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Marcela, nieta de emigrantes, tras conseguir el pasaporte español: «Esta vez no viajo como extranjera, regreso como gallega»

Tres años para que los descendientes de emigrantes españoles tramiten la nacionalidad. Es el plazo dado por el Gobierno, y finaliza hoy.Se espera recibir 1,5 millones de solicitudes —la mitad procedentes de la diáspora gallega— en un proceso que reescribirá los vínculos entre generaciones y continentes.

Marcela Krugliansky, tras conseguir en agosto el pasaporte.

Marcela Krugliansky, tras conseguir en agosto el pasaporte. / LOC

A Coruña

Casi un siglo después de que miles de gallegos cruzaran el Atlántico en busca de futuro, sus nietos y bisnietos emprenden el viaje inverso, esta vez con un pasaporte español en la mano y una historia de reparación en el corazón. La conocida como “ley de nietos”, impulsada por el Gobierno español, ha abierto una puerta largamente esperada: se estima que 1,5 millones de descendientes de emigrantes españoles podrán acceder a la nacionalidad, y cerca de la mitad son de origen gallego. Para muchos, no se trata solo de un trámite administrativo, sino de recuperar una identidad que nunca dejaron de sentir propia. Marcela Krugliansky y Graciela Pedrini, desde Argentina, celebran hoy lo que durante años les fue negado: el reconocimiento como españolas, como gallegas, herederas de una memoria de ser pasado para convertirse en presente.

El 14 de agosto de 2024, Marcela Krugliansky Maenza dejó de ser extranjera en la tierra que siempre sintió suya. Ese día, después de 16 años de espera, recibió la nacionalidad española. También su hija, Cecilia. «Fue un milagro», dice. Nieta de María Luisa, gallega de Tui emigrada a Argentina en 1927, Marcela había quedado fuera de la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobierno de Zapatero en 2007 por ser nieta de abuela. «Fue una injusticia. No tenía sentido. Nuestros ancestros emigraron empujados por las circunstancias, no por gusto. Y nosotras quedábamos fuera por una cuestión de género», cuestiona desde Buenos Aires. Pero esta vez, la ley abre la puerta a 1,5 millones de descendientes de emigrantes españoles.

«Me quedé fuera en la anterior ley por ser nieta de abuela»

Marcela Krugliansky

— Nieta de emigrante de Tui

Precisamente hoy, día en que finaliza el plazo dado por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática para presentar documentación a la ley de nietos, Marcela viajará a España. Esta vez, a sus 64 años, con pasaporte español. «Vamos a hacer el DNI. Y el 3 de noviembre estaremos en Galicia. Es volver a casa, pero reconocida como española». Su hija también recibió la nacionalidad. «Le hacía mucha ilusión. Ama España. No debe ser casualidad», sonríe.

Marcela vivió en Galicia entre los 17 y los 19 años. «Fue una etapa muy importante. Me marcó. Es un sentimiento muy grande, difícil de explicar con palabras». En el año 2020 volvió, justo antes de que estallara la pandemia. «Llegué en febrero y dije: me quedo en España. Que cierren las fronteras. Y se cumplió mi deseo. Me quedé confinada, pero feliz». La familia de Marcela sigue en Tui, donde su madre tenía su casa, en Frinxo. «La última vez que fui a Galicia fue en 2023. Hay mucho espíritu gallego acá, donde vivimos. Pero estar en Galicia es otra cosa. Es mi tierra», relata.

La nueva ley fue más inclusiva según destaca. «Un milagro», dice Marcela. «Esta vez pude entrar por mi madre, que se nacionalizó por la Ley de Memoria Histórica de 2007. La carpeta con la documentación de mi abuela fue de las primeras en entregarse. Pero yo quedé fuera. Hasta ahora». Marcela no habla solo de papeles. Habla de identidad. De reparación. De volver a un lugar que nunca dejó de sentir suyo: «Sentí discriminación con la reforma anterior. No había justificación para excluir a los nietos de abuela. Esta vez, la ley nos reconoció».

