Manuel González Sánchez, formador de maquinistas, ha admitido este jueves que era "evidente" el riesgo en la curva de A Grandeira, donde en 2013 impactó un tren Alvia causando 80 muertes, once de Castilla y León, y casi centenar y medio de heridos, y ha dicho que como nada se hizo al respecto, pues se admitió este giro "como animal de compañía". El testigo ha señalado que, antes del accidente, se podía llegar a 200 km/h hasta la curva de Angrois sin infringir ninguna norma. "Ante un lapsus o despiste, como fue el caso, me estrello", declaró este jueves.

En una nueva sesión del juicio por ese accidente, este cargo ha dicho conocer el correo de alerta enviado por su colega y jefe de maquinistas de Ourense, José Ramón Iglesias Mazaira, y concordar absolutamente con el contenido del mismo.

Ese peligro era "comúnmente conocido", ha subrayado en la sala de vistas instalada en la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela ante la atenta mirada de la magistrada María Elena Fernández Currás.

Dos son los acusados en este caso, el maquinista, Francisco José Garzón Amo, y Andrés Cortabitarte, en su momento responsable de la seguridad en la circulación de Adif.

Ninguno de ellos está presente pues tienen libertad para acudir o no.