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Miedo a la dermatosis: «Si entra nos arruina»

Entre las comarcas de Xallas (A Coruña) y Alt Empordà (Girona) hay más de 960 kilómetros en línea recta, la distancia que separa ahora mismo Galicia de los focos de dermatosis nodular bovina. Es mucho trayecto para que lo recorra un insecto con el virus, pero no tanto para el miedo a la enfermedad, que ya impacta en toda la cadena ganadera, del campo hasta el plato.

Valentín Amigo tiene carnicería y restaurante en Cee. | Cedida | |  CEDIDA

Valentín Amigo tiene carnicería y restaurante en Cee. | Cedida | | CEDIDA

martín g. piñeiro

Santiago

«De momento, aquí sigue todo como siempre, así que solo queda rezar para que no llegue y listo», confiesa el responsable de Busto Corzón.

Álvaro Núñez, ganadero y asesor de Zas. | Cedida

Álvaro Núñez, ganadero y asesor de Zas. | Cedida

La información que tienen es que el avance del otoño puede ser un aliado para ellos. «Parece ser que con este tiempo, al venir la lluvia y el frío, lo normal es que el insecto se marche para África». Hasta que eso ocurra y se den por erradicados los focos de DNC en España, en Mazaricos poco pueden hacer más que esperar. «En el día a día no hay que aplicar ninguna medida», apuntan.

José Rodríguez ‘Caquelo’, tratante y ganadero. | ECG

José Rodríguez ‘Caquelo’, tratante y ganadero. | ECG

A pesar de que está muy lejos de Galicia, la dermatosis nodular contagiosa (DNC) ya está generando una pequeña crisis en las explotaciones gallegas de leche y de carne y en toda su cadena de valor. Por ahora no es nada alarmante, pero sí supone una alteración en un sector —lácteo y cárnico— que transitaba por una insólita etapa de estabilidad, rentabilidad y calma. Pero la alegría en el campo nunca dura mucho. Ahora, la sensación generalizada se resume con una palabra: incertidumbre. Dependiendo de la evolución de la enfermedad puede haber variaciones bruscas en los precios, desabastecimiento, alarma social que genere restricción en el consumo... Y algunos de esos efectos ya empiezan a asomar.

José M. Fernández.

José M. Fernández.

«Estamos sin feiras»

Una de las primeras medidas que tomó la Xunta fue la prohibición de celebrar ferias y mercados de ganado. La medida ya se lleva por delante la Semana Gandeira de Mazaricos o la Feria de Santos de Monterroso, pero sobre todo cierra los mercados semanales de Silleda (martes) y Amio (miércoles). Eso lo notan los tratantes. «De momento, está todo tranquilo en Galicia porque no hay focos, pero no dejan celebrar feiras», explica José Rodríguez Caquelo. Tratante de Negreira afincado en Ames, admite que para muchos de ellos Silleda y Amio son fundamentales para adquirir ganado «e pecharán 21 días».

Además, admite el miedo en el sector. «Muchos tratantes tenemos también granjas», explica. «Imagina que a mí me entra la DNC en Gonte, donde tengo 50 animales... Eso te arruina», advierte Caquelo.

La dermatosis no impacta por ahora en el precio de la carne, pero sí lo hace «la entrada cada vez mayor de animales de fuera, de Argentina y Brasil, por el tema de Mercosur... Eso es un problema porque ya bajaron algo los precios, entre 10 y 20 céntimos».

Adelantar la venta, por miedo

Álvaro Núñez tiene una explotación con 80 vacas de raza angus en Zas. Como al resto, la dermatosis no le afecta en su día a día, en el que «ya usamos cepillos automáticos y tratamientos para insectos». Y ahora con el frío el problema debe aminorar. Pero otra cosa es el mercado. «Ya solo el miedo a cómo va a reaccionar el mercado es motivo de preocupación», reconoce. «En nuestro caso sacamos la mayoría de animales a final de año: concentramos los partos en marzo y vendemos entre noviembre y diciembre» para cebaderos, especialmente de León. Sin embargo, este año «adelantamos la venta por miedo a que la dermatosis impacte en el precio». Núñez recuerda que perder 40 o 50 céntimos por kilo cuando se venden cantidades tan grandes «es mucho dinero».

Su miedo, además de comprensible, es compartido. Él asesora además a granjas y ganaderos y todos coinciden en el diagnóstico. «No sabemos si habrá muchas restricciones al movimiento y eso lo altera todo, porque no voy a comprar si no estoy seguro de que voy a poder vender». Hay granjas, recuerda, que se pueden encontrar con 70 u 80 terneros sin poder vender «y que no tienen capacidad ni instalaciones para quedárselos».

Por su parte, Valentín Amigo Pombo tiene en Cee carnicería y restaurante. También está pendiente de la dermatosis, pero «de momento no se nota mucho». Confiesa que esta semana tuvo «la llamada de dos clientes alertados por lo que escuchan y porque no saben muy bien qué es la enfermedad o temen que se desabastezca el mercado de carne».

Alivio: no pasa a la carne

En todo caso, es optimista. «Quiero pensar que no irá a más» y que no será como en las vacas locas. Eso sí, hay un matiz clave en esta cuestión: «La dermatosis afecta solo al animal, no se transmite a la gente ni a la carne».

Carnicería Valentín compra todo por la zona, no a mayoristas, «lo que minimiza el problema». Pero se suma a esa sensación de incertidumbre y apunta a dos posibles escenarios a partir de ahora: «Si no se expande la dermatosis pero sigue la prohibición de mover ganado, al no poder salir animales de aquí para fuera, puede haber aquí mucha oferta y eso bajaría los precios», apunta. «Pero, por otra parte, si la dermatosis se extiende y hay que sacrificar animales, bajará la oferta y subirá el precio».

Grandes granjas de leche: «Solo nos queda rezar para que no llegue»

Aunque la dermatosis afecta a toda la cadena de bovino, las grandes explotaciones lácteas son las que más tienen que perder, ya que son sinónimo de inversiones multimillonarias que prácticamente desaparecerían si se llegase a declarar un foco. En el corazón del lácteo gallego, Mazaricos, hay varias de estas granjas. Y desde una de ellas, Busto Corzón, José Manuel Fernández admite la inquietud. «Hay miedo en el sector porque esto es fastidiado», explica. «Si entra la dermatosis hay que hacer un vaciado total y quemar a los animales» para erradicar el virus, algo letal en explotaciones con 600, 700, 800 o hasta un millar de cabezas de ganado.

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