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Entrevista | Conchi López Historiadora

«También importa saber cómo pasó»

En Galicia, el grupo de investigación Histagra de la Universidade de Santiago, liderado por el catedrático Lourenzo Fernández Prieto, es el principal encargado de realizar las prospecciones en fosas comunes. De ese equipo, Conchi López fue la responsable de los estudios históricos en el Plan Cuatrienal de Memoria Democrática de Galicia 2021-2024.

Conchi López

Conchi López / LOC

I. D. P.

Santiago

¿Cuántas fosas comunes estima que existen bajo el suelo gallego?

Tenemos registradas casi un centenar, entre desaparecidas, sin intervenir e intervenidas. De estas últimas tenemos el dato del Plan de Memoria Democrática 2021-2024.

¿Cuántas ha intervenido Histagra a través de este Plan?

Según las últimas cifras que tenemos, son 11. Somos de las comunidades autónomas que intervienen en más fosas.

Muchas acabaron por desaparecer... ¿Por qué?

Sí. Ocurre que la fuente oral o la fuente documental pudo sufrir variaciones por el paso del tiempo, y eso nos limita. También que el testimonio y el relato se fue distorsionando, lo que provocó que se hicieran nuevas interpretaciones. Otras fuentes son más complicadas por su naturaleza, como las eclesiásticas. Es cierto que todo ello hace más difícil el rastreo.

También es fundamental la búsqueda de los familiares...

Es difícil porque hay familias divididas que no tienen contacto entre sí para poder identificar en una fosa donde hay más de 10 cadáveres. Y, luego, que hay personas que fallecieron sin descendencia o que sus parientes emigraron y no los encontramos para el cotejo de ADN.

Hay una peculiaridad en Galicia y es que muchas fosas están en cementerios. ¿A qué se debe?

Tiene que ver con el funcionamiento de la violencia en 1936. En alguna otra zona de la retaguardia también es así. Estamos empezando a indagar en esa parte del conocimiento histórico, recopilando información para poder interpretarla. Es algo reciente en las investigaciones históricas porque los estudios se solían centrar en el punto de vista de las víctimas, pero no en el del verdugo, no sobre cómo eran esos mecanismos de asesinato y de traslado de cuerpos. Estamos descubriendo que el lugar de la muerte y el del enterramiento no coinciden, sobre todo en el caso de los paseados. Cuando sacaban a alguien de la cárcel y lo asesinaban en un camino o finca, algún vecino alertaba de que había un cuerpo, por lo que se ordenaba un entierro. Estamos trabajando con distintas hipótesis.

Entonces, también intentan reconstruir esa crónica fatídica...

Exacto. Nos preguntamos qué lógica había tras esa selección de lugares, por qué se enterró en un sitio y no en otro. No solo se trata de identificar a las víctimas. También importa saber cómo pasó, por puro conocimiento histórico.

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