La aldea cullerdense de Boedo se convirtió ayer, por undécimo año, en la capital comarcal de la cigala. Los cocineros, que este año se esmeraron por reducir los tiempos de espera de los comensales, despacharon cientos de raciones del crustáceo. La organización había comprado cerca de una tonelada de cigalas para poder dar respuesta a la demanda esperada, tras años de un notable éxito de esta cita gastronómica, con más comensales cada año. Tras la cena, los asistentes pudieron bailar hasta la madrugada con Armonía Show y Bahía Blanca. Las fiestas siguen hoy con sesión vermú y verbena y el sorteo de un cerdo.