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Pedro Sánchez premia a José Miñones con su promoción a ministro de Sanidad

Tras menos de dos años al frente de la Delegación del Gobierno, da el salto a Moncloa | Galicia le reclama más plazas MIR para intentar resolver la falta de médicos en Primaria

José Manuel Miñones Conde, nuevo ministro de Sanidad.

José Manuel Miñones Conde, nuevo ministro de Sanidad.

X. A. TaboadaMateo Garrido

La minicrisis de gobierno se ha saldado con dos relevos, los previstos —las ministras de Sanidad y de Industria—, y el salto de otro gallego al Consejo de Ministros. Se trata de José Miñones, hasta ahora delegado del Gobierno en la comunidad. Asumirá la cartera de Sanidad en sustitución de Carolina Darias, que concurrirá a las elecciones municipales en Las Palmas de Gran Canaria. Pedro Sánchez da así un nuevo empujón a la carrera de Miñones, que hace dos años era el alcalde de Ames, un concello coruñés de 31.000 habitantes, y confirma la estrecha relación que mantiene con el exregidor, que fue de los que apoyaron al presidente del Gobierno en su famosa gira del Peugeot, cuando después de ser descabalgado del liderazgo del PSOE se lanzó a intentar recuperar el puesto recorriendo toda España. Es por tanto, un sanchista de la primera hornada cuya lealtad se ve ahora recompensada. Con su incorporación serán tres los gallegos —los tres coruñeses— en el Consejo de Ministros (ahora están Nadia Calviño y Yolanda Díaz). El otro ascenso es el de Héctor Gómez, que será el nuevo ministro de Industria, relevando a Reyes Maroto, que también da el salto a la carrera municipal y competirá por la alcaldía de Madrid.

Así como la designación de Miñones, hace casi dos años, como delegado del Gobierno fue repentina, también lo parece su elección para el Ministerio de Sanidad. Pedro Sánchez lo anunció ayer a primera hora de la mañana en una jornada en la que Miñones tenía dos actos en su agenda que tuvo que cancelar para poner de inmediato rumbo a Madrid. La que fuera vicesecretaria general del PSOE Adriana Lastra rechazó previamente la cartera, según diversas fuentes.

Las competencias de Sanidad que asumirá no son muchas, ya que la mayoría están transferidas a las comunidades autónomas, especialmente las relativas a la gestión directa y la planificación operativa. En todo caso, el ya a partir de hoy nuevo ministro gana en proyección pública porque, por otra parte, Pedro Sánchez ha buscado un perfil político y leal, nada técnico, que cuide las formas y no genere incendios en un año en el que hay elecciones municipales, autonómicas y generales. Pese a sus limitadas funciones, Miñones tiene por delante retos que no resultan menores, como la crisis de la Atención Primaria por la falta de médicos, que vive su peor momento, con numerosas movilizaciones y huelgas por toda España, con una profesión agotada y listas de espera en el primer nivel asistencial que no se dan rebajado, precisamente, por esta falta de facultativos.

Más médicos residentes

Desde Galicia se le pide el impulso de la especialidad de Urgencias y Emergencias, más plazas MIR cada año y además dos convocatorias extraordinarias para intentar cubrir las vacantes que hay en el sistema sanitario y una rebaja de los criterios exigibles para que se puedan formar médicos residentes en más centros de salud que los actualmente habilitados.

Aunque hay unas directrices generales para mejorar la Atención Primaria, cada comunidad autónoma aplica su receta dado que tienen asumida la mayoría de las competencias en esta materia. Y de ahí que la coordinación no resulta fácil en una época en la que además se avecina un aluvión de jubilaciones.

Otros desafíos que tienen por delante son la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, que debería estar formalizada antes de acabar el año y cuyo proyecto de ley ya está en el Congreso; o el desboque del plan contra el tabaquismo, que sigue sin ver la luz pese a estar consensuado con las sociedades científicas desde 2021. Este plan proponía incrementar los impuestos al tabaco y los espacios públicos libres de humo.

Más retos son la regulación del cannabis con fines medicinales, dar luz verde de la Red Estatal de Vigilancia en Salud Pública —para aplicar las lecciones aprendidas con el COVID— o encarrilar la ley de equidad y cohesión del sistema sanitario, que enfrenta al PSOE con sus socios de gobierno Podemos.

