Homologar la especialidad: la batalla imposible de los médicos extranjeros en Galicia
Tres médicos de Venezuela y Cuba dan fe de las trabas burocráticas | La mayoría, pese a su alta formación, se ven limitados a trabajar en centros privados y atender las urgencias

Urgencias del Hospital Universitario de A Coruña. | Carlos Pardellas
patricia casteleiro
El camino de la migración nunca es sencillo, sobre todo si el país de origen se abandona por necesidad o por no poder ejercer la profesión propia. Eso es lo que le pasó a Carlos González, Bianka Mesa y Yanet Oega. Tras esperas de entre dos y tres años, lograron obtener su título, pero nunca alcanzarán el mismo nivel que sus homólogos españoles porque la burocracia así se lo impide. Pese a haber hecho sus especialidades durante su tiempo de estudios, en España no logran convalidarla.
El primero de ellos, Carlos, se había formado como otorrino en Venezuela y llevaba 20 años ejerciendo de ello. Sin embargo, la situación violenta de su país intensificada por la hostilidad política le llevó a buscar una vida mejor —al menos más segura— al otro lado del charco. Llegó en tiempos de pandemia y ejerció de lo que pudo durante más de dos años: probó todo tipo de oficios para subsistir, como el de cuidador de mayores, vendimiador o carretillero. Solo podía esperar a que su solicitud dejase de estar «en espera» y pasase a reconocer que había estudiado Medicina en el país vinotinto. Legalmente, el trámite que permite a los migrantes ser médicos en España debería durar, como mucho, seis meses.
Tras su eterna espera, hace cerca de un año lo logró. Ya podía ejercer. Eso sí, en un centro privado de Ourense y en Urgencias, algo muy diferente de lo que él había cursado. Aunque el título esté homologado para el país, no cuenta con la especialidad que cursó allí. «Solo conozco a un oftalmólogo extranjero que lo consiguió», apunta. «Sé de gente que ejerció de ginecóloga en el Hospital Universitario de Ourense, pero a la que nunca le convalidaron a especialización; solo lo hicieron por necesidad», añade.
Pero ¿por qué? «Supongo que las partes quirúrgicas lo hacen porque no tienen la certeza de que el médico vaya a ser igual de hábil, pero sería cuestión de que nos pusiesen un examen y un entrenamiento de un año. Pero no se hace, no interesa», cree González. Explica que ahora les queda lo que llega en ambulancias, igual que todos sus compañeros latinos.
Conseguir la homologación del título no es equivalente al permiso de residencia ni a la nacionalidad. «Yo estoy como familiar de españoles porque mi mujer y mi hijo lo son, pero a mis compañeros les piden un arraigo», indica este médico venezolano.
Sin opciones reales
Bianka Mesa homologó su título en 2000, tras dos años de una espera sinfín. Estudió en Cuba, donde se gana más arreglando televisiones que como facultativo en un hospital. Vino porque en la isla es muy complejo vivir de su profesión, muchos lo abandonan tras estudiar para poder hacer frente al día a día. «Debe haber únicamente tres o cuatro migrantes con la especialización. No más», indica. «Las excepciones, al menos las cubanas, lo consiguen tras haber hecho la especialización en España durante un intercambio o en otros países europeos durante sus estudios», señala.
Para los demás, Bianka asegura que no es posible: «No te dan opciones reales para homologar la convalidación. Te piden al menos unas prácticas aquí, pero si no puedes presentar ese tiempo trabajado en tu especialidad porque no te dieron el título para hacerlo, es imposible. Una pescadilla que se muerde la cola».
Al igual que Carlos y que su compañera Yanet, trabaja en un centro privado de Vigo en traumatología, atendiendo a las urgencias.
«Lo que se homologa realmente es la educación, no deberían valorar tu trabajo como médico. Es el plan de estudios», dice Mesa. «Ponen trabas a personas que tienen décadas de experiencia en una especialidad», añade.
Si ya era compleja la homologación, desde el gobierno cubano dificultaron todavía más la situación: «Ahora hay un cambio en el plan de estudios de Cuba para que los médicos no se vayan a otros países y no tengan tan fácil homologar», indica Yanet Oega.
Ella se graduó en 1999 y después se hizo experta en Medicina General, además cursó anestesiología y en 2014 decidió emigrar. Tuvo que esperar dos años para homologar el título y trató de continuar para la especialidad. Esperó cuatro años. Pero le pedían un desarrollo continuado de la especialidad que no pudo demostrar.
Si bien la situación de los facultativos cubanos está mermada por la imposibilidad de lograr las mismas condiciones que sus homólogos españoles, también tienen que aguantar algunas cargas añadidas, con tintes racistas por su origen latino. «Muchos no se fían, te preguntan qué estudios tienes o te miran mal», reconocen las cubanas.
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