Obras y falta de material dejarían Galicia-Oporto sin tren hasta 2027

Renfe ha apostado por competir en Italia, Chequia y Arabia, olvidando Portugal

Una de las unidades del Tren Celta abandonada en Arbo. |  Pablo Gamarra

Una de las unidades del Tren Celta abandonada en Arbo. | Pablo Gamarra

Víctor Currás

Ni su éxito en viajeros durante la última década —con 120.000 usuarios anuales— ni la espera que queda por delante hasta ser sustituido por la prometida línea de Alta Velocidad parecen salvar al Tren Celta de las múltiples amenazas que le acechan. La devolución de dos unidades de la serie 592 por parte de Comboios de Portugal tras haber alcanzado su límite de kilómetros antes de una profunda revisión, adelantada ayer por este periódico, y que podría suspender circulaciones desde este diciembre, se suma a la previsión de cortes por obras en esta línea. De esta forma, Galicia y Oporto no tendrían una conexión directa por ferrocarril hasta, al menos, el año 2027.

La adaptación de la red convencional al Corredor Atlántico de mercancías obligará a cerrar al tráfico los 23,8 kilómetros entre Redondela y la parroquia tudense de Guillarei durante al menos doce meses. Este contrato para la renovación integral de la línea y ampliación de gálibos en cuatro túneles tiene una duración total de 23 meses, aunque en una obra similar entre Ourense y Monforte de Lemos se triplicó hasta esta misma semana. A ello hay que sumar la demora en la adjudicación del contrato, cuyo importe de licitación es de 51,23 millones y que ha recibido trece ofertas. Según recoge la Declaración de la Red de Adif, esta actuación deberá sincronizarse con la supresión del fatídico paso a nivel de O Porriño, obra que se extenderá hasta el primer trimestre de 2027. De esta manera, desde el próximo año y los dos siguientes será necesario realizar un transporte alternativo por carretera entre la estación de Guixar y las de Valença do Minho o, en el mejor de los casos, Tui.

Después del impasse que supuso la pandemia, el Tren Celta había recuperado en los últimos años un vigor que permitía pensar en una tercera frecuencia diaria por sentido. Sin embargo, la carrera por la liberalización del mercado ferroviario europeo ha convertido a este servicio en una víctima más. En el último año Renfe ha puesto en marcha proyectos en otros países mientras Comboios de Portugal le ofrecía mejorar el servicio actual: los regionales de Leo Express en República Checa, Eslovaquia y Polonia, el «AVE a La Meca» y sus 20 millones de viajeros o su última adquisición esta misma semana: un tercio de la italiana Arenaways para operar en el Piamonte.

Esta nueva política expansionista ha provocado una ruptura con el operador luso y el deseo de aprovechar las mejoras en la infraestructura ya ejecutadas. Es por ello que ambas compañías han solicitado los permisos para operar en el país vecino pese a la falta de material rodante y las limitaciones técnicas por los sistemas de seguridad. Mientras tanto, el Tren Celta sigue en vía muerta y peligro.

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