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Madera y hormigón para descarbonizar la construcción

La Universidade de Santiago coordina un proyecto para desarrollar y sacar al mercado estructuras mixtas de madera y hormigón con el objetivo de que reduzcan en un 50% la huella de carbono en las piezas prefabricadas y mitigar el impacto de uno de los sectores que más gases de efecto invernadero genera.

Prototipo de estructura mixta de madera y hormigón desarrollado en Pemade.

Prototipo de estructura mixta de madera y hormigón desarrollado en Pemade. / Cedida

Noela Vázquez Dosil

Santiago

Galicia se sube al carro de la construcción híbrida de madera y hormigón para mitigar el cambio climático, y lo hace a través del proyecto Timber for All, del programa LIFE de la Unión Europea. El objetivo es, de aquí a cuatro años, producir y comercializar estructuras mixtas homologadas que reduzcan a la mitad la huella de carbono de las piezas de hormigón prefabricadas convencionales. «Cuando el producto salga al mercado», señala al respecto el gerente del Clúster da Madeira e o Deseño de Galicia, Ricardo González, «va a ser una solución de construcción industrializada que veremos en muchas obras, sin ninguna duda».

El proyecto responde a uno de los objetivos de la UE para 2050, la descarbonización del sector de la construcción. Esto es fundamental en la lucha contra el cambio climático, puesto que el sector de la edificación, sumando la construcción y el propio uso de los inmuebles, genera el 33% de los gases de efecto invernadero (GEI) del mundo. A su vez, el 36% de estos GEI provienen de la propia construcción, y, de ellos, la producción del hormigón provoca el 67%.

Promover alternativas sostenibles se convierte, por lo tanto, en un aspecto fundamental para alcanzar los objetivos de la UE, y, en este sentido, la madera, que retiene carbono de forma natural, se plantea como una de las soluciones más prometedoras. Pero su uso no es óptimo en todos los escenarios, y hay construcciones donde no es viable utilizar únicamente este material.

Un 50% menos

Esta es, precisamente, la necesidad a la que hará frente el proyecto Timber For All, que tiene como objetivo generar tres tipos de estructuras mixtas de madera y hormigón, almacenando carbono a largo plazo y reduciendo la cantidad total necesaria de hormigón y acero. Estos sistemas estructurales reducirán los gases de efecto invernadero en un 50% en comparación con las estructuras de hormigón prefabricado, y contarán con la certificación y trazabilidad correspondiente para, finalmente, sacarlos al mercado.

Para ello, el proyecto cuenta con un plazo de cuatro años, desde el pasado mes de diciembre hasta el año 2029. Además, esta iniciativa también tiene un carácter innovador, y busca generar un hormigón bajo en carbono para su uso en edificaciones hecho a partir de cenizas de biomasa o de madera local de gestión forestal sostenible.

Este impulso al uso híbrido de la madera, señala González cuestionado al respecto, que está extendido en países del norte de Europa, responde a una tendencia global que apuesta por «descarbonizar uno de los sectores que más contamina, el de la construcción». Pero, además de reducir la huella de carbono, esta mezcla de materiales permite obtener los beneficios de ambos de forma simultánea: «El hormigón aporta a la construcción unas características que la madera no tiene, y viceversa, en términos de resistencia, de aislamiento acústico…, ambos materiales se complementan».

En la iniciativa, para la que la UE aporta 1,9 millones de euros, participa toda la cadena de valor de la comunidad, coordinada por la Plataforma de Ingeniería de Madera Estructural de la Universidade de Santiago de Compostela, con la participación de empresas líder en el sector como Xilonor y el grupo Rodiñas, y con la colaboración de la Axencia Galega de la Industria Forestal, del Clúster de la Madera y el de la Construcción. 

Es precisamente esta interdisciplinaridad, señala al respecto Ricardo González, la que augura beneficios para ambos sectores. En el de la construcción, explica, en el ámbito de los prefabricados de hormigón, porque «reducen la huella de carbono de sus productos al meter un material que secuestra carbono, como es la madera»; y en el forestal y de la madera, porque «le va a permitir acceder a mercados de obra civil, sobre todo grandes obras, y a licitaciones de obra pública o privada en las que la madera por sí sola no llega».

A su vez, «si este producto ejerce un efecto tractor», continúa González, también repercutirá en los aserraderos gallegos, que venderán más, haciendo que el recurso forestal, en este caso el pino, adquiera más valor «siempre y cuando la industria traslade ese valor al propietario». Si esto ocurre, señala, «si el propietario recibe más por su recurso forestal, y, por lo tanto, lo cuida más, arderá menos. Es un círculo vicioso», sentencia al respecto.

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