Y así, con el pasaporte en mano, Marcela y su hija cruzarán hoy el Atlántico para reencontrarse con sus raíces. Es su primer viaje juntas. Y esta vez no lo harán como turistas. No como extranjeras. Sino como lo que siempre fueron: gallegas. Españolas. Hijas de una historia que casi un siglo después de que emigrase su abuela, por fin, las reconoce.

Graciela Pedrini Lareo lleva 68 años caminando hacia un sueño que no era solo suyo, sino también de su abuelo, de su abuela, de toda una generación que partió con la maleta llena de esperanza y la mirada vuelta hacia Galicia. En septiembre, ese sueño se cumplió: volvió a la tierra de sus raíces, esta vez con la nacionalidad española en el bolsillo y la maleta llena de recuerdos. «Estoy hablando y se me pone la piel de gallina», confiesa. Porque hay emociones que no caben en un pasaporte, ni en una ley, ni siquiera en las palabras. «Hay emociones que solo se entienden cuando se pisa la tierra que soñaron los que ya no están», relata.

Graciela Pedrini, ante la casa de su abuela en la parroquia de Santiso (Touro) este mes de septiembre.

Graciela Pedrini, ante la casa de su abuela en la parroquia de Santiso (Touro) este mes de septiembre. / LOC

Su historia comienza en Vila de Cruces, Pontevedra, donde nació su abuelo José María Lareo. Su abuela, Esperanza Suárez, era de la parroquia de Santiso, en Touro. «Mi vínculo con Galicia es amar a Galicia a través de mis abuelos», confiesa. En septiembre volvió por segunda vez, esta vez con su marido, y visitó la casa de su bisabuelo. «Recorrí todo el centro de Vila de Cruces, y también me llevaron a la casa que era de mi abuela, en Santiso. Fue tan emocionante…»

Graciela había quedado fuera de la anterior ley. Ya ni intentó tramitarlo porque la ley la excluía. «Fue muy triste. Lo recuerdo como si fuera hoy. No podía ingresar por mi abuelo, que se había nacionalizado argentino, ni por mi abuela, porque no se transmitía por mujer». Pero esta vez, la ley la reconoció. El 19 de abril de 2023 inició los trámites. El 26 de agosto del año pasado se convirtió en ciudadana española. «La documentación fue fácil, mis primos en Galicia me ayudaron. Uno fue concejal en Salgueiro. Me mandaron todo enseguida». «Les estaré eternamente agradecida —añade— por haberme ayudado y por pertenecer a esta hermosa familia que sigue transmitiendo los valores que transcienden con el tiempo».

«Mi abuelo siempre soñó con volver a Galicia, nunca pudo»

Graciela Pedrini Lareo

— Nieta de emigrantes de Touro y Vila de Cruces

Hoy, tanto ella como sus dos hijos son españoles. «Más galegos por el mundo», sonríe con orgullo. «Al darme la nacionalidad a mí —explica—, tramité paralelamente la de mis hijos, Facundo y Agustín».

La emoción le desborda. «Fue siempre el sueño de mi abuelo volver a España. Nunca pudo. Yo reivindico todos los sueños que él tuvo, pobrecito, que tuvo que venirse a Argentina y nunca más pudo volver».

También su prima logró la nacionalidad junto a sus hijos. «Empezamos juntas este camino, junto con otra prima que falleció muy joven de cáncer y no pudo lograrlo. La tengo muy presente». «Mi marido, Alberto, —bromea— es el único que no tiene la ciudadanía. No no tiene familia española».

Graciela recuerda su primer viaje a Galicia en 2008 con su madre. «Todas mis raíces son gallegas. Mis bisabuelos también lo eran. Enamorada de Galicia, tan hermosa y tan cálida».

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