Galicia resucita la apicultura heroica de la Edad Media
Galicia cuenta con un patrimonio apícola único, pero sin protección ni difusión camina irremediablemente hacia la desaparición. Para evitarlo, un grupo de emprendedores lanzó un proyecto que geolocalizó más de 2.000 ‘alvarizas’, recuperó parte de ellas y produce miel en lugares imposibles. Y es solo el principio...

Colmenas colgadas del monte en Ancares. | | L. O.
martín g. piñeiro
Extraer cera y miel en unas colmenas colgadas 70 metros sobre el vacío en una ladera granítica de los Ancares lucenses. O en un agujero enmarañado e inaccesible de la Serra do Candán... Es la llamada apicultura heroica, que se practicó en la Edad Media, que murió con los años y que ahora resucita de la mano de Sterna Turismo de Natureza, una sociedad de Lalín que en 2023 apostó fuerte por el apiturismo. Pero lo que nació como un complemento de ocio para sus casas rurales acabó por convertirse en algo mucho más grande: un proyecto de recuperación de patrimonio, de producción de miel y, por encima de todo, de orgullo rural.

Pena do Fundicio, suspendida a 70 metros. | | L. O.
Documentación en toda Europa muestra la importancia de la apicultura en el período medieval tardío, que se practicó de muchos modos según la zona. En algunas, como Galicia, su dureza y singularidad convirtió esa apicultura en heroica. «Iso existiu e agora queremos reproducilo e vivilo como séculos atrás. Se entón houbo xente capaz de traballar coas abellas neses lugares, nós tamén», explica Martiño Nercellas, uno de los impulsores junto a Alberto Gil y Manuel J. Méijome del proyecto Aluariça, nombre tomado de una de las primeras referencias del gallego medieval a las alvarizas de colmenas, allá por el año 1309.

Apicultura heroica: subir colmenas a pulso por laderas. | | L. O.
Comparten pasión por la apicultura y el monte. «Sempre nos tirou o mundo das abellas», prosigue. «E todo o patrimonio apícola que hai na nosa contorna, na Serra do Candán, é salientable, pero estase perdendo e precisa darse a coñecer como primeiro paso para recuperalo». Y en esa fase están ahora.

Botes de miel del proyecto Aluariça. | | L. O.
Lanzaron en primavera de 2023 ese proyecto de apiturismo vinculado a las Casas das Minas, en Zobra, que consistía en recuperar y poner a producir algunas de las más de cien alvarizas de la Serra do Candán, representativas de esta arquitectura que nació para proteger los colmenares del oso pardo. Y en este tiempo se expandieron hasta Ancares, donde estos pequeños recintos amurallados, algunos auténticas joyas constructivas, se denominan curtíns. Entre ambas zonas gestionan una docena de apiarios de los que salieron los primeros botes de miel en 2023, aunque no fue hasta ahora cuando la marca Aluariça se dio a conocer.

Pastor para el oso y ‘covos’ tradicionales. | | L. O.
Aluariça, una miel exclusiva

‘Curtín’ en Pandozarco: Mel de Casa Príncipe. | | L. O.
Sin embargo, Nercellas y sus socios tienen claro que ese oro líquido no es el objetivo final. «Non estamos aquí para producir mel, a nosa filosofía é recuperar patrimonio», aclara. «A produción de mel é para tratar de sufragar os custos », porque lo hacen todo «sen financiamento público» y con la simple ayuda de alguna donación, como la de la empresa 3edata, que les cedió pastores eléctricos y baterías para repeler al oso. Por eso tienen a la venta unos 200 kilos de miel en el Forno Nercellas de Lalín, una cantidad humilde pero muy exclusiva, ya que es el fruto de la apicultura heroica. Por ejemplo, de Pena do Fundicio, en el valle de Rao (Navia de Suarna), un curtín espectacular en forma de semiluna «dos máis extremos do mundo», donde se sube el material a pulso por una ladera casi vertical .
¿Y a quién se le ocurrió en algún momento producir miel en sitios así? «As localizacións destas alvarizas responden a que os abelleiros de antes sabían cales eran as mellores zonas, ben por fecundación, zonas quentes ou protexidas para as abellas». En otros casos, responde a la búsqueda de espacios por un exceso de competencia.
Eso se debe a que Galicia siempre fue una potencia apícola. En la Edad Media, la demanda de cera fue impulsada por la práctica religiosa cristiana, entre otros usos, mientras que la miel proporcionaba el único edulcorante accesible en un tiempo anterior a la importación de azúcar. «A cera era unha moeda de cambio moi prezada e as alvarizas auténticas fábricas» que se concentraban siempre cerca de monasterios o castillos. En el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 se censaron en Galicia 350.000 colmenas. «E era só unha parte».
El proyecto Aluariça, tirando de documentación y horas de trabajo, geolocalizó unas 2.000 alvarizas concentradas en áreas como O Candán, Ancares, Courel, Vimianzo, Xurés, Macizo Central, Trevinca o Ribeira Sacra . «É todo patrimonio invisibilizado, sen catalogar», lamenta Nercellas. «Ao recuperalas vimos que entrar nalgunhas era como viaxar no tempo: estaban como hai 50 anos».
Las alvarizas antiguas se construyen como fortalezas inexpugnables contra el oso, entonces común, y contra el robo. Una puerta mínima, muros altos con visera de piedra seca retranqueada... En ellas había trobos (de tablas), covos (tronco agujereado) y cortizos (corteza de alcornoque), colmenas tradicionales que duraron hasta que la entrada de la plaga de la varroa en los años 80 arrasó al sector, provocando la entrada en Galicia de colmenas modernas. Pero Aluariça todavía usa alguno de los modelos medievales para su selecta miel.
Las alvarizas que les interesan en su plan son las más complejas, aquellas que encajan con esa «actividade tradicional heroica, única no mundo», porque intentan comprender como una apicultura tan difícil «perdurou durante séculos». Eso ayudará también a afrontar los retos del sector en el futuro: cambio climático, pérdida de variabilidad genética, plagas... «Para iso recuperamos alvarizas e producimos a pequena escala en lugares excepcionais por condicións ecolóxicas para o ciclo das abellas». Un ejemplo de ello es la alvariza de Sofía, en O Candán, donde las nueve colmenas están en el proyecto Panega para la recuperación de la raza autóctona abella negra galega.
Aunque lo más difícil no es producir miel en un viejo tronco en una pared, ni geolocalizar restos de piedra ocultos, ni dar con el dueño... Lo verdaderamente heroico es convencerlo de que quieren recuperar su alvariza a cambio de nada. Porque la desconfianza gallega lleva tantos años entre nosotros como las abejas.
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