Preocupación de científicos y cofradías por un alga asiática

La ‘Rugulopteryx okamurae’, detectada hace un año en las rías de A Coruña y Vigo, se extiende por zonas productivas como Arousa

Biólogos de la Xunta observan algas en O Grove. | M. Méndez

Biólogos de la Xunta observan algas en O Grove. | M. Méndez

Manuel Méndez

Arousa

El alga asiática «Rugulopteryx okamurae», también conocida como alga parda y avistada en Francia en 2002, haciendo suyos los fondos marinos del área del Estrecho de Gibraltar a partir de 2015, figura desde 2020 en el catálogo español de especies exóticas invasoras.

Su detección en el Sur de la Península Ibérica desencadenó, dos años después, la puesta en marcha de una estrategia nacional para hacerle frente y tratar de paliar el impacto ecológico y socioeconómico que produce sobre los bienes y servicios ecosistémicos del litoral.

A esa estrategia, canalizada por el Ministerio para la Transición Ecológica y que contiene directrices de gestión, control y posible erradicación, se suma la hoja de ruta marcada por la Xunta de Galicia, con infinidad de acciones formativas y científicas, tanto directas –a través de los centros adscritos a la Consellería do Mar–, como en colaboración con otros órganos e instituciones.

Esa labor se intensifica a medida que se expande el alga asiática invasora por el litoral gallego y rías de valor estratégico por su capacidad productiva, como es la de Arousa, donde empieza a preocupar en el seno de agrupaciones de marisqueo y cofradías de pescadores.

Múltiples trastornos

La «Rugulopteryx okamurae», que va en aumento en localidades como O Grove, fue detectada hace un año en las rías de A Coruña y Vigo por el grupo de investigación BioCost, del Centro Interdisciplinar de Química y Biología (CICA) de la Universidade da Coruña, en colaboración con miembros del grupo BioAplic, de la Universidade de Santiago de Compostela.

Como se explicó entonces, su presencia genera un fuerte impacto ecológico, ya que supone una pérdida de biodiversidad, pero también repercute sobre la pesca, ya que se acumula en grandes cantidades e impide el uso de ciertas artes. 

Problemas en las playas

A lo que se añade el hecho de que acaba siendo arrastrada hasta las playas, por lo que también causa trastornos a los bañistas.

Por estas y otras razones, la Consellería do Mar puso en marcha el año pasado un grupo de trabajo técnico centrado en la «Rugulopteryx okamurae» y participado por representantes de distintos departamentos de la Xunta, del Gobierno central, de la Federación Gallega de Cofradías de Pescadores, Universidade de Santiago y Universidade da Coruña.

La misión de este comité no era otra que empezar a trabajar de inmediato en un plan de gestión de la biomasa del alga asiática.

Esto conlleva protocolos de actuación que incluyen procedimientos a desarrollar, tales como la recogida del alga, su transporte, almacenamiento y gestión «con la finalidad de retirar esta especie del medio marino y garantizar que no vuelve al mar, evitando así su expansión».

Desde el intermareal hasta los 50 metros de profundidad

En el Ministerio para la Transición Ecológica explican que, en su hábitat nativo, el alga asiática invasora se desarrolla en fondos rocosos entre la zona intermareal o eulitoral inferior y la infralitoral, con poblaciones someras entre 0-7 metros de profundidad y llegando incluso hasta los 35 metros.

Parecer ser que en las poblaciones introducidas su rango batimétrico oscila desde cubetas de la zona eulitoral a profundidades mayores de 50 metros en las poblaciones de las costas españolas del Estrecho de Gibraltar, mientras que en las costas de Marsella se ha detectado su presencia recientemente hasta los 25 metros.

De este modo, Galicia parece prepararse a conciencia para hacer frente a la llegada de esta especie invasora a su litoral, ya sea arrastrada por el efecto de las mareas o, de manera accidental, durante la actividad pesquera.

Es una realidad

Una llegada que es ya una realidad, según indican en cofradías como la supramunicipal de San Martiño, con socios de O Grove, Cambados, Sanxenxo, Ribadumia, Meaño y Poio.

De ahí también convenios de colaboración como el firmado hace solo tres meses entre la Consellería do Mar y la Universidade de Santiago de Compostela para analizar nuevas herramientas con las que detectar, a través de secuenciación genética, la distribución en Galicia de esa alga invasora.

Así surgió, por ejemplo, el proyecto Algasdet (Rugulopteryx okamurae AND ambiental), cuya finalidad es anticiparse a la «proliferación» de esta especie asiática en la costa gallega, «ya que tiene una gran capacidad de expansión y coloniza por completo los ecosistemas».

Pero no es, ni mucho menos, el único frente abierto. Como se decía antes son muchos los proyectos de investigación y formación vinculados a la proliferación de las algas en Galicia.

