El Ayuntamiento de Betanzos analizará hoy con los técnicos las medidas que procede adoptar tras la negativa del Consistorio vecino de Coirós a autorizar la escollera incluida en el proyecto de la senda de Os Caneiros. El Gobierno local betanceiro sacó a licitación la construcción de este paseo fluvial sin recabar todos los permisos oportunos pese a que la obra afectaba a Coirós, que reclama ahora una "solución alternativa" a la escollera que no incluya cemento por su impacto en un enclave natural protegido.

Se trata de un nuevo traspiés en la ejecución de una senda que acumula tropiezos. La construcción del paseo fluvial Os Caneiros fue proyectada en 2010. El objetivo inicial era incluirla en el denominado Proxecto Mandeo, un plan impulsado por la Diputación con cargo a fondos europeos para recuperar el entorno del río. Dificultades para la obtención de los terrenos hicieron que la senda, valorada en más de medio millón de euros, quedase finalmente excluida del proyecto.

Este primer varapalo no desanimó al Concello, que consiguió finalmente la financiación de la Diputación para ejecutar la obra. El Ayuntamiento firmó un nuevo convenio con la institución provincial en noviembre de 2014 que fijaba que el plazo de ejecución de las obras "no podían exceder en ningún caso del 1 de noviembre de 2017". Es decir, que en unos ocho meses como máximo deben estar ejecutadas y certificadas.

y que presentó un nuevo proyecto en 2015 con variaciones con respecto al elaborado en 2010. El plan suscitó enseguida las críticas de los colectivos ecologistas y agrupaciones políticas como el BNG, a las que se sumó más tarde el grupo de nueva formación Betanzos Novo. Diez colectivos ecologistas y culturales presentaron un informe al Concello en el que desgranaban el impacto de algunas actuaciones, como la pasarela pilotada por el carrizal de San Xiao -hábitat potencial del escribano palustre, en peligro de extinción-, la escollera, la canalización de fecales en zona de servidumbre o el relleno en el entorno del humedal y el camino en sus inmediaciones paralelo a uno ya existente.

El Concello siguió adelante con los trámites, finalizó las expropiaciones y sacó recientemente a contratación el proyecto para sorpresa de los colectivos críticos, que lamentan que no tuviese en cuenta sus recomendaciones y que no haya sometido el plan a evaluación ambiental estratégica.

El Gobierno local insistió hasta ahora en que el plan disponía de todos los permisos, minimizó su impacto y abrió la puerta a realizar modificaciones durante la ejecución. La negativa de Coirós a autorizar la obra en su territorio se erige en un nuevo escollo y podría obligar al Concello a modificar el pliego de contratación y reiniciar el concurso, lo que podría aparejar la pérdida de las ayudas por incumplir los plazos estipulados. El Gobierno local no descarta renegociar otra prórroga con la Diputación, aunque antes consultará a sus técnicos las posibilidades de vencer el nuevo obstáculo que plantea el ultimátum de Coirós.

A las trabas administrativas y las críticas de los grupos ecologistas se ha sumado la Mesa Sectorial de Medio Ambiente del Grupo de Desenvolvemento Rural, que ha reclamado al Concello que redefina el proyecto para minimizar su impacto. Esta controvertida senda se ha convertido en todo un quebradero de cabeza para el Consistorio betanceiro. Y todo apunta a que será de nuevo objeto de debate en el Parlamento. El BNG anunció ayer que elevará este asunto a debate para que la Xunta fuerce a minimizar el impacto de una actuación en un enclave de alto valor natural.