Eternamente reivindicados y eternamente relegados al cajón de las promesas incumplidas. Los bienes patrimoniales de la comarca piden a gritos una ayuda que no llega. Y no será porque no ocupen espacio en la agenda política. El deterioro del Pasatiempo, de La Terraza de Sada, de las Casas Bailly de O Graxal o del antiguo sanatorio de tuberculosos de Cesuras salen a relucir periódicamente en los plenos y su rehabilitación es un clásico de los programas electorales. A pesar de las innumerables promesas de rehabilitación y de la unanimidad política a la hora de reivindicar su valor, la inversión para evitar su ruina ha sido mínima.

El desplome de parte de un mural del parque enciclopédico de Betanzos, único en Galicia y prácticamente en España, ha avivado el debate sobre la lamentable situación de los tesoros patrimoniales del área metropolitana. Aunque la ley establece que las administraciones deben velar por proteger y preservar sus bienes culturales y etnográficos, los sucesivos gobiernos locales y autonómicos no han hecho nada para frenar su deterioro. No solo han permitido que avance la ruina, sino que remolonean a la hora de darles protección. La Terraza espera desde 1975 por su declaración de Bien de Interés Cultural. La del Pasatiempo comenzó a tramitarse en 1981 y sigue sin plazos. Esta distinción es más que un reconocimiento a su valor, es un arma crucial para conseguir recabar fondos para su recuperación.

Los políticos apelaron a la crisis para enterrar proyectos millonarios que den una nueva vida a edificios como la antigua fábrica de La Cros, las Casas Bailly o el sanatorio de Cesuras. Ahora que presumen de que la recesión ha pasado, siguen sin poner fecha a las obras para dignificar un patrimonio del que presumen todos los partidos.