Los alegres pronósticos que alumbraron la fusión de Oza dos Ríos y Cesuras siguen sin cumplirse. El flamante municipio no ha dejado de perder población desde su nacimiento hace cuatro años pese a que el plan de viabilidad recogía que la alianza de escudos sería una "potente reacción al proceso de pérdida de masa poblacional".

El último padrón publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a finales de 2017 desinfla las expectativas del Gobierno municipal. Por cuarto año consecutivo, el censo baja. De los 5.275 habitantes que sumó Oza-Cesuras en 2014 pasan a 5.133 a 1 de enero de 2017. El municipio se acerca cada año más a la cifra indeseada de 5.000 habitantes, el límite de viabilidad que establecían Xunta y Diputación.

Bajar de los 5.000 censados no solo asestaría un golpe al orgullo del nuevo municipio, sino que supondría bajar un escalón tributario. Y es que la parte que los ayuntamientos reciben de los impuestos recaudados por la Administración central se distribuyen en un 75% en función de su número de habitantes, ponderados por unos coeficientes multiplicadores que tienen en los 5.000, 20.000 e 50.000 habitantes sus límites. Así, para los concellos de menos de 5.000, el coeficiente es 1; mientras que si supera esa población pasa a ser de 1,17.

La caída del censo preocupa al Gobierno municipal. Y mucho. El Ejecutivo se fijó desde el minuto uno el propósito de atraer población y acuñó como lema de Oza-Cesuras el de Un buen sitio para vivir. El Ejecutivo ha fracasado hasta ahora en todas las medidas para aumentar población y su plan de adquirir terrenos para levantar vivienda pública ni siquiera pasó del papel.

La caída deja en evidencia de nuevo el escaso rigor del plan de viabilidad que, lejos de proponer actuaciones concretas, fiaba el crecimiento del municipio y su sostenibilidad futura al "efecto marca de la fusión" y al desembarco de multinacionales como Coca-Cola o Ence. "El nuevo espacio y territorio de Oza-Cesuras presentará un indudable atractivo para fijar población y actividades industriales", recogía el proyecto,

El Concello tampoco ha logrado reducir su dependencia de otras administraciones. Más bien al contrario. Las ayudas como "premio a los valientes" han permitido engordar unas cuentas con escasos fondos propios: casi dos tercios de los ingresos del presupuesto de 2018 son transferencias. La situación contable del Concello de Oza-Cesuras es similar al de municipios rurales del entorno, que resisten gracias a subvenciones. "Oza-Cesuras pervive por las subvenciones, no consigue autofinanciarse, no es sostenible", criticaba recientemente el PSOE, que le echó en cara al Ejecutivo las falsas promesas de autonomía con las que endulzó la alianza.

El alcalde, el popular Pablo González Cacheiro, se muestra optimista. El Ejecutivo confía en su "modelo" de "farolas, aceras y aglomerados". "Estamos urbanizando para demostrar que es un municipio en el que se puede vivir. Queremos atraer a población de A Coruña a este pulmón de aire fresco", defendió en el último pleno.