Sus diseños salpican Betanzos y otros municipios del área metropolitana, que presumen de unas "joyas" que, en algunos casos, bordean la ruina. El que fue arquitecto municipal de Betanzos, Rafael González Villar, volverá a pleno hoy a través de una iniciativa del BNG que pretende "proteger y poner en valor" su legado.

El autor del diseño de La Terraza de Sada, el Kiosko Alfonso o el sanatorio de tuberculosos de Cesuras dejó su sello en la ciudad brigantina. A este arquitecto se debe, en parte, el denominado verde Betanzos, ese color tan característico de los forjados y del mobiliario urbano que ha recuperado recientemente una de sus obras más emblemáticas: el palco de la música.

Las escuelas García Naveira, la Casa Núñez, la casa del pueblo, el interior del cine Alfonsetti, el mobiliario del cantón pequeño son algunos de los diseños de este ecléctico arquitecto coruñés nacido en 1887.

Durante los últimos años, el Concello ha recuperado varias de sus creaciones, pero otras siguen a la espera. Entre ellas, la antigua fábrica de la luz, que malvive a duras penas a la entrada de la ciudad, reducida a triste postal pese a las reiteradas peticiones de rehabilitación de grupos como el BNG o Betanzos Novo. Otros de sus diseños han desaparecido, como el cine Capitol o el diseño de los antiguos jardines de la Praza de Galicia.

El BNG propondrá hoy al pleno organizar una muestra e itinerarios para dar a conocer el legado de González Villar. Los nacionalistas plantean que la exposición no solo incluya las obras realizadas, sino también aquellas que no pasaron del proyecto y de los que todavía se conservan planos y memorias. A este grupo pertenece la ambiciosa remodelación del cine Alfonsetti. Su propuesta puede apreciarse en una serie de alzados con los que pretendía "hermosear el edificio y hacerlo más confortable y de aspecto más lujoso" y "obtener una independencia absoluta del antiguo convento de Santo Domingo". El proyecto preveía ampliar considerablemente el aforo de esta sala, considerado la más antigua en funcionamiento de España y que, de haber prosperado la propuesta, habría llegado a disponer de 858 plazas.

Esta obra, una de las más ambiciosas de las proyectadas por González Villar, quedó finalmente reducida al papel. Otras, muy humildes, también llevan su impronta, desde conducciones de agua a pavimentaciones como la de Rúa Travesa.