"Trátannos de heroes e non o somos"
La Marcha a Gaza: doce gallegos en medio de una represión salvaje
Acosada por detenciones ilegales y deportaciones, la Marcha a Gaza no consiguió su objetivo de llegar hasta la frontera entre Egipto y la Franja pero sí logró remover conciencias. Este es el relato de uno de los doce activistas gallegos que participaron en ella

La Marcha Global a Gaza / Javier Rosende Novo
Ángel Martínez
Un sabor agridulce acompaña a Xan en el avión de regreso desde Egipto. La Marcha Global a Gaza no ha logrado su objetivo -romper el bloqueo que impide la entrada de ayuda humanitaria en la Franja-, pero sí ha supuesto "outro gran de area" para concienciar al mundo sobre el sufrimiento inconcebible que Israel infringe a los palestinos. La idea deambula por su cabeza mientras hace balance de la Marcha, una iniciativa civil sin precedentes a la que se sumaron 4.000 personas de 80 países -entre ellas Xan Lopes y otros once gallegos-. Pretendían caminar desde El Arish (en el norte del Sinaí egipcio) hasta el paso de Rafah (en la frontera entre Egipto y la Franja). Allí, en uno de los pocos puntos de acceso a Gaza y donde toda entrada de alimentos requiere la aprobación de Israel, querían visibilizar las consecuencias del bloqueo para los gazatíes, el uso del hambre como arma de guerra.
La Marcha no consiguió su objetivo porque Egipto lanzó una campaña de detenciones ilegales y cientos de deportaciones (14 de ellas de españoles) hasta lograr su suspensión. Era previsible, dado su largo historial de represión autoritaria y su condición de aliado estratégico de Israel. El 12 de junio, un día antes de que comenzara la Marcha, el ministro de Defensa israelí calificó a los activistas de "manifestantes yihadistas" e instó al Gobierno egipcio a impedir que llegaran a la frontera. Empezaron entonces los arrestos en hoteles o cafés de El Cairo, incluido el del español de origen palestino Saif Abukeshek, copresidente y portavoz del movimiento, que fue detenido por agentes de paisano, maltratado y deportado 24 horas después. Egipto nunca presentó cargos formales en su contra.
Desde que aterrizaron en El Cairo, los activistas de la Marcha sufrieron todo tipo de abusos por parte de las fuerzas de seguridad egipcias. No obstante, los gallegos corrieron mejor suerte. "Nós estabamos cos portugueses, que sufriron bastantes deportacións. Na delegación galega non houbo ningún detido pero si nos retiraron os pasaportes cando o día 14 viaxabamos cara ao punto de encontro onde empezaría a marcha. Foi nun check-point a uns 30 quilómetros de Ismailía, por onde iamos tentar cruzar o Canal de Suez. Viaxabamos nun taxi, a Policía detívonos, sen violencia, e quitáronnos os pasaportes. Foi unha situación complicada, un pouco angustiosa, porque sen pasaporte sénteste indefenso. Tras cinco horas de negociación, devolvéronnolos", explica Xan a EL CORREO GALLEGO, periódico del grupo Prensa Ibérica, mismo editor de LA OPINIÓN A CORUÑA.
Ahí acabó el intento de la columna gallega de llegar hasta Rafah, aunque no para todos. De los activistas de la Marcha que de una u otra manera consiguieron llegar hasta Port Said, dos eran gallegos. Caminaron 15 kilómetros por el desierto hasta alcanzar esta ciudad portuaria donde se ubica el acceso al Canal de Suez.
"Non somos heroes"
La brutalidad de la policía egipcia no solo hizo desistir a muchos de quienes pretendían llegar hasta Gaza. También extendió la preocupación por quienes seguían desde Galicia la suerte de los activistas gallegos en la Marcha. Este miércoles, recién aterrizado en Madrid, con una voz que transmitía un cansancio inclemente como el sol del Sinaí, Xan se emocionaba al recordar las decenas de llamadas. "Estamos moi agradecidos a toda a xente que nos chamou preocupada por nós. Tratábannos de heroes e nós non somos heroes para nada", explica, "Gaza é un campo de exterminio no que a xente está a morrer de fame. E agora que todas as miradas están centradas na guerra con Irán os pobres palestinos serán moeda de cambio, como por desgraza foron tantas veces".
¿Qué esperanza queda, por tanto, tras el bloqueo a la Marcha? "Puxemos o gran de area de que haxa un pouco máis de conciencia entre a xente. Pode chegar un momento en que a comunidade internacional reaccione se a cousa ponse moi seria e haxa unha ameaza directa de cortar relacións, tanto económicas como comerciais, con Israel. Israel entón tería que ceder. Iso é bo, a presión agora é un pouco maior que hai uns días", resume Xan. Esta presión a los gobiernos para que actúen, como siempre han expuesto los integrantes de la Marcha Global a Gaza, será clave para el futuro de los gazatíes.
Por qué Egipto evitó la Marcha
Egipto no solo es un país con un gobierno autoritario, también es un aliado estratégico de Israel. "Todos sabíamos que no iba a permitir que los activistas llegaran a Gaza", explica Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, "Egipto es prácticamente el gendarme de Israel, cierra y abre la frontera cuando Israel se lo ordena y era muy evidente que no iba a dejar que (los activistas) llegaran al Sinaí. Cuanto más se acercaran a la Franja, más peligro habría para ellos. Sus autoridades optaron por la represión porque tienen unas órdenes muy claras".
El Cairo ha mantenido cerrado su lado del paso de Rafah a los palestinos, incluso mientras la indignación popular por la masacre en Gaza aumenta en el país. "El divorcio entre el pueblo y sus gobernantes es un clásico en el mundo árabe. Mayoritariamente, el pueblo egipcio defiende los derechos nacionales palestinos pero, como en la mayor parte de los países árabes, en Egipto no hay libertad de manifestación. Si la hubiera, probablemente millones de personas saldrían a la calle para apoyar a los palestinos, y también exigir mejoras en sus condiciones de vida. Egipto es un maestro en restringir manifestaciones porque teme que cualquier ola de descontento derive en algo mayor", concluye.
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