor de Gresande y responsable de la marca Miel Liñares. En un año normal, lo lógico sería que la miel de brezo fuese menor, por las heladas, y que sí abundase la de castaño y silva. Pero la crisis climática se encargó de que apenas cayesen heladas, y además “desde la Feira do Mel de Lalín hasta mayo, apenas llovió y hubo temperaturas de 18 ºC, lo que permitió trabajar a las abejas”. Lo peor vino desde finales de la primavera hasta ahora, con temperaturas muy extremas “que solo permitían a las abejas recolectar néctar hasta las nueve o diez de la mañana” y en plantas muy resecas debido al viento nordés, explica Liñares.

Antonio Gómez, de Mel do Saldoiro, resume de forma muy parecida la actual campaña. “El brezo fue bastante bien en esta campaña, pero en silva y castaño la flor aguantó menos tiempo, por el intenso calor. Recuerdo que en brezo, el año pasado llovió mucho durante la primavera y eso afectó a la producción”. David Liñares comenzó su producción en Gresande, donde tiene núcleos. Las colmenas están repartidas en varias zonas de Red Natura. Uno de los colmenares se localiza en Vilatuxe y, al igual que Antonio Gómez, no tuvo que lamentar pérdidas por los incendios de este verano en zonas de Rodeiro o el más reciente de Lebozán, originado en O Irixo. “Yo tenía colmenas en Bustelo [una de las aldeas afectadas por este fuego], pero el viento cambió de dirección y no me afectó”. El pasado 29 de julio, la Xunta publicada en el DOG una línea de ayudas para apicultores afectados por los incendios, tras el tremendo siniestro que quemó más de 22.600 hectáreas en O Courel y Valdeorras. Las cuantías son de 120 euros por cada colmena muerta, y alimento subvencionado con 100 euros por tres meses, con un límite máximo de 3.000 euros.