En la última semana, por ejemplo, se desplegó una acción formativa en Arousa dirigida a biólogos y/o asistencias técnicas de la Consellería do Mar centrada en la identificación de distintas especies, prestando especial atención a las detección y estudio del alga asiática invasora «Rugulopteryx okamurae».

Fue un curso de un centro oficial de docencia, investigación y divulgación tan importante en la comunidad como la Escola Galega de Administración Pública (EGAP), adscrito a la Consellería Facenda e Administración Pública y cuya misión es formar y especializar al personal que está al servicio de la Xunta.

Dirigido por Beatriz Asorey Torres, ese curso se llevó a cabo en zonas intermareales de O Grove –sobre todo en el entorno de Con Negro– y Cambados, donde se recogieron a mano ejemplares de distintas especies para su visualización, identificación y posterior procesado en el laboratorio de la Facultade de Ciencias de la Universidade de A Coruña.

Experiencias como esta llevada a cabo en O Grove y Cambados, así como el trabajo de investigación científica complementario, pueden arrojar luz sobre la «Rugulopteryx okamurae», que según el Ministerio para la Transición Ecológica «ha mostrado un desarrollo muy explosivo, colonizando la mayoría de los sustratos duros del lecho marino en aquellas áreas donde la especie está presente».

Es de reseñar que «además de los impactos relacionados con el sector turístico y pesquero, la expansión de R. okamurae está provocando un importante impacto ambiental sobre las comunidades bentónicas nativas, reflejado de forma inmediata en una importantísima pérdida de biodiversidad como primera y más evidente consecuencia», añade el Gobierno de España.

A largo plazo puede provocar «un cambio en la estructura y composición de especies, como se ha visto en otras invasiones por macroalgas en el Mediterráneo».

Pero aún hay más, dado que «la acumulación y descomposición de la gran biomasa generada por esta especie, tanto en el intermareal y playas como en el lecho marino, podría estar causando impactos indirectos sobre los ecosistemas costeros».

En relación con esto, los investigadores del Estado remarcan que «Rugulopteryx okamurae» exhibe «una capacidad competitiva y de colonización extraordinaria con un incremento de biomasa desmesurado y sin precedentes».

Tanto es así que llegan a definirlo como «nada comparable con invasiones anteriores acaecidas en el litoral español por otras macroalgas, como Asparagopsis taxiformis, Lophocladia lallemandii, la denominada “alga asesina” Caulerpa taxifolia o la más reciente de C. cylindracea, considerada en su momento como la más seria en la historia de las especies de macroalgas invasoras en el Mediterráneo».

Centollo, pulpo y choco

De ahí la preocupación por los daños que puede causar, por ejemplo, en el sector pesquero. Para la realización del análisis de riesgos de la especie se llevó a cabo en 2019 una estimación del impacto económico sobre el sector pesquero, con ayuda de la Subdelegación del Gobierno en Málaga y de la Federación Andaluza de Cofradías de Pescadores.

Los resultados mostraron que las capturas de trece especies se vieron reducidas en relación con el mismo periodo de 2018: langostino, acedía, róbalo, lenguado, choco, pulpo, centollo, jurel, salmonete de roca, salmonete de fango, besugo, jibia y merluza.

«Estas disminuciones oscilaron entre el 20% y el 48%, dependiendo de la especie y la cofradía, con una similar disminución de los ingresos por las capturas de estas especies», asegura el Estado.

Las modalidades de pesca afectadas fueron artes menores, palangre de fondo, trasmallos y cerco, «donde a las disminuciones en las capturas hay que sumar los daños a las artes, como deterioros de redes por sobrecarga debido a la gran biomasa del alga».

Desde China, Japón y Taiwán hasta O Grove, pasando por Ceuta

Originaria de China, Corea, Japón, Taiwán y Filipinas, el alga invasora introducida en España por Ceuta, ya detectada en O Grove y presente con carácter invasor en Marruecos, Francia, Portugal e Islas Azores es una especie perenne que muestra un elevado esfuerzo reproductivo. 

El Gobierno de España asegura que «el impacto ambiental que está produciendo en los fondos marinos no tiene precedente».

Para añadir que «la elevada capacidad de crecimiento vegetativo y de formación de nuevos individuos provoca grandes acúmulos de biomasa de la especie, que son desplazados por las corrientes o el oleaje, produciendo abundantes arribazones en las playas y la captura accidental de los mismos por parte de los pescadores, que sufren importantes impactos económicos por disminución de capturas y daños en las artes de pesca».

Eso sin olvidar que «la retirada de los arribazones supone un impacto económico a los ayuntamientos, así como al uso recreativo de sus playas». 

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