Al menos en un primer momento, la Xunta ha saludado la elección de Miñones como ministro de Sanidad. El presidente, Alfonso Rueda, habló con él y le deseó suerte. “Conoce los problemas de la sanidad, como la falta de médicos, y confiamos en que lo tenga en cuenta y que el Gobierno, ahora sí, actúe”, publicó en su perfil de las redes sociales. El conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, se expresó en la misma línea, en el sentido de que confía en que “ayude a poner solución” al problema de la falta de médicos. En todo caso, el conselleiro le recordó las reivindicaciones de Galicia.

La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, y la viceportavoz del PSdeG, Begoña Rodríguez Rumbo, desearon aciertos al nuevo ministro, pero insistieron en que las competencias en esta materia recaen en la Xunta de Galicia, por lo que evitaron ponerle deberes. En todo caso, el líder del PSdeG, Valentín González Formoso, consideró que el nombramiento Miñones va a dar “más peso” a Galicia en el Gobierno y eso “siempre va a redundar en una mejor defensa del país”.

El alcalde fiel desde el principio

José Miñones (A Coruña, 1972) recibió en el ocaso del domingo una llamada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que cambió sus futuras mañanas. Tenía agendadas ayer dos visitas en ejercicio de su labor como delegado del Gobierno, pues nada le hacía presagiar el súbito cambio de rumbo que le esperaba. Pero tuvo que cancelarlas y poner rumbo a Madrid, donde ya residen su mujer y su hija cursando la carrera de Derecho. De representante del Ejecutivo estatal en la comunidad a miembro de ese mismo Gobierno con la máxima responsabilidad en Sanidad, una de las más importantes en esta legislatura del COVID, aunque con la mayoría de las competencias transferidas a las comunidades. Doctor en Farmacia de la USC con una tesis que recibió el cum laude, los que le conocen lo describen como una persona “preparada y meticulosa”, a la que no le gusta improvisar. Su relación con la política inició en el concello de Ames, donde comenzó a residir en 1999 debido a su proximidad con la capital gallega, en la que ejercía la docencia. Su labor como vicepresidente de la asociación vecinal Aldea Nova llamó la atención del alcalde socialista Carlos Fernández, que lo sedujo para entrar en la candidatura local del PSdeG en los comicios de 2007.

Su condición de independiente, al contrario que en otros casos, no produjo ningún tipo de tensión, ya que como señalan antiguos compañeros, Miñones “se mimetizó con el partido”. En 2009, y tras la dimisión de uno de los concelleiros del Ejecutivo local, entraría a formar parte del mismo con responsabilidades en Sanidad y Nuevas Tecnologías, dando un gran impulso a la administración electrónica municipal. Dos años más tarde, los socialistas perdieron el poder en Ames pero eso no amilanó a Miñones, que tras darse de alta como militante socialista a pesar de sus reticencias en cuanto a la política partidaria, lideró como portavoz la oposición al PP, consiguiendo arrebatarle la alcaldía en 2015 gracias a un acuerdo tripartito con BNG y Podemos. En su segundo mandato, en 2019, repitió la fórmula a pesar de no necesitar los votos de los morados para mantener la alcaldía. Una decisión que, según comentan fuentes cercanas al nuevo miembro del Gobierno de España, da fe “de su fuerte carácter progresista y dialogante”. Ese temple fue el que lo llevo a convertirse en el principal estandarte y defensor de Pedro Sánchez en Galicia, cuando el ahora presidente de España cogió su Peugeot para recorrer España en busca de apoyos en su pugna con Susana Díaz por la secretaría general del PSOE, una peregrinación en la que también hizo parada en Ames, donde Miñones le abrió las puertas del Ayuntamiento. Una acción recompensada por Sánchez, que años después demandó a su vicepresidenta Carmen Calvo que llamase a Miñones para devolverle el favor. Había pensado en él para la Delegación del Gobierno en Galicia, sustituyendo a Javier Losada. Como delegado del Gobierno, le tocó “bailar con la más fea” defendiendo el trabajo del gobierno de coalición en uno de los fuertes conservadores en España. Quienes coincidieron con él en esta última etapa lo describen como una “persona muy trabajadora, austera y que encaja claramente en el perfil de ministro”. Su elección como ministro tiene también lectura en clave autonómica, la visibilidad que le otorgará el nuevo cargo lo convierte, en el PSdeG, en una bala en la recámara en la carrera por la Xunta que, en circunstancias de normalidad, será a mediados del próximo año.

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