La Audiencia Provincial ha ratificado la responsabilidad de la empresa Espina y Delfín en la deficiente ejecución de la depuradora de aguas residuales de la empresa Sarval Bio-Industries Noroeste, antiguamente conocida como Ártabra, la empresa que fabrica pienso en la zona de Suevos. En una primera sentencia del juzgado se le dio la razón a Sarval Bio-Industries Noroeste aunque se redujo un poco la indemnización que reclamaba de 341.164 euros, cantidad que alegó que fue lo que le costaron los trabajos de reparación de la planta depuradora (que se construyó entre 2003 y 2004) tras advertir los vicios de construcción al poco de terminarse. En esta primera sentencia se condenó a Espina y Delfín a abonar esta cantidad, salvo algunas facturas que se excluyeron, a Sarval pero de forma solidaria con el ingeniero que firmó el proyecto de obra y el certificado final de obra.

Ahora la Audiencia Provincial confirma en su mayor parte la sentencia inicial. Considera que no deben excluirse esas facturas, sino que deben ser abonadas también por Espina a Sarval, y además asegura que toda la responsabilidad es de la empresa constructora de la planta, y exime al ingeniero, al constatarse que el proyecto técnico ya lo había hecho la compañía y el técnico solo lo tramitó para obtener una subvención de la Xunta y "nunca estuvo en la obra", salvo el día de su inauguración, acto al que fue invitado.

"No puede aceptarse como normal que esa planta empiece a presentar problemas de corrosión al año siguiente de estrenarla", y que tres años después "se produzcan unos desprendimientos de hormigón, que los nervios queden al aire o que llegase a existir un auténtico peligro de colapso estructural y se aconseje liberarla de peso urgentemente", destaca la Audiencia, en un juicio en el que técnicos llegaron a hablar, tras ver la planta, que era para "salir corriendo". Espina alegó que muchas facturas presentadas por Sarval sobre gastos que le supuso arreglar las deficiencias estaban infladas o eran para otros trabajos. La Sala recordó que la apelante tenía que presentar pruebas de que los precios no eran los correctos, no se hicieron peritaciones, no se llamó a testificar a los expedidores de las facturas.

La Audiencia también rechazó el alegato de Espina de que la culpa fue del ingeniero que redactó el proyecto al acreditarse que lo hizo la empresa y también rechazó el de que Sarval no la avisó de que las aguas a tratar tenían productos corrosivos, sulfuros. Señaló que Espina es "la empresa más especializada del sector en Galicia", supuestamente experta en construir este tipo de plantas, y nada ganaba Sarval, al contrario, ocultándole que iban a ir productos químicos a la planta.