Se armó de spray e ironía para hacer realidad, aunque solo fuese en tinta rosa y con una jocosa versión del Monopoly, una antigua reivindicación ciudadana: el deslinde entre Arteixo y A Coruña. El ahora alcalde, Carlos Calvelo, encabezó durante el pasado mandato las protestas por los perjuicios derivados de la indefinición de las fronteras entre ambos municipios que, según sus cálculos, dejaba en tierra de nadie a 551 viviendas.

Como secretario vecinal de Meicende urgía a los representantes municipales de A Coruña y Arteixo a afrontar cuanto antes una negociación enquistada desde hace ya una década. Eso sí, sin intereses económicos de por medio, advertía. La partida debía jugarse en un tapete blanco donde solo primase el interés ciudadano y no el afán recaudatorio.

Cinco meses después de hacerse con el bastón de mando, las fichas de ambos concellos están aún en la casilla de salida y la partida carece aún de fecha y un jugador que lance el primer dado.