La seta que nace en Galicia y que pudo cambiar el transcurso de la Segunda Guerra Mundial
Hitler aprovechó una singularidad de este hongo, abundante y apreciado en la comunidad gallega, para establecer un código secreto con el que burlar el espionaje

Ejemplar de coprinus comatus empezando a licuarse en tinta negra. / Pixabay
Martín G. Piñeiro
Aunque setas las hay todo el año, con la llegada de los primeros fríos de diciembre muchas de las especies van desapareciendo de los campos y bosques de Galicia, donde a nivel gastronómico ya poco más queda que la lengua de vaca (hydnum repandum), el pie azul (lepista nuda), dos cantarelas (craterellus tubaeformis y lutescens) y algunas tricolomas y boletos propios de pinares. Entre las que ya se despidió hasta la próxima primavera está el coprinus comatus, un hongo muy apreciado en la cocina, pero que tiene detrás una historia mucho más suculenta que la del paladar.
Conocida también como barbuda, apagacandelas, apagavelas, seta de tinta o sombrerillo, esta delicada seta, que es relativamente abundante en Galicia, pudo cambiar el curso de la Segunda Guerra Mundial o, al menos, tener una importante influencia en el conflicto bélico en sus inicios. En este caso, a favor de los nazis.
La razón hay que buscarla en una singularidad propia y única de esta familia de hongos, los coprinus, cuyas láminas al pudrir se disuelven hasta convertirse en una especie de tinta negra.
Esta característica ya era conocida por los monjes de la Edad Media, que recolectaban barbudas y las almacenaban para que pudriesen hasta convertirse en una especie de sopa de esporas que después se filtraba para usar como tinta en los escritos de la época.
Una historia de espías
Años después, fue Adolf Hitler quien puso el ojo en esa singularidad. Y trató de aprovecharla. En pleno desarrollo de la tecnología bélica, los sistemas antiespionaje y la máquina de cifrado de mensajes Enigma, esta seta, o mejor dicho su tinta, se convirtió en el mejor sistema de seguridad interno del bando nazi. ¿Por qué?
Porque Hitler firmaba todos sus documentos oficiales con esta tinta, igual que su círculo de altos mandos más cercano. De ese modo, al recibir un papel, se observaba con microscopio para verificar su autenticidad: si tenía esporas (las semillas de la seta que se aprecian muy bien con estos aparatos) era válido. Y si no, era una falsificación de algún espía aliado para intentar engañar a Hitler.
Así que esta pequeña seta, muy peculiar por su forma, fácilmente identificable, exquisita en la cocina y abundante en Galicia, donde crece sobre todo en prados y cunetas con mucha materia orgánica e incluso estiércol, jugó un papel clave en nuestra historia contemporánea.
Hitler... y algo más
Además, el coprinus comatus guarda otro secreto entre sus láminas tintadas más allá de Hitler y del nazismo. Es un hongo comestible, precisamente mientras sus láminas son blancas y no se entintan, pero jamás debe tomarse con alcohol, ya que provoca una reacción llamada síndrome coprínico. La sustancia responsable se denomina coprina y puede provocar sofocos, palpitaciones, náuseas y vómitos, aunque rara vez se complica.
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