Entre aplausos, el histórico dirigente sindical Rafael Pillado, fundador de CCOO en Galicia y militante del PCE, entró pasadas las once y media de ayer en el Palacio de Justicia de Ferrol, donde veinte minutos después comenzaba el juicio por su demanda contra Navantia por exposición al amianto.

“No se salvó ni la gente que estaba en la oficina, mucha murió con problemas sin saber que había muerto por eso”, destacó Pillado ante de entrar en los tribunales, para elevar a 16.000 las “personas afectadas en la comarca, las controladas”. Este juicio, concluye, tiene como “objetivo” abrir un “mecanismo de reclamación colectiva” ante una lacra latente en Ferrol.

A las puertas de los juzgados, se congregaron familiares, amigos e integrantes del tejido asociativo ferrolano, además de personalidades como la abogada Cristina Almeida, a la que conoce desde la recta final del franquismo, cuando Pillado fue punta de lanza de la lucha contra la dictadura desde el astillero ferrolano. Por entonces, la planta pública pertenecía a la Empresa Nacional Bazán, de la que Navantia hereda su legado, y la letrada relató que la lacra del asbesto fue “silenciosa hasta que se reconoció” oficialmente, pero la prohibición del uso de este elemento en diferentes actividades no llegó en España hasta el año 2000. Afirmó que Pillado, que comunicó en febrero de este año que padece un mesotelioma, “le han dado un año de vida” y manifestó que tiene “especial interés en apoyarle en esta reclamación”, que se puede extender a muchos más afectados; por ejemplo, ante el empleo de la uralita en diversas infraestructuras, informa Efe.

La exdirigente comunista advirtió de hay “todavía mucho amianto escondido y no reconocido”, algo que enmarca en el hecho de que su retirada “cuesta dinero y las empresas ocultan la realidad”. Por ello, apeló a la “vigilancia” por parte de la Administración para “apartar todo lo que haya de amianto, exigir que se cambie” allí donde permanezca, también en viviendas públicas, apunta.

Almeida espera que el proceso judicial, que admite que no será sencillo, “sirva para muchos más que tienen el mismo problema” y que el reconocimiento de lo ocurrido no se ciña a dar “unas pesetas más por daños morales; merece que sea escuchado, representa la voz de muchos”. También alerta sobre los casos pendientes de aflorar por “ignorancia y falta de confianza; muchos se encuentran a veces muy solitarios, no han tenido conciencia de sus derechos”, por lo que invita a sumarse al camino que ahora abre Pillado.

A sus 80 años, el sindicalista, protagonista en los sucesos del 10 de marzo de 1972 en Ferrol, en los que murieron Amador Rey y Daniel Niebla por disparos de la Policía franquista, cruzó emocionado la entrada a los juzgados, poco después colapsada por quienes querían acudir a la vista, inviable por ser una sala pequeña la que la acogió.

Justo antes, tras admitir que sufre “problemas para respirar”, censuró que los responsables de la compañía estatal “conocían las consecuencias” de recurrir al amianto, que se usó “de forma extraordinaria” en la planta de Ferrol, ya que los “barcos militares van forrados por dentro” y ahí se empleó.