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La nueva selectividad revela déficits de comprensión y expresión del alumnado

Correctores urgen al profesorado de Bachillerato a trabajar en el aula léxico y sintaxis | Alegan falta de orden y rigor y que a veces ni entienden el enunciado de la pregunta

Examen de selectividad el pasado mes de junio.

Examen de selectividad el pasado mes de junio. / Xoán Álvarez

C. Villar

Santiago

Con más nervios e incertidumbre que otros años. Así llegó el alumnado que finalizó segundo de Bachillerato este año a la selectividad, rebautizada ahora, como antaño, prueba de acceso a la universidad (PAU). El nombre no era lo único que cambiaba: también lo hacía la filosofía del test y el formato. Acostumbrados a unos exámenes que les daban todas las opciones posibles a partir de la irrupción del covid, este año tocó estudiarse el temario entero y además afrontar la introducción, por ahora reducida a una pregunta, de un enfoque competencial, en el que prima la capacidad para demostrar lo que se sabe a dejar constancia de lo memorizado. Aunque el resultado, si se mide en porcentaje de alumnado que superó el trance en la convocatoria ordinaria, no erosionó demasiado las trayectorias de los aspirantes a la universidad —95,58 por ciento de aprobados frente a 96,02% en la cita de 2024—, las pruebas revelaron déficits en la redacción y en la capacidad de comprensión argumentación de los candidatos.

Problemas en materias de lengua y en Ciencias

Así lo señalan algunos de los correctores de la selectividad, tanto de materias relacionadas con la comunicación como de otras del ámbito de la ciencia. Desde el Grupo de trabajo de Lengua castellana y literatura han publicado orientaciones para los docentes en las que les trasladan lo «perentorio y urgente» que resulta «trabajar la expresión escrita», la «riqueza léxica», «la construcción sintáctica» y el régimen verbal o las preposiciones en el alumnado. De ahí que les insten a realizar cualquier ejercicio que pueda «mejorar» la competencia escrita y lectora del estudiante. «Sabemos que el temario de la materia es extenso», conceden, pero les animan a no perder de vista que «la comprensión lectora y la expresión escrita son la base de la materia» y del examen.

Aunque la corrección gramatical y expresiva no es el corazón de asignaturas como la Química, sí aparecen referenciadas por sus correctores por sus carencias. Así, en la «valoración» realizada sobre la PAU recién estrenada, se recoge que, «en general», «se muestra una falta de capacidad para expresar razonamientos científicos correctamente» y que la «redacción de las respuestas muestra una capacidad de expresión escrita (gramatical y ortográfica) muy pobre». «Las ideas no están escritas de forma ordenada y con el rigor científico necesario», inciden. De cara al trabajo en el aula, sugieren trabajar «más la síntesis y la claridad» en las exposiciones, el razonamiento e incluso «la lectura comprensiva de los enunciados», porque «a veces no saben de qué parten ni lo que se les pide».

Requisito también en Historia, Arte o Química

No son las únicas asignaturas en las que resaltan el valor de una expresión trabajada. En Historia de España los criterios de evaluación reflejan que las respuestas, en la primera pregunta, la competencial, deben ser «redactadas porque no solo se valora el contenido, sino también la calidad de la redacción». En las materias de Arte, por ejemplo, demandan «capacidad de comunicación escrita, más allá del discurso académico» y en Geografía avisan que en «todas» las preguntas se «valorará la coherenciacohesión, corrección gramatical, léxica y ortográfica de los textos producidos», además de su presentación.

La pregunta competencial, exigente

Asimismo, en varias materias, como en la ya citada Geografía o en Física, avisan al alumnado que en la pregunta competencial se les requiere «comparar, deducir o relacionar demostrando creatividad, capacidad críticareflexión madurez en la interpretación y en la resolución de la cuestión».

No es la primera vez que los correctores insisten en indicaciones sobre la expresión, la coherencia o el razonamiento. De hecho, en el caso del Grupo de Lengua castellana son recomendaciones reiteradas y, si se repiten, es porque las carencias siguen, pese a que este año la coherencia, la cohesión y la corrección gramatical, léxica y ortográfica pesaron un 10% en la nota de áreas no lingüísticas y supusieron 2 puntos, el doble, en las específicas.

2026: un modelo (casi) similar al de este año

La CiUG madrugó mucho para que los alumnos gallegos tuvieran modelos de examen para preparar la convocatoria de 2026, que reincidirá en el modelo competencial con variaciones mínimas. Por ejemplo, en la materia de Historia de la Filosofía cambiarán de orden las preguntas para jerarquizarlas de acuerdo con la puntuación. También en Lingua galega e literatura hay cambios relacionados con la puntuación, pero de calado: la primera pregunta, la competencial, valdrá ahora cuatro puntos. Alegan que es lo acordado por el grupo de trabajo de la CRUE para ir a una estructura común respecto a las áreas de contenidos y al peso de la nota en cada una.

No obstante, desde el Grupo de trabajo de Lengua castellana han preferido aguardar a 2027 para aplicar los acuerdos auspiciados en el seno de la Conferencia de Rectores y Rectoras para «homogeneizar en lo posible las pruebas» en los distintos distritos. Estos, avanzan, conllevarán «ajustes» en el modelo de examen y «tal vez también en ciertos aspectos del temario». No se aplican en 2026 porque, aducen, sería «precipitado». Entre las materias comunes, Inglés también incorpora variaciones en la puntuación, para dar más valor a la expresión escrita.

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