El banco de pruebas de las fusiones del PP en Galicia cumple cinco años. Y el flamante Concello de Oza-Cesuras hace balance. El informe contratado por la Xunta para sopesar pros y contras de esta alianza gestada por Xunta, Diputación y los alcaldes a espaldas de la ciudadanía deja al descubierto la "falta de criterio" que alumbró una alianza. La unión, comparada en su día con "la boda de los Reyes Católicos", no ha sido el revulsivo territorial que vaticinaban los populares. Para el responsable del estudio, el profesor de economía en la Universidade da Coruña Pablo Abeal, el punto de partida no fue el propicio: "No pueden crearse municipios desde la arbitrariedad, desde afinidades políticas y personales, las fusiones no deben plantearse como dos alcaldes que deciden fusionarse".

La , en palabras del autor del estudio. Una isla que tampoco tiene garantías de sostenibilidad. Tiene 150 kilómetros cuadrados -casi quintuplica la superficie de a Coruña-, 5.133 habitantes y una población envejecida y dispersa: 34 habitantes por kilómetro cuadrado. En todo este tiempo, y pese a los anuncios del PP de que había numerosos pueblos interesados en fusionarse, solo se ha aprobado otra alianza en Galicia, también de bajo impacto: la de Cerdedo y Cotobade, que suman 6.000 habitantes.

El análisis apunta ventajas y flaquezas de la unión de Oza dos Ríos y Cesuras. El profesor universitario apunta como uno de los puntos más positivos que ha permitido demostrar que "no ha sido ningún trauma para la población" y que "ha desmontado el tópico de la identidad". No ha supuesto un trauma, pero tampoco un cambio de calado que trastocasen el día a día de los habitantes. El pueblo fusionado da aún la bienvenida al visitante con carteles independientes, tiene dos consistorios, dos colegios y dos centros de salud. El Ayuntamiento mantiene aún ordenanzas fiscales distintas en los antiguos municipios y su urbanismo camina a dos tiempos: Oza se rige por un plan general de 2002 y Cesuras por unas normas subsidiarias de 1997 (ha comenzado aún ahora los trámites para unificar su urbanismo).

La otra ventaja que recoge el análisis es el aumento de población. Traspasar la barrera de los 5.000 habitantes ha permitido a Oza-Cesuras subir un escalón fiscal y recibir más ingresos por su participación en los tributos del Estado. El reverso negativo es que el incremento no ha ido acompañado de medidas que fijen y atraigan población. Oza-Cesuras pierde habitantes cada año. De los 5.275 que sumó en 2014 ha pasado a 5.133 a 1 de enero de 2017. El municipio se acerca cada año más a la cifra indeseable de 5.000 censados, el límite de viabilidad que establecían Xunta y Diputación. Su lema, Un buen sitio para vivir, no ha surtido efecto. El alcalde, Pablo González Cacheiro, admite que revisa con nerviosismo cada actualización del censo, pero no avanza soluciones. "Si hace falta fletamos un avión, pero no vamos a bajar de los 5.000", bromeó durante la presentación del estudio. Él, dice, prefiere ver el vaso medio lleno. "Hemos ganado tiempo", destaca.

Sin duda, el incremento de las transferencias de capital ha sido el beneficio más palpable de la alianza. Oza-Cesuras manejará este ejercicio un presupuesto de 4,9 millones frente a los 3,6 millones que sumaban los extintos municipios por separado en 2012. El incremento en la participación en los tributos del Estado y las ayudas como "premio a la fusión" explican en buena medida la subida.

Estos ingresos han permitido al Concello duplicar sus fondos para inversiones reales y ahondar en su "modelo de farolas, aceras y aglomerados, como lo denominó un día el alcalde, que confía en que esas obras "demostrarán que es un municipio en el que se puede vivir",

Mientras que las ayudas aumentan, la recaudación por impuestos y tasas se mantienen o suben ligeramente: 3,2 millones de los 4,9 del presupuesto de este año son transferencias de otras administraciones. El informe constata que el municipio no ha reducido su dependencia de las subvenciones y tampoco ha logrado el nivel de ahorro previsto. El gasto en personal ha subido ligeramente. De los 1.011.368 euros presupuestados que sumaban los dos concellos en 2012 ha pasado a 1.075.603 en 2016. El gasto en bienes corrientes y servicios también crece, de los 1,6 millones que sumaban Oza y Cesuras en 2012 a 2,1 en 2016. Ambos capítulos han conseguido con todo reducir su peso en las cuentas por el incremento de los ingresos.

Los números no concuerdan con los que manejaba el plan de viabilidad de la fusión. Y tampoco se han cumplido las promesas que recogía el documento. Oza-Cesuras aguarda aún por sus "premios que prometió la Xunta", como la reforma del antiguo sanatorio de tuberculosos como centro de día. Las empresas que según el proyecto iban a revolucionar el pueblo, Coca-Cola y Ence, tampoco han hecho acto de presencia. Ya ni se las espera.

El Gobierno local lamenta especialmente su exclusión en la ley de incentivos para las fusiones aprobadas por el Gobierno después de la unión de Oza y Cesuras y que no se aplicó con carácter retroactivo. El análisis de la fusión atribuye este hecho a la ausencia de una planificación "desde arriba" de las fusiones. Su exclusión depara la paradoja de que la primera fusión de ayuntamientos en Galicia en 44 años llegó finalmente antes de tiempo.