Entrevista | Jeanne Picard Delegada de Stop Accidentes en Galicia
«Deberíamos avanzar hacia el límite de 30 km/h en travesías, como en ciudad»
Dispersión, infraestructuras insuficientes y falta de conciencia colectiva. Son los tres factores que apunta Jeanne Picard para explicar la alta tasa de atropellos en Galicia, la más alta de España. Su receta: chalecos reflectantes, sendas peatonales, pasos iluminados, educación vial y responsabilidad compartida.

Jeanne Picard, delegada de Stop Accidentes en Galicia. | Iago López
Han pasado 25 años desde que fundó Stop Accidentes y Galicia sigue liderando la tasa de atropellos en España. ¿Qué tiene la comunidad gallega que la convierte en un mapa de riesgo constante para el peatón?
Cuando fundé Stop Accidentes, el jefe de Tráfico de A Coruña me advirtió que los atropellos eran su gran preocupación. Galicia batía récords entonces y me preocupa que, 25 años después, seguimos a la cabeza. Detrás de estos datos está la problemática de nuestra dispersión territorial. Antes, los pueblos eran lugares tranquilos, pero con el paso de los años se fueron acercando a la carretera. Ese urbanismo disperso en Galicia es un factor clave: las carreteras se han ido ensanchando a favor del coche y en contra del peatón. Es el gran error. La creación de sendas peatonales por parte de la Xunta es un acierto que debería ampliarse.
¿Qué responsabilidad tienen los peatones y sus familias en la prevención?
Tanto en ciudad como en el entorno rural, debe darse prioridad al peatón. En el coche, el conductor va protegido, escuchando música, resguardado de la lluvia, el frío... Pero en la carretera el peatón es el vulnerable ante un vehículo. Ahora bien, el peatón también tiene que fijarse dónde y cómo cruza, y no dar por hecho que le da tiempo a llegar al otro lado de la carretera aunque vea el coche a lo lejos. Recuerdo que mi padre, al cruzar, levantaba su bastón como diciendo: ‘¡Eh, que estoy aquí!’.. Y eso no puede ser. La familia también tiene su parte de responsabilidad: tanto para decirle al abuelo que deje de conducir porque sus capacidades psicofísicas están mermadas, como para animar al peatón mayor a ponerse el chaleco y decirle lo guapo que está con él (ríe). Ahora tienen que cruzar la carretera para ir a por el pan o incluso para tirar la basura. También es importante adaptar el entorno: pasos de peatones en paradas de bus, contenedores a ambos lados de la carretera…
La provincia de A Coruña concentra más de la mitad de las muertes por atropello en Galicia, pese a representar menos de la mitad de la población. ¿Qué está fallando en esa provincia para tener una cuota tan alta?
La dispersión es un factor clave. Además, falta un transporte público adecuado para las aldeas, lo que obliga al uso del coche privado para cualquier desplazamiento. El tráfico que soporta la provincia es mayor que hace años y más alto que en otras provincias. Deberíamos avanzar hacia el límite de 30 km/h en travesía, como en ciudad. Si el conductor se encuentra con un límite de 50 km/h en una travesía, me pregunto: en una travesía gallega, ¿dónde empieza y dónde acaba el pueblo? Las carreteras de Galicia son una travesía indefinida, con pueblo tras pueblo. De ahí la importancia de crear sendas peatonales que protejan al viandante.
¿Qué siente cuando ve que, año tras año, aún está lejos el objetivo de cero víctimas?
Detrás de cada cifra hay una familia. Nos puede pasar a cualquiera. Son siniestros que podemos evitar. Falta educación y un comportamiento responsable por parte de todos: un compromiso compartido entre la Administración, los conductores y los peatones.
Se acerca el cambio horario. ¿Qué debería hacer la administración para proteger al peatón en estos meses críticos?
Se necesitan más puntos de luz. Hoy tenemos tecnología en los coches, y si ya se ha empezado con pasos de peatones que se iluminan cuando se acerca el peatón, esos puntos deben extenderse. Y si la pintura reflectante ya no se ve en muchos tramos, ha habido muchos días de sol para haber subsanado esa deficiencia. A día de hoy, el mantenimiento en muchos tramos es deficitario, y eso también cuesta vidas.
¿Qué le gustaría que recordáramos cada vez que se pisa un paso de cebra con el semáforo en rojo o se cruza en una zona sin visibilidad ni habilitada para peatones?
Todos somos responsables. Debemos pensar en nuestros hijos, nietos o abuelos, que pueden ser víctimas de un irresponsable. Porque en la carretera están todos: los que respetan, los que no, y los delincuentes. La gran mayoría respeta, pero los que no lo hacen dejaron ese reguero de casi 150 peatones atropellados en diez años en Galicia. Desde que salimos de casa, estamos en riesgo. Somos responsables de nuestros comportamientos. Por mucho que existan infraestructuras que perdonan errores, un despiste al volante o una imprudencia del peatón pueden desencadenar un siniestro mortal. Con buenas infraestructuras, vehículos seguros, comportamientos responsables de conductores y peatones, y leyes que se apliquen con rigor, llegaremos al objetivo de cero víctimas.
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