"Este es mi pastor eléctrico y ellas mis operarias" bromea Pascual Ortega al tiempo que señala a Nano, su inseparable border collie, y al centenar de cabras y ovejas que pastan plácidamente en el entorno del merendero de Costa Miño Golf. El Concello ha encomendado a a este rebaño las labores de desbroce de las zonas verdes públicas de la macrourbanización construida por Fadesa y lastrada desde hace años por el abandono y la falta de mantenimiento.

La llegada de este ejército de cabras y ovejas más que dispuestas a desbrozar los jardines ha cogido con el pie cambiado a los residentes en esta macrourbanización de Miño, paradigma del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Y no es para menos. La estampa de las cabras murcianas y alpinas trotando por las zonas verdes flanqueadas por los chalés y esqueletos de viviendas sorprende a los viandantes. También a los peregrinos que se adentran por este complejo residencial que atraviesa el Camiño Inglés. "Ayer un grupo de alemanes me pidieron hacerse unas fotos con el rebaño", relata Pascual.

Este pastor se prestó encantado a colaborar en el plan piloto de ecopastoreo impulsada por el Concello de Miño, que apuesta por un "modelo de gestión diferente de los espacios verdes". El Ejecutivo (formado por el independiente Ricardo Sánchez y el PP) enmarca esta iniciativa en una proyecto global y predice que el ecopastoreo "será poco a poco algo común en los parques y jardines públicos" por su bajo impacto ambiental y escaso coste.

El Gobierno local apela a las ventajas de aplicar en las áreas verdes de mayor magnitud del municipio este modelo que, argumenta "favorece la conservación y la biodiversidad" y que ofrece una "alternativa ecológica a los martillos trituradores de los tractores, las cuchillas y la química sintética". "La presencia de animales en los entornos urbanos puede actuar como vínculo social entre los vecinos y contribuir al acercamiento del mundo rural", argumenta el alcalde.

Una idea que comparte Pascual, que resumía ayer la filosofía. " Yo suelto a mis operarias, que comen y abonan; ellas se van llenas y sale una hierba estupenda", bromea. "Mira que bien quedó esta zona, hasta hace nada era una selva, estaba totalmente cubierta de silvas y tojos", y señala unos terrenos limpios de maleza a la entrada de la urbanización.

La iniciativa suscitó inicialmente suspicacias, debido en buena parte a un malentendido. Y es que varios residentes temían que el cerco instalado en los lugares de pasto estuviese electrificado y supusiese un riesgo para los niños. El pastor se mostraba ayer compresivo con las reticencias que suscitó la iniciativa, pero defiende las ventajas de un modelo sin abonos químicos ni máquinas. "Ellos se pensaban al principio que esto se iba a convertir en una zona de pastoreo intensivo, pero no es nada de eso", incide. Y las reticencias parece que, poco a poco desaparecen. " Es una iniciativa muy bonita, la gente se queda embobada. Es volver a hacer las cosas como antes, de forma mucho menos agresivo", defendía ayer un vecino que se paró a hablar con el pastor.

Habrá que esperar a ver los resultados de la iniciativa. Pascual está seguro que será un éxito y contribuirá a mejorar una urbanización que engulló terrenos que en otro tiempo pertenecieron a su familia: "Yo no quiero un duro, pero con lo que se van ahorran ya pueden tener esto empatenado".