Guiadas por la llamada de las caracolas marinas, unas cuarenta personas siguieron ayer los pasos de Urbano Lugrís en Vilaboa. La asociación In Nave Civitas, en colaboración con el Concello, celebró un homenaje al pintor, que incluyó la inauguración de un mural que recrea dos obras suyas en el lugar del antiguo bar Rumbo, donde el artista solía comer durante el año que residió en Vilaboa, 1964, y un repaso a esta etapa de su vida.

Lugrís llegó a Vilaboa por el encargo del entonces párroco, Xosé Cardeso Liñares, para realizar tres pinturas para la iglesia, que todavía lucen en su interior, dos de ellas ocultas en parte por tallas religiosas colocadas delante, lo cual Concello y asociación pedirán subsanar. "La del calvario es la mejor o una de las mejores de Lugrís. Es sobrecogedora", sostuvo ayer el historiador municipal de Culleredo, Carlos Pereira, que explicó el trabajo del artista en Vilaboa. El aulario anexo alberga también dibujos infantiles únicos del surrealista, ajados por el tiempo, la humedad y la desprotección. Para reivindicar el valor artístico de las obras y evitar que avance su deterioro, la asociación, con apoyo del Ayuntamiento, reclamará al Obispado que se restauren las creaciones e intentarán que la obra de Lugrís se declare Bien de Interés Cultural (BIC). La asociación fue la impulsora de la restauración del mural del surrealista que lucía el antiguo café Vecchio, en A Coruña.

El homenaje comenzó con una introducción y una visita a las obras de la iglesia y el aulario. En el templo, la cantante y poeta Estíbaliz Espinosa cantó una cantiga de Martín Códax. En el aulario, también propiedad de la Iglesia, los visitantes comentaban el olor a humedad y la inconsciencia de quienes taladraron o colgaron ganchos de la pared en medio de obras de Lugrís. Destacó también la ausencia de Urano en la recreación del sistema solar.

El la inauguración del mural intervino un hijo de los dueños del bar Rumbo, quien recordó anécdotas de su niñez. Después, los asistentes visitaron el edificio donde dormía el pintor aquel año en que Vilaboa se hizo más surrealista.