Alta, morena, estilosa, sonriente, guapa. Fue intérprete de Castelao en Nueva York y tenía toda una vida por delante pero se le escapó a los 30 años tras las 17 puñadas que le asestó su marido en Arillo (Oleiros) dando origen a uno de los crímenes más sobrecogedores y recordados en la comarca coruñesa a pesar del tiempo transcurrido: en septiembre del año que viene se cumplirán 65 años. La oleirense María Docampo es una mujer a la espera de una película y de que la CIA desclasifique documentos que confirmen que trabajó para esta agencia de información norteamericana como sostuvieron investigadores como el profesor Emilio González López y como apoyó el intelectual Isaac Díaz Pardo, así como el escritor y director de la Real Academia Galega, Xosé Luis Méndez Ferrín, y el autor teatral Manuel Guede.

La apasionante historia de María Docampo, oscurecida por la brutalidad de su asesinato, ha vuelto estos días a la actualidad: en el teatro Colón de A Coruña se representó el pasado viernes A función do tequila, una obra de Guede que recrea parte de estos acontecimientos y que ayer sábado se puso en escena en el auditorio de Mera. "Isaac Díaz Pardo apuntó pistas y luego Emilio González López confirmó en su libro que María Docampo trabajaba para los servicios secretos americanos", explica el de nuevo director del Centro Dramático Galego Manuel Guede.

El diputado, catedrático en Derecho Penal, historiador y profesor en distintos centros educativos en Estados Unidos, Emilio González López, en su libro Castelao, Propagandista da República en Norteamérica, identifica en una fotografía a María Docampo, al lado de Castelao y su mujer Virxinia Pereira y el escritor y periodista Luis Soto en Central Park (Nueva York) en 1938. Curiosamente este último, en su libro Castelao, a UPG e outras memorias, utilizó esta misma fotografía en la portada pero sin identificar ni hablar en ningún momento de Docampo.

El padre del nacionalismo gallego, escritor y dibujante Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, ministro del Gobierno republicano en el exilio, llegó a Nueva York en julio de 1938 tras haber visitado la URSS por encargo del Gobierno de Negrín para buscar apoyos contra Franco y en favor de la causa republicana. En la Unión Soviética Castelao terminó acercándose al comunismo, del que lanzó elogios. Una vez en Estados Unidos, acompañado de su mujer y del escritor y destacado militante comunista Luis Soto, dio mítines y acudió a actos del Frente Popular Antifascista Gallego en lugares como Detroit, Brooklyn, Newark, Boston o Niágara Falls.

Castelao contó en Nueva York con la ayuda de una secretaria que le servía como traductora: María Docampo, "de padres de As Mariñas coruñesas" según cuenta González López en su libro, y que acompañaba al galeguista, a su mujer y a Soto en todas las actividades políticas y sociales a las que acudían. "Era tan eficaz y tan estrecha la relación que mantenían una convivencia de tipo casi familiar", señala el historiador en su libro.

Tras finalizar la Guerra Civil y convertirse Castelao en exiliado, María Docampo desapareció sin dar explicaciones ni avisar. El matrimonio Castelao, según González López, quería mucho a María y cuando Virxinia regresó a Galicia en 1968 fue al cementerio de Dorneda a poner flores en su tumba.

En el verano de 1941 González viajó a Panamá a un curso sobre derecho penal y en el hotel se encontró con el profesor y economista Edmund Peevy que le preguntó si conocía "a una tal María Docampo", de la que le contó que había sido su secretaria en "Servicios Especiales y que pertenecía al servicio de información militar de los Estados Unidos, la posterior CIA".

"Le agradecí al profesor Peevy la información y me di cuenta que la desaparición de María Docampo del ámbito del matrimonio Castelao no era solo un asunto de ingratitud sino que obedecía a órdenes superiores que le indicaban cuándo tenía que abandonar un trabajo y comenzar otro", agrega González López en su escrito.

