Es una de las candidatas habituales a un premio que reconoce la trayectoria de las mujeres de Betanzos, pero Mercedes Casanova se resiste a los halagos y ayer, con motivo de la entrega del galardón Úrsula Meléndez, se rodeó de un séquito de mujeres invisibles con las que compartió el reconocimiento.

La homenajeada ha dado varias razones para hacerse con una estatuilla que, por primera vez y casi como un guiño a su vocación social, han moldeado los usuarios de la asociación pro enfermos mentales Apem. Mercedes ha sido durante años la cabeza visible de Cruz Roja de Betanzos, entidad en la que ingresó en 1992 y en la que ocupa ahora la presidencia provincial.

Aunque es conocida especialmente por su trabajo al frente de esta sociedad benéfica, la premiada colabora también con los clubes de deporte base de Betanzos para proporcionar alternativas de ocio a niños y niñas, una actividad a la que quiso hacer una mención especial en su discurso.

Pero fueron sobre todo ellas, las ausentes, las que centraron el acto de ayer en el Liceo. Mercedes, que es más de arremangarse que de dar discursos, aprovechó la entrega del premio para hablar de todas las demás. De esas mujeres, muchas veces invisibilizadas, que se tragan el orgullo para acudir a Cruz Roja en busca de ayuda. Las "que buscan de todos los modos la forma de superar las dificultades económicas, de encontrar trabajo, de dar a sus hijos e hijas lo que ellas no pueden tener, de intentar abrir las puertas que se les cierran o de encontrar apoyo para plantar cara a situaciones de violencia". "Ellas son las verdaderas merecedoras de este reconocimiento", sostuvo la homenajeada, que recordó que el 60% de las personas que se acercan a las sedes de Cruz Roja son mujeres. Mercedes no solo se acordó de las que piden apoyo, también quiso reconocer la labor de las que lo prestan. "Las que todos los días dedican parte de su tiempo libre a ayudar a personas que pasan por momentos de dificultad y que entregan, de forma desinteresada, tiempo y esfuerzo a construir un mundo mejor". "También la solidaridad en Cruz Roja tiene rostro de mujer, siendo más de la mitad del voluntariado de nuestra ciudad mujeres comprometidas y solidarias", destacó.

La necesidad de combatir la violencia de género, de criar a las nuevas generaciones en "valores de tolerancia, respeto e igualdad", "de romper mitos y estereotipos de cara a una sociedad igualitaria" y de "no escatimar esfuerzos en las medidas de prevención y protección de las víctimas fueron otras de las reflexiones que Mercedes compartió con el público que no quiso perderse el homenaje.

Las fallecidas Salvadora Corral y María Luisa Couceiro y otras betanceiras galardonadas con el Úrsula Meléndez se subieron también a la palestra de boca de Mercedes: Marieta, Consuelo, Pilar García, Carmen, Amalia, Pilar Pérez, Sandra y sor Judith. Todas ellas "ejemplos de superación, constancia, solidaridad y compromiso con Betanzos". Mercedes no dejó pasar la ocasión de hacer mención a todas las mujeres que forman parte de su ADN. Las Casanova, Souto, Díaz y Vidal y también para dedicar el premio a su "compañero de batallas", sus hijos, su hermana, su padre y su madre: "Gracias por darme alas para volar".