Eva Garabal y Marga Piñeiro han dedicado los últimos meses a demoler mitos y estereotipos sexistas en las aulas de la provincia a través del programa Suprime o control. Este plan de prevención de la violencia de género que ha puesto en marcha la Diputación de A Coruña culmina su primera fase y parte de una encuesta preliminar que arroja datos "alarmantes", en opinión de ambas expertas. La encuesta realizada por su empresa, Deloga, entre más de cuatrocientos adolescentes de catorce colegios de las comarcas de Ordes, Arzúa, Bergantiños, Santiago y O Sar muestra hasta qué punto pervive en el alumnado los mitos del amor romántico, roles sexistas marcados y, sobre todo, dificultades para identificar los signos de la violencia machista, de forma más pronunciada entre los chicos.

Según la memoria de balance, más de la mitad de los alumnos y alumnas de tercero y cuarto de la ESO entrevistados piensan que la violencia de género es principalmente física; un tercio opina que sentir celos es "el resultado de querer mucho a la pareja"; tres de diez creen que entre jóvenes no se dan casos de violencia machista y hasta un 42% piensan "que los problemas de pareja deben quedar en la pareja, que es mejor no contarlos ni meterse". Casi un 40% piensa que además las "mujeres se sienten más atraídas por los hombres fuertes, viriles y agresivos"

La encuesta arroja también diferencias llamativas entre chicas y chicos. Una de las más destacadas es que mientras que el 91% de las adolescentes rechaza que el amor implique complacer en todo a la pareja, solo el 59% de los chicos se opone a esa idea. Ese planteamiento, que lleva a justificar el control que se ejerce sobre la pareja, se percibe también en sus respuestas a las condiciones que deben aceptarse en una relación amorosa: 7 de cada 10 chicas rechazan que sea normal borrar alguna foto personal de las redes sociales si no le gusta a su pareja, este rechazo solo alcanza a la mitad de los chicos (46,7%).

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Otro dato al que apuntan las técnicas encargadas de poner en marcha este programa de prevención es a la escasa percepción de la violencia machista, especialmente entre los adolescentes. Un alto porcentaje de los encuestados tiende a justificarla, atribuyéndola a agentes externos y cuestionando que pueda ser el resultado de una cultura patriarcal que legitima su hegemonía. Cuatro de cada diez justifican la violencia de género como consecuencia de una pérdida momentánea del control provocada por los nervios y el 35% da por hecho que "detrás está el abuso del alcohol o las drogas".

La encuesta muestra datos contradictorios que evidencia que los jóvenes asumen planteamientos políticamente correctos que les llevan rechazar estereotipos o actitudes de control, pero que se contradicen con sus respuestas sobre lo normal en una relación amorosa. La práctica totalidad de las alumnas y alumnos entrevistados rechaza que se controle el uso que hace la pareja de las redes sociales o del móvil, pero hasta un 20% de los chicos considera que compartir las contraseñas "es una muestra de confianza"; el 35% cree que "en una relación de pareja no debe haber privacidad, que hay que compartirlo todo" y el 16,5% considera normal mandar varios mensajes al día a saber "para saber dónde está y qué hace". En cambio, más de la mitad de las chicas creen que redes sociales como Whatsapp son una fuente de conflicto.

Eva Garabal y Marga Piñeiro destacan como uno de los principales problemas las dificultades de los adolescentes para identificar los denominados micromachismos y. ambas apuntan a la perniciosa idea de que los celos son una manifestación del amor como uno de los principales mitos a desterrar. "Nos preocupa especialmente, porque de ahí derivan muchas de las conductas de control", explican. Su contacto con las alumnas les ha permitido constatar también cómo perviven roles de sumisión entre las adolescentes.

No juzgar, permitir que los jóvenes se expresen libremente e inculcar un pensamiento crítico que les permita identificar estereotipos y roles sexistas en cine, música, series o publicidad han sido algunos de los objetivos de los talleres lúdicos. La participación de familias y claustro ha sido otra de las claves de un programa que debe acompañarse de contenidos educativos transversales, inciden las técnicas. El dato que más positivo ha sido, en su opinión, la buena acogida entre el alumnado que, en la encuesta final, ha pedido de forma mayoritaria más acciones de este tipo. Y ser escuchados.