Los agricultores de Miño se han preparado durante los últimos días para uno de los acontecimientos más destacados del año. Llega la XIV Feira da Cebola Chata, un encuentro que los productores de la zona esperan "con mucha ilusión", según cuenta Cristina Bañobre. Ella es una de los diecisiete agricultores locales que a lo largo del fin de semana expondrán sus cebollas y otros productos en el mercado miñense de Rabazal.

Bañobre, que trabaja esta variedad autóctona desde hace casi veinte años, destaca de ella su "precocidad" y su "buena conservación". La cebolla chata de Miño llega al mercado "cuando en otras zonas aún no tienen producto" y permite, en condiciones de almacenado tradicional, un consumo "a lo largo de un amplio periodo".

El clima benigno de la comarca; las condiciones de su suelo, muy arcilloso; y el cultivo tradicional de esta variedad, "avalado", según explica Bañobre, por referencias históricas; han potenciado las características que hacen de la chata de Miño una cebolla tan especial.

"No es una cebolla dulce", señala esta productora. "Es suave y muy sabrosa", añade, pero mantiene "un ligero picor que se agradece" y que la hace "muy apreciada para el consumo en crudo, en ensaladas", pero también para "cualquier otra receta". Bañobre destaca su uso en platos típicos como la empanada, ya que "no humedece la masa, algo que los panaderos valoran", o en el reconocido polbo á mugardesa.

Bañobre, que montó su propia empresa y comercializa la producción en la cadena de supermercados Gadis, ve en la cebolla chata un cultivo "bastante agradecido". Crece al aire libre y solo se trata "cuando hay un problema, lógicamente con productos autorizados", explica. Es lo que se conoce como "producción integrada".

Las técnicas de cultivo son tradicionales y las cebollas, "de transplante", tocan la tierra "una a una". "Aquí no vamos a producciones intensivas o a conseguir kilos", manifiesta, "sino a variedades de sabor y tradicionales". Para Bañobre, el producto gallego tiene, fuera de aquí, "mucho prestigio y una gran diferenciación". Incluso hay gente "interesada en conseguir la semilla de la chata; por algo será", indica la productora, que cree que hay que ir a cultivos autóctonos de cada comarca que "se dan bien" y por eso tienen asegurada "su rentabilidad".

La feria, según relata Bañobre, recibe siempre "mucha gente", por lo que es, para ella, "una forma de dignificar un sector" que considera esencial para que el rural tenga futuro. "Para conservar el paisaje hay que cultivarlo", afirma la productora de Miño, "y los agricultores lo mantienen atractivo y cuidado, le dan valor". Son acciones que evitan, por ejemplo, que proliferen los incendios. "Estamos pendientes de que esté todo limpio, de que no haya residuos, de los acuíferos...", indica Bañobre, labores importantes que espera que algún día les sean reconocidas.

Bañobre también destaca la importancia de su oficio en la economía local y se muestra orgullosa de que, "por imitación", otra gente se anime a escoger "un trabajo tan digno". "Vivo y creo riqueza, producción y trabajo aquí", afirma la agricultora; "esto es lo que llaman sostenibilidad".