- Cumplen siete años de custodia del territorio. ¿Cuántos metros cuadrados protegen?

-En este momento casi 26 hectáreas, concretamente 259.048 metros cuadrados,

- ¿Y qué trabajos llevan a cabo en los terrenos que custodian?

-Especialmente, eliminar especies exóticas y regenerar el bosque autóctono.

- ¿Qué mecanismo es el más habitual para hacerse con los terrenos? ¿Cesión o compra?

-Lo que hicimos duramte los primeros años fue, sobre todo, comprar. En 2015 aumentamos bastante la superficie gracias a un convenio con el Concello de Coirós, que añadió nueve hectáreas y el año pasado firmamos otro para crear la microrreserva de anfibios de O Catorce, que suman cinco hectáreas más. También tenemos una finca arrendada al Banco de Terras de Galicia. Actualmente, el 37% de la superficie está en propiedad, el 57% cedida a largo plazo y el 6% alquilado al Bantegal por 30 años.

- ¿Nota muchas reticencias de propietarios a la hora de ceder terrenos en desuso o venderlos?

-Es difícil que cedan terrenos. Solo dos familias nos han donado montes, otras dos nos han cedido parcelas, el resto de las cesiones son del Concello del Coirós. La compra de parcelas también es complicada. Hay que localizar a los dueños y convencerlos de que esas propiedades no tienen valor forestal, porque tienen una pendiente muy elevada y no tienen posibilidades de una explotación rentable. Hay gente que no entiende que nuestra labor es altruista y que piensa que hay un interés escondido.

- También han apadrinado tramos de río.

-Sí, actualmente apadrinamos 15 kilómetros de río en dos orillas, treinta en total, y tres kilómetros de costa. Y hemos eliminado 28 especies exóticas en esos tramos.

- ¿Y cómo se llegan a estos acuerdos de apadrinamiento?

-El apadrinamiento no es una figura recogida en la legislación, a diferencia de la custodia del territorio. El apadrinamiento es básicamente que un colectivo trabaje por recuperar un espacio natural y tramite todos los años las correspondientes autorizaciones para erradicar la basura y eliminar las invasoras.

-¿Y no han llegado a ningún acuerdo de cesión de espacios degradados con Costas?

-Intentamos llegar a un acuerdo de custodia del territorio con Demarcación de Costas en Galicia hace cuatro años, una opción que recoge la ley de patrimonio natural. Presentamos la propuesta formal y fue muy bien recibida en Demarcación de Costas de Galicia, pero cuando se elevó a Madrid para aprobar el convenio nos encontramos que el Gobierno central no había firmado nunca un convenio de este tipo en toda España y por lo que fuera no se atrevió a firmarlo.

- ¿Qué terrenos proponían custodiar?

-Un tramo que forma parte del espacio natural protegido Betanzos Mandeo.

- El Estado no firma un convenio de custodia, pero tampoco se encarga de su mantenimiento...

-El problema es que los espacios naturales de Galicia no están siendo gestionados. Por ejemplo, somos los únicos que estamos realizando labores de conservación directa en los tramo del Mendo y Mandeo que custodiamos. Y en la costa, otro tanto. En el caso de la playa de la Alameda de Miño nació un espíritu de colaboración con el Concello, que coordina sus actuaciones con las nuestras, pero en general no se están haciendo labores de conservación en el espacio natural protegido Betanzos-Mandeo.

- Pero si no se actúa, esos espacios acabarán perdiendo sus valores naturales por la proliferación de especies exóticas.

-El problema de las invasoras es muy grave, crece exponencialmente. Nosotros hemos retirado 142.000 tubérculos de crocosmia en el tramo entre el Chelo y el puente de Teixeiro. Si no lo hubiésemos hecho, el problema hoy sería mucho mayor. Cuanto antes se actúe, antes se solucionará y menos dinero y esfuerzos habrá que invertir.

- ¿Y nota más concienciación? ¿Nos movilizamos más?

-Creo que ahora todo el mundo es consciente del problema, pero no estamos viendo una reacción ni ciudadana ni en las administraciones acorde con ese conocimiento. No vemos un crecimiento fuerte entre el número de voluntarios. Hay mucha gente que habla de ello, pero muy poca arrima el hombro. Y la mayor parte de las administraciones locales espera a que la Xunta les proporcione subvenciones con las cuales acometer este problema y no están dispuestas a retraer recursos propios para la lucha contra las invasoras. Esperan a que el problema sea lo suficientemente grave como para que la Xunta actúe, pero cuando eso ocurra seguramente ya será tarde.

- ¿Y eso no desmoraliza?

-Todos los que estamos en conservación tenemos eso muy asumido. El mundo conservacionista está teniendo un problema grave, que la gente joven no está apoyando la conservación de la naturaleza. Pero también hay que decir que el esfuerzo da resultados. Cuando entramos en la playa de la Alameda, aquello era un caos de plumachos y otras especies invasoras y hoy es una playa que da gusto, con vegetación autóctona y muy rica. Lo mismo pasa en el río Mandeo, en esos kilómetros que apadrinamos y en los que ahora es difícil ver una especie exótica, salvo eucaliptos que no podemos cortarlos sin autorización de los propietarios.

- Hoy tocaba balance, pero dígame un deseo para los próximos años.

-Un deseo sería que se firmasen por primera vez los convenios de custodia en el dominio público marítimo terrestre y que los de dominio hidráulico fuesen realmente útiles. Necesitaríamos un convenio con Augas de Galicia en el que se deslinde el río y nos permita eliminar los eucaliptos en dominio hidráulico. Y en general, mi gran deseo es que la gente entienda, como entienden en el ámbito anglosajón, que si uno quiere algo no puede esperar a que algún día lo haga el gobierno. Puede coger sus guantes, ir al campo, colaborar con una ONG y hacer aquello en lo que cree.