El «Blue Star» encalló en Ares por una fuga de aceite y mal estado de equipos

La Ciaim concluye que el capitán «no fue diligente» y que el buque accidentado en 2019 tenía varias «deficiencias» | Habla de una «descoordinación» entre la tripulación

El 'Blue Star' tras encallar en la costa de Ares.

El 'Blue Star' tras encallar en la costa de Ares. / L.O.

Adrián Amoedo

El Blue Bird se encontraba ayer al oeste de Chipre fondeado, al parecer, a la espera de órdenes para seguir transportando productos químicos para la armadora turca Chemfleet. Sin embargo, hace algo más de cinco años el buque saltó a las portadas en España por un accidente que revivió los fantasmas del Prestige o del Mar Egeo entre la población gallega. Por entonces se llamaba Blue Star y, por fortuna, el mercante se encontraba sin carga más allá del combustible necesario para moverse cuando embarrancó en la costa de Ares, en A Coruña. Fue el 22 de noviembre de 2019, pero no fue hasta ayer cuando la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) publicó su informe sobre lo sucedido. En sus conclusiones, los expertos achacan el siniestro a una fuga de aceite que provocó el incendio de máquinas que dejó sin gobierno a la embarcación, critican que el capitán «no fue diligente» a la hora de actuar y que el quimiquero tenía varias «deficiencias» por un mal mantenimiento, entre ellas las de los molinetes de anclas.

La Ciaim explica que el Blue Star se encontraba fondeado en la Ría de Ares y Betanzos esperando atraque en el puerto de A Coruña para cargar tras haber salido de Bilbao dos días antes. Por las malas condiciones meteorológicas, el barco empezó a garrear (ir hacia atrás) y decidió levar anclas para poner rumbo al muelle herculino. Sobre las 22.00 horas el barco sufrió un incendio en su cámara de máquinas, se descargó el CO2 de la cámara de máquinas y el buque quedó en situación de blackout, a la deriva, hasta embarrancar en la costa norte de la ría. No hubo que lamentar daños personales y el quimiquero fue remolcado el 10 de diciembre, previo vaciado de los tanques de combustible, y después de varios intentos.

Según la comisión de investigación, la fuga que citan como causa del incendio fue localizada por la tripulación, que «comprobó que la práctica totalidad del aceite del circuito de aceite térmico, que cubica 1,6m3, se había derramado en las proximidades del tanque de residuos oleosos debido a una fuga en la conexión con el serpentín de calefacción del mencionado tanque». Los tripulantes de máquinas arreglaron la pérdida, pero al día siguiente localizaron otra, «unos pequeños agujeros en la parte superior del tanque de expansión».

Con el mal tiempo, el buque empezó a garrear y el capitán decidió alejarse de la costa, por lo que encendió los motores. El primer oficial de máquinas alertó al jefe que si encendían «el problema con el aceite térmico podría reproducirse». Decidieron acatar las órdenes del capitán y a las 22:04 horas «en el puente se activó una alarma de incendio en el guardacalor». «A partir de este momento, las declaraciones de los distintos tripulantes difieren», recoge la Ciaim. El resultado fue el embarranque del buque en las rocas de Punta Miranda alrededor de las 23.40 horas, previa activación del CO2 para sofocar las llamas y el intento de lanzar las anclas, «consiguiendo largar únicamente el ancla de babor instantes antes de encallar».

Para los investigadores, los problemas del buque «son indicadores de una política de mantenimiento defectuosa o mal implantada a bordo» y, además, entienden que se evidenció «un insuficiente cumplimiento con el Código de Gestión de la Seguridad». Así, la Ciaim incide en que se dio una «descoordinación» entre los tripulantes —«no hubo una comunicación eficaz entre el capitán y el jefe de máquinas»—, con una «falta de familiarización con los procedimientos de emergencia» y con un «desconocimiento de los sistemas del buque».

En cuanto a las recomendaciones, además de las emitidas al armador del buque y a la Autoridad Marítima de Malta (donde estaba abanderado el Blue Star), la Ciaim también aconseja a las Capitanías Marítimas de A Coruña y Ferrol «que valoren establecer un procedimiento para gestionar el fondeadero en situaciones de meteorología muy adversa, disponiendo puntualmente remolcadores en puertos cercanos», así como a Portos de Galicia, al que recomienda «que se habilite en el puerto de Sada un calado suficiente para que puedan atracar buques de salvamento».

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