Con barba y larga melena rizada y ataviado con un traje de aguas amarillo, llegó a Xestoso (Monfero) en una nevada mañana de diciembre de 1982 a lomos de un borrico el coruñés Luis Ángel Rodríguez Patiño para estrenarse como sacerdote en este municipio de la montaña. "En realidad llegué en coche de línea, lo del burro fue para hacer una broma", explica el cura de Xestoso. Aquella llegada, con pintas de Ché Guevara, fue un indicio de que se preparaba una revolución.

Treinta años de labor pastoral después, este singular sacerdote puede presumir de revolución: unió y otorgó autoestima a los mayores al crear el primer Consello de Ancianos; promovió la primera asociación de mujeres y cooperativas rurales; ideó la Festa do Grelo y puso en marcha la UNED Sénior. También tuvo tiempo de convertirse en el cura más famoso con momentos de fama como el positivo en alcohol por los chupitos de tantas misas, las homilías con los feligreses disfrazados en Carnaval o el más reciente desahucio del portal de Belén. Hoy en día lleva cinco iglesias y dos capillas en cinco concellos de dos provincias, A Coruña y Lugo, con el sueldo de "800 euros".

"De pequeño quería ser diplomático. Luego me influyó un sacerdote que nos inculcó sobre los problemas de España, yo tendría 11 o 12 años. Al acabar el COU-PREU fui a Palencia y entré en contacto con los combonianos y mi idea era ya ser misionero. Me fui a Valencia, donde entré en contacto con profesores educados en la teología de la liberación y aprendí a ver las cosas de forma distinta, a buscar la raíz de los problemas", relata Luis Rodríguez.

El futuro sacerdote iba por mal camino, según pensó un nuevo superior que le pidió que se marchase y se fue a Londres, a donde habían emigrado sus padres a trabajar siendo él muy niño y quedando al cuidado de sus abuelos. Aún así siguió la carrera a distancia y sacó "las mejores notas" y terminó Teología "antes de tiempo" por lo que al ser tan joven se matriculó en Filosofía y también sacó la carrera. Aún tenía tiempo así que se matriculó en Medicina pero tuvo que dejarlo en tercer curso. Hizo también Ciencias Políticas y luego Derecho y también Criminología. Terminó la diplomatura de Trabajo Social por la UNED hace dos años y ahora va a por su octava titulación: estudia Psicología.

El padre Luis recuerda con cariño al obispo de Mondoñedo-Ferrol Luis Ángel Araújo Iglesias que le "encardinó" y le ordenó como diácono en la parroquia de Oza y luego sacerdote en Cedeira en 1981, su primer destino. Allí no cayó bien entre las "beatas" que no veían con buenos ojos su carácter tan alejado del encorsetado estilo de los curas tradicionales. Le mandaron a Xestoso, donde reconoce que los vecinos al principio fueron "reacios" a su carácter "vacilón". Pero tras tomarse algo con ellos en los bares, organizar fiestas, excursiones y actividades, cayeron las reservas. "Hoy muchos creen que Xestoso es ayuntamiento. Y algún alcalde y varios partidos me pidieron que fuese en sus listas", admite.

Montó primero un centro catequético en Xestoso que fue "la plataforma para todo lo demás al poder solicitar subvenciones". Con sus conocimientos como abogado en ejercicio y sus dotes en relaciones públicas y marketing conseguía financiación de empresas e instituciones.

"Los mayores, cuando creamos el consello, se vieron en televisión y vieron que importaban, que se contaba con ellos. Luego, mi idea fue siempre crear una universidad rural. La responsable de la UNED Coruña, Susana, me apoyó y también seis alcaldes de la zona de distintos partidos", cuenta Luis Rodríguez. El primer año hubo 120 mayores matriculados. "Ahora ya no son mayores de aldea, son universitarios", recalca este coordinador de la UNED.

En esta labor pastoral de treinta años también hubo momento para la duda. "Hace unos años anuncié que me iba. Quería ir de misionero a África, la espinita que siempre tuve. La gente me pidió que no me fuese..." recuerda este sacerdote que solo lo parece cuando recurre, con frecuencia, a las parábolas.

El 6 de enero de 2011 al padre Luis se le fue el viejo Skoda de la carretera por una mancha de aceite en la calzada cuando iba por Xermade. "Me empotré en la tajea y me aplastó la L1 y la L2, tenía miedo de quedar en una silla de ruedas". Hoy sigue de baja, en rehabilitación, pero piensa seguir "dando guerra", sobre todo desde su facebook en el que no escatima duras críticas a los recortes y políticas del Gobierno.