Agoniza desde hace años. Y se viene abajo entre piropos de todas las administraciones. Xunta, Concello y Diputación no ahorran en calificativos para alabar la singularidad del Pasatiempo, "un parque enciclopédico único en Galicia y prácticamente en España", como destacaba ayer la Dirección Xeral do Patrimonio. La unanimidad de las administraciones a la hora de defender la necesidad de conservar este bien patrimonial contrasta con su incapacidad para sellar un acuerdo que garantice su futuro.

¿A quién compete conservar este bien singular?. Esa parece ser la pregunta del millón. El Concello y la Diputación mantenían el pasado jueves que correspondía a la Xunta. El Gobierno gallego lo niega y apunta al Ayuntamiento. Y entre "competencias e incompetencias", como ironizaba recientemente el presidente provincial, el parque se desmorona sin que ninguna Administración fije plazo para una obra que los expertos en patrimonio consideran urgente.

No será por qué el declive del Pasatiempo no ocupe espacio en la agenda política. Su agonía ha dado pie innumerables debates y promesas electorales. Campaña tras campaña, políticos de todos los signos han prometido la rehabilitación del sueño indiano de los hermanos García Naveira. El derrumbe de un mural disparó las quejas vecinales y aceleró las gestiones del Concello, que se aferra ahora a un convenio que nace sin consenso.