"Cuando yo empecé, en 2007, en mi grupo éramos cinco y algunos días estábamos tres. Con el boca a boca fuimos subiendo y ahora el grupo lleva tres años completo", relata la bibliotecaria Raquel Herrero, coordinadora de uno de los cuatro clubes de lectura impulsados por el Ayuntamiento en Culleredo. La actividad que congrega a algunos de los más ávidos lectores del municipio cuenta ya con más de 70 socios y se ha consolidado tras más de tres lustros de funcionamiento.

El perfil de miembros de los clubes revela dos rasgos muy marcados: la mayoría de los integrantes son mayores de 40 años y mujeres. "En el grupo que más hombres hay, son cinco de veinte. Hay uno en que de diecinueve integrantes, solo dos son hombres", detalla la bibliotecaria. Otros factores como la actividad profesional o la formación, sin embargo, parecen marcar menos el hábito de la lectura. "Hay personas con estudios universitarios y otras que no tienen; y hay amas de casa o profesoras, como una de Inglés que lee algunos libros en versión original. En lo que todos coinciden más o menos es en que son grandes lectores", señala la bibliotecaria, aunque con pequeñas diferencias ya que mientras muchos de ellos mantienen abiertos varios libros al tiempo, alguno se anotó al club precisamente para leer al menos un libro al mes.

Una lectura mensual constituye la actividad base de los clubes. "Permite conocer obras y autores que quizá uno no habría escogido por sí mismo y contrastar impresiones sobre los libros, y eso les gusta mucho porque a veces un libro puede tener distintos puntos de vista y porque no todos se fijan en los mismos detalles", explica Herrero. Además de la lectura en sí, los clubes conllevan más beneficios. "Crean lazos de amistad entre miembros que después quedan entre ellos y abren la puerta a otros ambientes culturales, ya que se avisan en un grupo de WhatsApp de películas o obras de teatro", afirma.

Las lecturas se completan con otras actividades, como el viaje literario de fin de curso, que este año se centró en seguir los pasos de Cervantes. Los asistentes visitaron escenarios como las casas del escritor y de Dulcinea o los molinos que el Quijote confundió con gigantes.