FORO DEL NOROESTE | Construyendo puentes, creando futuro
El Noroeste, donde los ordenadores ya leen en un segundo 12.000 ejemplares del «Quijote»
Galicia, con el supercomputador Finisterrae III, y Castilla y León, con Caléndula, se convierten en referentes europeos de las grandes máquinas de cálculo, en una carrera a la que acaba de sumarse Asturias con el C3

La supercomputadora ‘Finis Terrae III’, en las instalaciones del Cesga / ECG
Martín García Piñeiro
Hace más de tres décadas, cuando apenas se hablaba de superordenadores y la cuántica era algo que salía en las películas del espacio, la Xunta firmaba un convenio para la creación del Centro de Supercomputación de Galicia (Cesga). Era el año 1991. Después, los siguientes pasos fueron construir el edificio y adquirir el primer superordenador para él, un Fujitsu VP 2400 conectado a los siete campus universitarios gallegos y a los cuatro centros del CSIC en la comunidad. Ambas instituciones, Xunta y CSIC, tuvieron claro desde el primer momento el potencial de aquella apuesta que no todos compartían, en unos tiempos donde la I+D+i apenas asomaba en la agenda política y en los organigramas de la Administración. Pero el tiempo confirmó que era el camino correcto. En mayo de 1993 se inauguró el Centro de Supercomputación de Galicia y hoy, 32 años después, es un referente europeo entre la comunidad científica y el cerebro que intenta resolver buena parte de los problemas a los que se enfrenta la sociedad en su día a día: desde las previsiones del tiempo a los tratamientos sanitarios contra el cáncer.
Con el cambio de milenio, la supercomputación ya empezó a formar parte de nuestras vidas. La ciencia informática se generalizó en programas divulgativos y en las aulas, al tiempo que bits, flops o cuántica se incorporaban al vocabulario. Y en ese contexto nació el Centro Nacional de Supercomputación en Barcelona en el año 2005, cuando incorporó la primera versión de su gran máquina de cálculo, el MareNostrum. Fue el pistoletazo de salida que sentó las bases del actual ecosistema de computación nacional.
A partir de él fueron desarrollándose en cascada los polos autonómicos. Galicia, que tenía mucho más camino andado, incorporó en 2007 al Cesga el FinisTerrae I, el superordenador de referencia cuya cuarta actualización está a punto de estrenarse. Y casi al mismo tiempo, en la vecina Castilla y León se ponían los cimientos del que sería su propio centro de supercomputación, el Scayle de León, que entre 2008 y 2009 echó a andar con su supermáquina Caléndula.
Asturias fue un poco más tardía, porque si bien es cierto que tenía centros de análisis y cálculo repartidos por todo el territorio, principalmente vinculados al ámbito universitario, no fue hasta finales de 2020 cuando la Universidad de Oviedo puso en marcha el Centro de Computación Científica (C3) en el Campus de Mieres, que todavía no está integrado en la red española de supercomputación (RES), como sí están Cesga y Scayle.
¿Qué se hace en estos centros?
Los superordenadores son dispositivos informáticos extremadamente potentes que procesan datos a velocidades medidas en flops. Cuando se instaló en el año 2021, el Finisterrae III del Cesga «no tenía igual en todo el Estado», cuenta el responsable del centro, Lois Orosa. Sin embargo, la informática avanza a pasos agigantados y el año pasado, tras una inversión de 20 millones , el supercomputador Caléndula de Castilla y León aumentó su potencia hasta los 7.000 teraflops, lo que le significa que puede realizar 7.000 millones de millones de operaciones por segundo. O explicado para que se vea realmente su dimensión: puede leer en un solo segundo 12.000 ejemplares de El Quijote.
Este tipo de supermáquinas lo que hacen es dar soporte a la comunidad científica. En el caso del Cesga, el mayor del noroeste por volumen, tiene 50 empleados, 15 más en fase de contratación y una base de usuarios de más de 1.500 investigadores que utilizan sus procesadores para calcular o para almacenar. «Pero si tenemos en cuenta que nosotros conectamos todos los campus y todo el sistema público de I+D de Galicia, el número real de usuarios del Cesga es de decenas de miles», aclara Orosa, tanto de administraciones públicas como de empresas.

El compoutador cuántico QMIO / ECG
Aunque el grueso son gallegos, también hay mucha gente de fuera, lo que consolida al Noroeste como referente en supercomputación en España. «Alrededor de 60 centros relacionados con el CSIC utilizan nuestras instalaciones cada año». Además, como integrante de la red RES, el Cesga «ofrece el 20% de su máquina a investigadores de España».
¿Y para qué se usan? Pues hay de todo. El Cesga genera información a diario para Meteogalicia -el servicio de predicción del tiempo-, para Augas de Galicia -gestor público de los ríos de su cuenca-, para Copernicus -el sistema de predicción y monitorización ambiental europeo para la fachada atlántica-, que tiene una aplicación práctica diaria para apoyar a Protección Civil o para regular el tráfico marítimo.
Pero donde está adquiriendo cada día más relevancia es en el campo de la salud y la genética. En concreto, «en la medicina personalizada y la aplicación de la IA a cuestiones médicas, así como al descubrimiento de fármacos». La supercomputación ya salva vidas hoy en día, porque el Cesga proporciona entrenamiento de algoritmia de Inteligencia Artificial para mejorar la predicción de respuesta de la leucemia o el mieloma múltiple a los tratamientos disponibles para, así, desarrollar terapias personalizadas. Los médicos tendrán que trabajar cada vez más con estos centros para aumentar sus propias capacidades, ya que mientras los recursos humanos merman, la IA crece imparable.
La revolución cuántica
En medio de esta revolución científica, informática y tecnológica se ha colado la cuántica. «Va a convivir con las máquinas clásicas, porque son complementarias, pero la cuántica es un cambio de paradigma total», explica Lois Orosa desde el Cesga. En ese campo sí que Galicia es referente mundial, ya que desde finales de 2023 cuenta con QMIO, el ordenador cuántico con mayor potencia (32 cúbits) instalado en una institución pública de I+D+i en el sur de Europa.
La Xunta, con fondos europeos, se encuentra además en plena carrera de desarrollo de estas tecnologías, ya que invierte 56 millones de euros en un nuevo edificio complementario para el Centro de Supercomputación que reservará una parte importante a la cuántica. En todo caso, explican en el Cesga, nunca será suficiente. «Da igual lo potente que sea un ordenador; siempre se verá superado por la demanda». Es decir, el tipo de problema que se puede plantear un investigador depende de la infraestructura que tengan para resolverlo. «Si no hay máquina suficiente, el problema debe simplificarse».
La apuesta del Noroeste por la supercomputación, con inversiones millonarias en el Cesga, el Scayle, el C3 e incluso el Centro de Computación Avanzada Minho de Guimaraes (Portugal) con su ordenador Deucalion, no responde a una competición para situar sus ordenadores en lo más alto de un ranking, sino que es un paso básico para frenar la fuga de cerebros investigadores a otras partes del país o del mundo y para atraer talento científico a Galicia, Castilla y León y Asturias.
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