SADA

"Noa' vuelve a casa"

La junta de propietarios de la urbanización de Sada deroga la norma que impedía tener perros - Cerca de medio centenar de personas se concentraron frente al edificio antes de la asamblea

La dueña con la mascota y su madre.

La dueña con la mascota y su madre.

A. P. | sada

"Noa vuelve a casa". Entre lágrimas, Irene Ventura anunció ayer a la entrada de su urbanización de O Fiunchedo, el acuerdo de la junta vecinal que derogó por nueve votos contra cinco la norma de régimen interno de la comunidad de propietarios que declaró los espacios comunes y los propios apartamentos zona libre de perros.

El acuerdo zanja un conflicto vecinal que culminó con una sentencia de la Audiencia que dio la razón a un propietario que alegó tener fobia canina y que decretó la expulsión del edificio de este cruce de pekinés, que ya habitaba en la urbanización antes de aprobarse la polémica prohibición.

"Noa' vuelve a casa"

"Noa' vuelve a casa"

La única norma que regirá a partir de ahora la vida en la urbanización La Solaina será "el respeto", celebraba ayer la joven sadense Irene Ventura, entre el aplauso del casi medio centenar de personas que se concentraron en protesta por el fallo judicial.

Aunque la sentencia es firme, Irene se mostraba ayer segura de que la anulación de esta norma de régimen interno bastará para que Noa regrese al piso. "El fallo dejaba claro que podría volver si se derogaba esa cláusula", explica esta joven, que asegura haber vivido un auténtico calvario desde que el pasado octubre se vio obligada a dejar a su mascota de nueve años en casa de una amiga para cumplir la orden judicial.

"Noa' vuelve a casa"

"Noa' vuelve a casa"

El propietario que interpuso el recurso no acudió ayer a la junta de propietarios, aunque sí delegó el voto en contra. Pocos vecinos acudieron a la asamblea, que se zanjó en media hora escasa, entre sillas vacías y votos delegados. Ninguno de los residentes, salvo Irene, quiso ayer pronunciarse públicamente sobre el conflicto.

A las puertas del edificio, alrededor de medio centenar de personas y muchos, muchos perros, aguardaban la resolución de la junta vecinal. Pese a la repercusión de este desencuentro vecinal, que llevó a más de 20.000 personas a solicitar a través de Change.org el regreso de Noa a su hogar, fueron más bien pocos los que se dejaron caer ayer por O Fiunchedo para manifestar su repulsa contra el fallo judicial. Policía Local y Guardia Civil se personaron en la concentración ante posibles altercados, pero el acto de protesta transcurrió sin incidencias, más allá del enfrentamiento de una de las propietarias del edificio con los asistentes. La vecina, muy alterada, llegó a enfrentarse con un fotógrafo, lo que obligó a intervenir a los agentes.

La protectora Gatocan fue una de la que desplegó ayer sus pancartas ante las puertas del edificio para exigir la derogación de una norma de régimen interno "discriminatoria" e "injusta". Su portavoz, Beatriz Martín, cuestionó que el querellante padeciese realmente fobia canina. En la misma línea, los asistentes a la protesta denunciaron que en el edificio habitan otros perros cuyos perros no fueron denunciados.

El cambio de la norma parece haber puesto punto y final al conflicto. "¡De vuelta a casa!", celebraba ayer Irene en Facebook, con una foto de Noa de nuevo en el sofá.

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