Cuando le preguntan por las infracciones más curiosas por las que ha levantado acta en sus 25 años a pie de monte, Ramón Díaz, al que todos en la zona conocen como Moncho, no puede evitar sonreír. "Tengo historias para escribir un libro", bromea. "Recuerdo un caso un Vilasantar, el de uno que plantó eucaliptos en su cuneta y en la de enfrente y cuando le pregunté cómo había plantado en terrenos que no eran suyos aún me dijo: 'los eucaliptos no hacen ningún mal ahí". Este veterano agente forestal se toma con humor algunas de las tretas para intentar escamotear la ley e intenta tramitar las diligencias con mano izquierda. Los conflictos entre vecinos, relata, suelen ser el germen de muchas de las denuncias. E incluso ha presenciado casos en que el propio denunciante incumplía las distancias legales. "Lo primero que preguntan cuando llegas a levantar acta es: '¿Y quién me denunció?". Y "algo que hacen muchísimo", cuenta, es intentan disimular los eucaliptos entre las frondosas (con distancias de protección menores). Y más de una vez se enfrenta a casos en que los infractores " vuelven a plantarlos tras obligarles a levantarlos". O el de empresas que talan al despiste

A Moncho se le borra la sonrisa al hablar de los incendios. Él fue uno de los agentes que se desplazó a Portugal en la pavorosa oleada del pasado octubre. "Ahora mismo lo único que nos diferencia de Portugal son los diez grados más de temperatura. Respetar las distancias es fundamental, es básico y hay que aplicar la ley", recalca. Y la situación, advierte, ya no admite más prórrogas.