Rueda lanza un ataque preventivo a «os do non»

Daniel Domínguez

En los lejanos tiempos del fraguismo, el PP del león de Vilalba bautizó al BNG liderado por Beiras a finales de los años 80 como «os do non» para ilustrar el carácter antisistema de una formación que el dirigente consideraba botados ao monte. El presidente Alfonso Rueda y su PP hace tiempo que recuperaron esa expresión, pero ese ataque llegó al paroxismo durante el discurso del presidente en el Debate sobre el Estado de la Autonomía: jalonó cada anuncio y alabanza a las políticas aplicadas en el primer año de la «era Rueda», considerando el inicio de esta la mayoría absoluta conseguida en febrero del año pasado con el dirigente como cabeza de cartel, con referencias a «os de sempre, os dos non».

Rueda hizo suya la máxima que los niños escuchaban en la calle en los años ochenta, fruto de una cultura callejera en la que te advertían: «Asegúrate de dar el primer golpe y el último». El presidente de la Xunta adelantó los habituales rejonazos a sus rivales que suelen reservarse para los cara a cara de la tarde al discurso más solemne de la mañana. Incluyó al PSdeG en sus mandobles dialécticos, pero el foco fueron Pontón y el BNG.

El PP ha puesto en la diana al Bloque como hizo el fraguismo sobre todo a comienzos de los 90, cuando los nacionalistas sorprendieron al convertirse en primera fuerza política en 1993. Como ahora, si bien en la actualidad el Bloque vive su mejor momento electoral con 25 escaños de 75. Rueda les reprochó oponerse a Altri, a la industria, al desarrollo eólico, al turismo...

Ese ataque preventivo pretendía evidenciar que Rueda no se amilana y que no teme embarrarse, especialmente ahora, tras cosechar su primera mayoría absoluta, un golpe de autoridad ante sus rivales y ante sus propios compañeros de partido.

La oposición no se calló. La nacionalista Ana Pontón y el socialista José Ramón Gómez Besteiro coincidieron en censurar el reciente acto de conmemoración de la primera victoria de Rueda. «Ruedafeudalismo» lo definió la primera, que lamentó su «indignidad» por presentar como logro que una mujer abandonase su empleo para cuidar a su madre. Besteiro le afeó «presentar como limosna lo que es un derecho» y practicar el «clasismo».

Rueda respondió con más pólvora. «Cuando abandonemos la política, a ver quién lo hace antes, yo tendré donde ir y usted no», disparó a Pontón, de cuyos 25 años en política se mofó por no haber gestionado ninguna administración. De Besteiro censuró su irrelevancia política.

El debate ofreció también otra paradoja. A Rueda le persigue la fotografía en la manifestación de Galicia Bilingüe contra la supuesta persecución del castellano en tiempos del bipartito, lo que indujo a la oposición a tacharlo de centralista. Sin embargo, ahora no solo blande haber conseguido la primera competencia desde 2008 —la gestión del litoral—, sino que reivindicó la necesidad de mayor autogobierno, acuñando el eslogan del «autonomismo útil». Quién lo diría en aquel 2008.

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