María Docampo y su hermana Encarnación habían nacido en Estados Unidos al trasladarse a este país su padre Francisco Docampo Pérez cuando tenía catorce años (era natural de Bergondo) y después de trabajar en Inglaterra como marinero. En Nueva York fue maquinista y fogonero y allí conoció a María Ramos Díaz, nacida en Cabreiroa (Oleiros). Encarnación se casó en Nueva York con Pedro Lema, vecino de Corme (Ponteceso). María dominaba el inglés y trabajó como intérprete de español y portugués en el Banco de Londres de Wall Street. En 1947 se casó en Nuestra Señora de Guadalupe (México) con José García Peña, de 36 años y natural de Jalisco.

Los padres de María Docampo, junto a su hija Encarnación, regresaron a Galicia para vivir en una propiedad que habían comprado en Arillo, la finca conocida como La Brava, al lado de la casa de Josefa, hermana de María Ramos, y la madre de ambas, Manuela. El 27 de julio de 1948 María Docampo regresó a Arillo sola pero su marido, conocido como O Jalisco, la siguió. El 27 de septiembre sobre las ocho de la mañana, García Peña propinó 17 puñaladas a María Docampo, así como 15 a su suegra y dos a su cuñada Encarnación, que habían acudido a ver lo que sucedía.

José García Peña se hizo a sí mismo cortes en el pecho y en una mano con el cuchillo, prendió fuego a la cama de sus suegros y luego quemó papeles y cartas. Con baúles y arcones atrancó diversas estancias de la casa. Los vecinos que se habían congregado a las puertas de la vivienda avisaron a la Guardia Civil, que logró entrar forzando una puerta. El vecindario también evitó que ardiese toda la vivienda al apagar el fuego con cubos de agua. O Jalisco fue trasladado a la Casa de Socorro de Santa Lucía y luego al hospital municipal, donde al parecer intentó suicidarse de nuevo.

María, su hermana Encarnación y la madre de ambas, fueron halladas muertas sobre el suelo de una habitación. En el mismo lugar de los hechos, según cuentan las crónicas periodísticas de aquella época, se constituyó el juzgado de instrucción y se interrogó al criminal. El único superviviente del triple crimen, Francisco Docampo, el padre de María, declaró entonces que O Jalisco tenía "el vicio de la marihuana" y en Nueva York había trabajado traficando con mercancía de México a Estados Unidos.

Las tres víctimas recibieron sepultura al día siguiente en el panteón de la familia Docampo en el cementerio de Dorneda. Al sepelio acudieron más de mil personas de toda la comarca. El padre de María falleció en 1966 a los 80 años y en 1998 lo hacía, a los 95, Josefa Ramos, la tía de María Docampo.

En la actualidad, en el panteón de los Docampo no faltan nunca flores y en la finca de Arillo sigue viviendo uno de los descendientes, hijo del viudo de Encarnación tras su regreso de Nueva York y conocer a otra familiar de los Docampo. Un suceso semejante nunca se olvida y la familia no quiere hablar de ello. "No te extrañe que no quieran contar nada, no quieren hablar de eso. Mari era la guapa. El marido, aquel bicho, fíjate tú cómo es la gente que algunos vecinos de aquí, a pesar de todo y de no tener ni para comer, le llevaban cosas a la cárcel, mientras estuvo en A Coruña", cuenta una vecina de la zona.

Un gran muro de piedra rodea la propiedad de los Docampo, una finca de 19.000 metros cuadrados en la que se ubica el pazo de Arillo, una construcción de 1874 catalogada en el Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM) de Oleiros. En su fachada principal destaca el antiguo patín y el escudo de armas. El inmueble no es visible desde ningún punto al estar rodeado no solo del elevado muro sino también de un abundante arbolado, sobre todo magnolios y también castaños, palmeras y una araucaria. La finca hoy en día es una explotación agrícola con terrenos de labor e invernaderos, un vivero para jardinería. Su puerta principal (que no se usa) es una gran verja de hierro en la que, en la parte superior, se puede leer: Villa María Docampo Nº14.