Alerta por las «crecientes» colisiones con jabalíes en autopistas y autovías

Un nuevo accidente causado por la irrupción de un puerco bravo en la AP-9, el segundo de 2025, pone de manifiesto la necesidad de impulsar medidas para paliar estas incursiones

El jabalí que causó un accidente en la carretera de acceso a Cangas en diciembre. |  Gonzalo Martínez

El jabalí que causó un accidente en la carretera de acceso a Cangas en diciembre. | Gonzalo Martínez

Mateo G. triñanes

A las 7 de la mañana de este martes, a la altura del concello coruñés de Bergondo en sentido A Coruña, se producía la segunda colisión causada por la irrupción de un jabalí en la AP-9, después de que en la noche del pasado 3 de enero un hombre resultase ileso del choque con un puerco bravo que invadió la vía de altas prestaciones. En el incidente de ayer, el atropello del animal originó un accidente en cadena en el que se vieron afectados un total de seis vehículos, resultando dos personas heridas leves como consecuencia del impacto.

Unos sucesos que en ningún caso forman parte de lo habitual, y es que según los últimos datos publicados por la DGT correspondientes al año 2023, el 90% de los 5.512 accidentes originados por la entrada de animales en la calzada se habían dado en carreteras convencionales. Por lo que la consecutividad de sendos impactos en la autopista que conecta la fachada atlántica de la comunidad no ha pasado desapercibida en las filas de la Guardia Civil de Tráfico.

Así lo reconoce José Manuel Santiso, teniente del subsector de Tráfico de la Guardia Civil en Lugo: «Desafortunadamente, estamos viendo que este tipo de colisiones son cada vez más comunes en vías de altas prestaciones, sobre todo en los kilómetros que se ubican en entornos rurales».

Se trata, de este modo, de una realidad a la que es preciso hacer frente y en ello trabaja ya la Xunta en los viales de su competencia. Así la Axencia Galega de Infraestruturas está impulsando la instalación de vallas reforzadas en las nuevas carreteras con tramos de mayor riesgo, como la autopista Ferrol-Vilalba (AG-64) en ambos lados o la autovía entre A Pobra de San Xiao y Sarria (AG-22).

Además, se probaron en las carreteras autonómicas otras medidas pioneras como los ensayos con orina sintética de lobo como repelente de estos animales o la instalación de prismas reflectantes para disuadir la presencia del animal al paso de los vehículos de noche —cuando se dan la mayoría de colisiones—. No obstante, desde la Administración autonómica advierten que «estos sistemas van orientados a modificar el comportamiento del animal, y estos aprenden, por lo que pasado un poco de tiempo estas medidas pierden eficacia». Así, se está valorando la prueba de unos nuevos dispositivos, basados en la detección simultánea de vehículo y animal para que en caso de coincidencia se emitan sonidos disuasorios y la Xunta trabaja en la búsqueda de otras alternativas.

Recomendaciones

Conocida la dificultad existente para controlar la posibilidad de que un jabalí irrumpa en la carretera, ¿cómo debería actuar el conductor que se encuentre de bruces con uno? El teniente Santiso lo tiene claro: «La mayoría de colisiones de este tipo arrojan tan solo daños materiales en el vehículo. En la mayoría de casos en los que se han producido heridos, o incluso fallecidos, que los ha habido, fue porque el conductor efectuó una maniobra evasiva que culminó con una salida de vía o una posterior colisión con otro objeto. Lo aconsejable es moderar la velocidad».

«Fue el susto más grande que tuve en mi vida»

En febrero del pasado año, la gallega Noelia Pérez se desplazaba a su puesto de trabajo en Ourense a través de la autovía AG-31 cuando un jabalí irrumpió en la calzada. «Eran las 7.30 de la mañana y todavía era de noche, entonces en un primer momento no identifiqué que fuese un jabalí. Vi una sombra que entraba en la carretera desde el arcén. Intenté esquivarlo pasando al carril izquierdo pero fue imposible», explica la joven, que no pudo impedir impactar directamente con el puerco bravo. «Noté perfectamente como el animal pasaba por debajo del coche antes de lograr frenar del todo», añade Pérez.

El suceso se saldó únicamente con daños materiales en su vehículo y el irremediable deceso del animal, pero pudo ser mucho peor. «Detrás de mí circulaba un camión que tuvo que dar un volantazo hacia el arcén para no chocar conmigo. Quedando justo en paralelo por el carril derecho», reseña la ourensana, que reconoce que el lance le produjo un importante shock: «No supe cómo reaccionar. En lugar de llamar a Tráfico para que retiraran al animal de la carretera y realizar un atestado, arranqué y retomé la marcha hacia mi trabajo».

Fue entonces, ya en la ciudad de las Burgas, cuando comenzó a tomar conciencia de lo que había ocurrido. «Cuando me bajé del coche y vi que el impacto me había deshecho la toda la defensa frontal, me empecé a dar cuenta de la gravedad de lo que había pasado», apunta la trabajadora.

No era la primera vez que en su casa pasaba algo semejante ya que siete años antes, en la nacional 540, su madre ya había impactado con otro jabalí . El coche que circulaba detrás no tuvo tiempo a frenar colisionando con su vehículo y provocándole un fuerte dolor en las cervicales que le obligó a estar de baja durante unos meses. En el caso de Noelia, las consecuencias más que físicas fueron emocionales: «Durante meses no fui capaz de hacer el trayecto al trabajo por la autovía. Fue el susto más grande que tuve en mi vida».

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