Galicia suma 100.000 dueños de fincas en 10 años, pese al abandono del rural

La familia de Carmen relata cómo las herencias de la generación del baby boom y la posguerra, combinada con el minifundismo, explica la paradoja de que en Galicia existan cada vez menos parcelas rústicas y viva menos gente en el rural, pero el número de propietarios de este tipo de parcelas no deje de crecer. En la última década, la comunidad gallega ganó 102.014 nuevos dueños de estos terrenos hasta alcanzar los 1.744.338, mientras que la cifra de parcelas descendía de 11.167.139 a 19.892.783.

Lola —odiaba que la llamasen Dolores— y José vivieron toda su vida a las puertas de Malpica y acumularon pequeñas fincas rústicas por la comarca de Bergantiños, destinadas en algunos casos a plantar pinos, en otros a pasto para sus dos vacas, a maíz para alimentar a los cerdos o a la espera de usos, como el paso del tiempo permitió, pues en una de las chousas —como llamaban a las parcelas— acabó albergando la casa de uno de sus hijas.

De dos dueños, las parcelas generaron siete propietarios entre sus hijos e hijas, si bien la muerte de una de ellas provocó que sus dos hijas figurasen también hace unos años como nuevas propietarias de terrenos.

Este tipo de situaciones tan habituales en Galicia explica cómo la cifra de propietarios de terrenos rústicos ha ido incrementándose paulatinamente con el paso de los años, a pesar del descenso de población en el rural, con la salvedad de los años posteriores a la pandemia de COVID, que causó un éxodo hacia las casas unifamiliares que se ha frenado con el tiempo.

De hecho, incluso el número de multipropietarios con más de cinco bienes en el ámbito rústico se ha disparado en la última década, según las cifras de la Dirección General del Catastro. En 2014, ese colectivo sumaba 515.558, que este año alcanza los 536.000.

Aun así, la mayoría de dueños de terrenos rústicos carece de vínculos con el mundo rural e incluso busca fórmulas para deshacerse de esas propiedades, como el caso de Carmen, que posee una pequeña parcela a medias con su hermana Rosa, que vive en Canarias. «Solo nos da gastos y quebraderos de cabeza porque hay que estar pendiente de desbrozar cada año, que si no nos multan. Intentamos venderla varias veces, pero casi no nos ofrecían nada y tampoco queríamos regalarla», confiesa esta mujer, asentada en A Coruña desde hace medio siglo.

Autonomías

Esta situación tan característica de Galicia y el arraigo poblacional a los terrenos explica que sea la comunidad con mayor número de titulares de propiedades en suelo rústico con un total de 1.744.338 personas, por delante de los 1,5 millones de Castilla y León y los 1,2 de Andalucía, las únicas por encima de la barrera del millón. Más lejos se encuentran los 879.029 de Castilla-La Mancha.

Los expertos destacan la nula vinculación con el rural de la mayoría de propietarios, lo que explica también, además de por el reparto poblacional, que A Coruña y Pontevedra tengan las mayores cifras de titulares, con 541.837 y 500.047, respectivamente, seguidas de Ourense con 410.400 y Lugo con 308.845.

De hecho, el profesor de Economía Aplicada de la Universidade de Santiago Edelmiro López Iglesias incluso consideraba en declaraciones a este diario que el número de titulares oficial en Galicia se quedaba corto, pues algunas divisiones de herencias todavía no habían sido trasladadas a los registros de la propiedad.

Lo mismo sucede en el número de parcelas, pues las 10.892.783 existentes en Galicia superan de lejos a Castilla y León, con 8.756.622. Sin embargo, el minifundismo característico gallego queda de manifiesto al analizar la superficie rústica de esas fincas, pues en Galicia suman 2,8 millones de hectáreas, dato superado por Castilla y León (9,2 millones), Andalucía (8,4), Castilla-La Mancha (7,8). Aragón (4,7), Extremadura (4,1) y Cataluña (3), según el Catastro.

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